Ressa y Muratov

El Nobel de la Paz para periodistas remarca que la libertad de prensa está amenazada

Uno de los periodistas laureados ha luchado contra la opresión a la libertad de prensa en Rusia y 9 de sus colegas han sido asesinados. La otra, batalla contra el gobierno ultraderechista filipino que se esfuerza en callar su voz a punta de procesos judiciales.

María Ressa, periodista filipina directora del portal Rappler. Foto Twitter / Maria Ressa
María Ressa, periodista filipina directora del portal Rappler. Foto Twitter / Maria Ressa

El Premio Nobel de la Paz 2021 fue otorgado a dos periodistas que han sido reconocidos con el galardón como librepensadores y defensores de la libertad de expresión, lo cual no es poco en una era en que este derecho humano está bajo amenaza en decenas de países, avasallado no solo por gobiernos y potencias sino también por fuerzas criminales.

Los ganadores fueron Maria Ressa y Dmitry Muratov, a los que la presidenta del Comité del Nobel, Berit Reiss-Andersen, calificó de “representativos de todos los periodistas (…) «en un mundo en el que la democracia y la libertad de prensa se enfrentan a condiciones cada vez más adversas”.

Muratov, editor de Novaya Gazeta, medio que el Comité del Premio Nobel describió como “el periódico más independiente en Rusia hoy”, ha visto a seis de sus colegas asesinados por su trabajo de criticar al presidente ruso Vladimir Putin. Por su parte, Reesa es directora y cofundadora del sitios de noticas filipino Rappler, un país donde también es complicado meterse con el presidente ultraderechista Rodrigo Duterte.

De hecho, Ressa -quien ha sido reportera de CNN- esta bajo prohibición de viaje de facto ordenado por Duterte, en un intento por arruinar el trabajo de Rappler, que está totalmente asediada por la Justicia con decenas de casos por los cuales deben acudir a tribunales casi a diario.

Ambos han sobrevivido a infinidad de ataques solamente por la notoriedad y el estado público de sus trabajos ciertamente incómodos para los gobiernos de sus respectivos países. “El mundo está mirando esto”, dijo Reiss-Andersen en una conferencia de prensa posterior al anuncio. “El periodismo libre, independiente y basado en hechos sirve para proteger contra el abuso de poder”.

Otras amenazas

Los hoy laureados, como miles de otros comunicadores en todo el mundo, están además expuestos a otros peligros como el crimen organizado, como es el caso de los periodistas en México que son asesinados por decenas al año a manos de sicarios contratados por los carteles del narcotráfico.

“Lo que hace que las amenazas actuales a la libertad de expresión sean especialmente insidiosas es que no provienen solo de los sospechosos habituales: los matones censores del gobierno. Son amplificados y armados por las redes sociales que reclaman el privilegio de la protección de la libertad de expresión mientras se dejan secuestrar por difamadores y propagandistas”, dice Kathy Kiely, veterana periodista estadounidense y catedrática de Libertad de Prensa en la Universidad de Missouri-Columbia.

Ressa ha puesto en evidencia esa complicidad de las redes sociales con la censura y el ataque a la democracia: durante la campaña presidencial de Duterte, en 2016, Rappler analizó grupos y páginas de Facebook que promovieron al ahora presidente y atacaron a oponentes basándose en difamaciones y fake news. Mucho antes, la periodista había hecho un impresionante trabajo entre las década de 1990 y 2000, realizando un mapeo de organizaciones terroristas, que ha sido mencionado en el otorgamiento del Nobel.

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