un tipo responsable

Se enteró recién de que hay una pandemia y corrió a vacunarse contra el COVID-19

Un anciano ermitaño que vive en una cueva hace décadas tomó contacto con la civilización después de muchos años y su primera acción fue en pro del bien común: se vacunó contra el COVID-19.

Panta Petrovic vive hace dos décadas en una cueva en la montaña. Foto: Instagram/ hispantv.canal
Panta Petrovic vive hace dos décadas en una cueva en la montaña. Foto: Instagram/ hispantv.canal

Hace 20 años, Panta Petrovic vive en un verdadero distanciamiento social absoluto. Eligió irse a vivir a lo salvaje y se instaló en una cueva totalmente agreste en las montañas de Serbia.

Panta se fue llenando de dreads y su barba creció muchísimo, y ahora se hace acompañar en la cueva con una cerca salvaje que es su mascota y mejor amiga. Recientemente, el feliz ermitaño decidió tomar contacto con la sociedad por primera vez en décadas y se enteró de algo que lo dejó espantado: hay una pandemia de COVID-19 que ha matado a 4,5 millones de personas en todo el planeta.

“Ya tenemos vacuna”, le dijeron. No lo dudo. En seguida, volvió a salir de su cueva y corrió a vacunarse. “El virus podría venir a mi cueva, venir a mí”, dijo en conversaciones con la agencia AFP, e instó a todas las personas a inocularse contra el coronavirus en pro del bien común.

Panta Petrovic vive hace dos décadas en una cueva en la montaña. Foto: Instagram/ hispantv.canal
Panta Petrovic vive hace dos décadas en una cueva en la montaña. Foto: Instagram/ hispantv.canal

Ermitaño y feliz

La cueva en la que vive Petrovic no es para cualquiera, ya que está ubicada en una empinada colina de los densos bosques serbios, tiene una bañera oxidada, un par de bancos hechos a mano y un montoncito de heno que hace las veces de cama.

Es originario de la ciudad de Pirot, al suroeste de Serbia, cerca de la frontera con Bulgaria. Alejarse de las personas fue un respiro y una sensación de libertad que no está dispuesto a abandonar, ahora que se acostumbró a vivir donde nadie lo moleste. “Yo no estaba libre en la ciudad. Siempre hay alguien en tu camino, o discutes con tu esposa, vecinos o la policía”, dijo Petrovic a la AFP mientras pela verduras para el almuerzo. “Aquí nadie me molesta más”.

Se alimenta más que todo de hongos y peces que él mismo atrapa del arroyo local, pero también camina al centro en busca de restos de comida en basureros. Sus visitas a la civilización se han vuelto cada vez más frecuentes debido a la merma en los recursos naturales que ha notado, al tiempo que una gran cantidad de lobos, de una jauría cada vez más grande, han estado comiéndose los animales que él ante criaba.

Por estos contactos con otras personas cada vez más constantes es que decidió vacunarse. Ya recibió las dos dosis y está esperando el avance de la vacunación de una tercera inoculación de refuerzo cuando las autoridades de Salud Pública de su país así lo decidan.

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