Corea del Norte prohibe absolutamente todo producto cultural extranjero

Corea del Norte, regido por el líder supremo Kim Jong-un, instauró una nueva legislación que castiga con mano dura cualquier manifestación de influencia extranjera en el aislado país asiático.

Kim cree que los productos socioculturales foráneos son un “peligroso veneno” para el status quo norcoreano, vigilado muy de cerca por el gobierno.

El medio Daily NK, citando su red de fuentes dentro de Corea del Norte, informó a mediados del año pasado que las autoridades habían intensificado sus esfuerzos para eliminar cosas como “cabello teñido, aretes, jeans y ropa con letras extranjeras”. Pero en diciembre, los alcances de estos controles se habían ampliado como consecuencia de la llamada ‘Ley de Pensamiento Antirreaccionario’, que está destinada a frenar que se distribuyan o consuman en el país películas, música e incluso jerga extranjera; esto último incluye incluso la prohibición al uso de términos tan triviales como ‘ok’, que proviene del inglés.

La ley amenaza a los infractores con fuertes multas, encarcelamiento y posiblemente la muerte, según la gravedad del delito.

Contra el “estilo de vida exótico”

En abril de este año, Kim envió una carta a la Liga Juvenil del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte (fuerza política única y gobernante) instándolos a “erradicar resueltamente los brotes negativos y las malas hierbas venenosas”, que incluyen “palabras y actos, peinados y vestimenta” inapropiados importados desde el extranjero.

En mayo, el Rodong Sinmun, el periódico oficial del partido, publicó un editorial advirtiendo contra el “estilo de vida exótico y decadente del capitalismo”, destacando que “la sociedad norcoreana debe tener cuidado con el más mínimo signo del estilo de vida capitalista y luchar para deshacerse de ello”.

El aislamiento de Corea del Norte no es algo nuevo, pero se ha endurecido en años recientes. Medios surcoreanos informan que, según fuentes en el norte, ya hay antecedentes de encarcelamientos de jóvenes en llamados ‘centros de reeducación’ por teñirse el pelo, usar roja con letras occidentales y usar pantalones que dejaban ver los tobillos.

Todo esto representa un retroceso en los acercamientos que había tenido Kim Jong-un y su par surcoreano, Moon Jae-in, quien visitó la capital norcoreana Pyongyang en 2018. En esa ocasión incluso habían actuado en un evento protocolar cantantes de K-Pop que vinieron desde la capital surcoreana Seúl, que está a 195 kilómetros de distancia de Pyongyang y a 50 de la frontera.