¿cuál pandemia?

La mortal combinación entre neonazis y negacionistas de la pandemia

Grupos de extrema derecha en Europa alimentan la propagación del coronavirus y esgrimen todo tipo de teorías conspirativas infundadas sobre las vacunas y el supuesto "estado profundo".

Un manifestante pro Trump porta una camiseta de Q Anon. Foto: Wikimedia Commons
Un manifestante pro Trump porta una camiseta de Q Anon. Foto: Wikimedia Commons

Por Carlos Loría
Redactor periodístico

El neonazismo, el fascismo y otros grupos de extrema derecha venían cobrando fuerza en Europa a medida que gobiernos socialistas se instalaban, pero han tenido además un gran empujón durante la pandemia del COVID-19.

Difunden teorías conspirativas asegurando que la pandemia es una suerte de control social, o un invento para reducir la población mundial, al tiempo que crean todo tipo de mentiras sobre las vacunas como supuestas herramientas de modificación genética. 

En Alemania apareció el «movimiento antimascarillas», marchas de militantes de grupos de extrema derecha y neonazis que reniegan de las medidas sanitarias ordenadas por el gobierno de Angela Merkel. En sus convocatorias no hay distanciamiento social y los tapabocas brillan por su ausencia, lo que ha llevado a que la policía tenga que intervenir para dispersarlos.

En España también han surgido este tipo de grupúsculos, bajo la sombrilla de los movimientos franquistas, que no pueden ser llamados neo porque, en realidad, nunca dejaron de existir desde la muerte del dictador Francisco Franco. Durante noviembre protagonizaron distintas protestas en Madrid, Santander, Logroño y otras localidades y portaron pancartas con consignas como «luchar o morir», «esta es nuestra tierra y hay que defenderla» o «la pandemia es mentira».

Allí como en Alemania se vieron camisetas y carteles con el símbolo que identifica a Qanon, la teoría conspirativa de moda de la extrema derecha mundial que asegura que hay toda una conspiración para armar un «estado profundo» que gobierna la tierra desde la trastienda de la política y que confabuló para sacar a Donald Trump del poder.

Esta teoría apareció por primera vez en 2017 en el foro de internet 4chan, y fue colgada por un usuario anónimo identificado solamente como Q. La letra, a su vez, dicen los conspiradores, hace alusión a la «autorización de acceso Q», utilizada por el  Departamento de Energía de EE.UU. requerida para acceder a los datos restringidos de alto secreto y la información de seguridad nacional.

Redes sociales, terreno fértil

Lamentablemente, la extrema derecha ya venía creciendo hace años y las redes sociales fueron un semillero de nuevos grupúsculos que tomaron forma rápidamente.

Un reciente informe del Centro para la Lucha contra el Odio Digital (CCDH, por sus siglas en inglés, una ONG con sede en Londres) titulado Hatebook (Libro de Odio) encontró que Facebook ignoró durante años las advertencias de que grupos neonazis habían aprovechado esta red social para organizarse y que esta desidia era «una señal de la impunidad con la que los fascistas modernos radicalizan, reclutan a sus miembros en estas redes sociales y que se sientan cómodos usando las plataformas para vender productos con sus símbolos, como si fueran marcas convencionales».

De acuerdo con el reporte, a Facebook «se le informó sobre este problema específico hace dos años, pero no tomó ninguna medida». «En cambio, ha permitido el desarrollo de una red de más de cuarenta páginas de Facebook y cuentas de Instagram de fascistas y neonazis ucranianos, con un total de 80.000 seguidores, vendiendo mercadería», se lee en el documento.

Esta red de grupos sostiene además un andamiaje de financiamiento para el terrorismo de extrema derecha que está íntimamente relacionado a organizaciones que operan desde Ucrania pero que tienen alcance europeo, como lo son el Batallón Azov y la División Misantrópica (Misanthropic Division). Ambos grupos han buscado exportar su ideología a países occidentales -como Estados Unidos-, ganar adeptos e incitar a la violencia.

El Batallón Azov, una fuerza con capacidad militar, ofrece capacitar y acoger a miembros ultraderechistas estadounidenses del movimiento Rise Above, que proclama la supremacía blanca y se declaran abiertamente racistas. El estudio del CCDH también remarcó la presencia de estos grupos de odio en Reino Unido, y citó el caso del estudiante británico Andrew Dymock, que fue acusado de 12 cargos relacionados con el terrorismo y que usaba el logotipo de la División Misantrópica.

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