Una rebelión de clase en cuyo centro están el racismo y el terrorismo racial

Foto: Flickr / Jason Hargrove
Foto: Flickr / Jason Hargrove

Se trata del mayor levantamiento en EE.UU. desde la década de 1960. Durante el fin de semana las manifestaciones paralizaron ciudades de todo el país, tras la muerte de George Floyd —un hombre afroestadounidense de Minneapolis— a manos de la policía. “No se trata solo de la repetición de hechos pasados”, dice la profesora Keeanga-Yamahtta Taylor. “Son las consecuencias de los fracasos de este Gobierno y del sistema político para resolver estas crisis”.

AMY GOODMAN: En el mayor levantamiento nacional desde la década de 1960, manifestantes paralizaron ciudades de todo Estados Unidos durante el fin de semana posterior a la muerte de George Floyd, un hombre afroestadounidense de 46 años, a manos de la policía en Minneapolis.

MANIFESTANTES: ¡George Floyd!¡Digan su nombre! ¡George Floyd! ¡Digan su nombre! ¡George Floyd!¡Digan su nombre! ¡George Floyd!

¿Qué queremos? ¡Justicia! ¿Cuándo la queremos? ¡Ahora! ¿Qué queremos? ¡Justicia! ¿Cuándo la queremos? ¡Ahora! ¿Y si no la conseguimos? ¡A paralizarlo todo! ¿Y si no la conseguimos? ¡A paralizarlo todo! ¿Y si no la conseguimos? ¡A paralizarlo todo! ¿Qué queremos? ¡Justicia!

AMY GOODMAN: George Floyd murió hace una semana, el Día de los Caídos, cuando el oficial de policía de Minneapolis Derek Chauvin lo arrestó y presionó su rodilla contra el cuello de Floyd durante casi nueve minutos, mientras Floyd exclamaba repetidas veces sin apenas aliento: “No puedo respirar”, hasta quedar inmóvil. El viernes 29 de mayo, Chauvin fue acusado de asesinato en tercer grado y homicidio involuntario en segundo grado. Los otros tres policías implicados han sido despedidos junto con Chauvin, pero no han sido arrestados. El gobernador de Minnesota Tim Walz anunció que el fiscal general del estado Keith Ellison asumirá el mando de la investigación y de cualquier acción judicial relacionada con la muerte de George Floyd. En el cruce de Minneapolis donde mataron a Floyd, la gente levantó un monumento y lo declararon un espacio sagrado.

Mientras tanto, las protestas continuaron durante todo el fin de semana de costa a costa. La policía reaccionó con violencia ante las protestas generalizadas, arrestando a más de 4.000 personas y atacando a los manifestantes con gases lacrimógenos y balas de goma en ciudades de todo el país. Coches y edificios de la policía ardían entre las llamas mientras miles de personas desafiaban el coronavirus y la creciente violencia policial con el fin de poder protestar. Las autoridades han dicho que, solo en la ciudad de Nueva York, resultaron dañados 47 coches de la policía. Al menos 40 ciudades han impuesto el toque de queda. La Guardia Nacional se ha desplegado en Minnesota, California, Illinois, Florida y otros estados. Los departamentos de Policía del país cada vez reciben más críticas por usar una fuerza excesiva contra los manifestantes y, en al menos 50 incidentes separados, atacar a periodistas.

Las protestas se producen cuando el país enfrenta su mayor crisis de salud pública en generaciones y el índice de desempleo más alto desde la Gran Depresión de 1929. Durante las protestas del viernes, el presidente Trump fue trasladado al búnker subterráneo de la Casa Blanca. El sábado, el presidente amenazó por Twitter a los manifestantes con enviarles “perros feroces” y “armas siniestras”. También tuiteó que iba a declarar al movimiento antifascista Antifa “organización terrorista”, a pesar de que los expertos legales afirman que carece de autoridad para declarar a una agrupación nacional “organización terrorista” y advierten que tal medida violaría la Primera Enmienda de la Constitución.

La indignación por la muerte de Floyd se produce después de las protestas que llevaron al arresto de dos hombres blancos en mayo por la muerte a tiros de Ahmaud Arbery, ocurrida en Georgia en febrero mientras trotaba. Un tercer hombre fue luego arrestado. También está el caso de Breonna Taylor, a quien la policía de Louisville mató a tiros en su casa en marzo, lo cual está ahora bajo investigación por parte del FBI.

Las manifestaciones se han realizado en su mayoría afuera en la calle, con muchas personas usando mascarillas, por lo que no está claro si provocarán la propagación del coronavirus. Sin embargo, muchos manifestantes arrestados fueron trasladados a cárceles que son focos de COVID-19. Para conocer más sobre el tema hemos organizado una mesa redonda con el Dr. Cornel West, profesor de Practica de la Filosofía Pública en la Universidad de Harvard, autor de muchos libros, entre ellos “Race Matters” y “Black Prophetic Fire”. Nos acompaña Keeanga-Yamahtta Taylor, profesora asistente de Estudios Afroestadounidenses de la Universidad de Princeton. Su más reciente artículo para el periódico The New York Times se titula “Por supuesto que hay protestas. El Estado le está fallando a las personas negras”. También es la autora de “Race for Profit: cómo los bancos y la industria inmobiliaria impidieron que los negros fueran propietarios de sus viviendas” y de “Un destello de libertad: de #BlackLivesMatter a la liberación negra”. Y desde Charlotte, Carolina del Norte, nos acompaña Bakari Sellers, abogado y autor de su nueva autobiografía, “My Vanishing Country” (Mi país en disolución).Se convirtió en el funcionario electo afroestadounidense más joven en el país al ser elegido para la Asamblea General del estado de Carolina del Sur en 2006.

Bienvenidos a Democracy Now! Comenzamos con la profesora Keeanga-Yamahtta Taylor. ¿Qué opina del levantamiento popular que ha tenido lugar en todo el país y la reacción de la Policía, así como su espantoso origen el Día de los Caídos, la muerte de George Floyd?

KEEANGA-YAMAHTTA TAYLOR: Gracias, Amy, por permitirme venir a hablar esta mañana.

Creo que parte de lo que estamos viendo son años y años de ira acumulada. Muchas personas han hecho referencia a la década de 1960, han hecho referencia al caso de Ferguson en 2014, pero creo que es importante decir que no se trata solo de la repetición de hechos pasados. Son las consecuencias de los fracasos de este Gobierno y del sistema político, la incapacidad del sistema económico de este país para resolver estas crisis, que se cimentan y acumulan con el tiempo. Y estamos viendo la ebullición de eso.

Imagine lo enfadada, desesperada y llena de rabia que debe estar una persona para protestar en la situación de una pandemia histórica que ya ha matado a más de 103.000 estadounidenses, que ha tenido un impacto terrible y desproporcionado en las comunidades negras. Creo que han muerto 23.000 o 24.000 personas negras. Dicho de forma más clara, uno de cada 2.000 afroestadounidenses en el país ha muerto por la COVID-19. Así que imagine lo difíciles que deben de estar las cosas para que la gente salga en esas condiciones. Entonces, creo que la tensión acumulada en torno a la brutalidad policial, la continuación de la brutalidad policial, el abuso policial y la violencia y los asesinatos han obligado a la gente a tener que soportar esas condiciones porque es obvio que, o bien nuestro Gobierno no puede hacer nada al respecto, o el Gobierno es cómplice y elige no hacer nada.

Y creo que también tenemos que añadir a eso la crisis que se está desarrollando en el país, más allá de la brutalidad policial, porque todos sabemos que los videos de palizas, abusos y asesinatos policiales han continuado existiendo. El movimiento que surgió de las revueltas en Ferguson, que derivó en Black Lives Matter, las condiciones que llevaron a eso nunca dejaron de existir. Y creo que lo que lo ha reavivado, obviamente, es el linchamiento público de George Floyd hace una semana en Minneapolis, pero también las condiciones, el contexto más amplio dentro del cual se está extendiendo. Y debido a esa situación más amplia de desempleo masivo, de la mortandad causada por la pandemia, esto no se trata solo de protestas contra la brutalidad policial.

Sin embargo, vemos muchos, cientos, si no miles, de jóvenes blancos en estas revueltas, lo que las convierte en verdaderas rebeliones multirraciales. Y creo que eso es importante. Algunos han llegado a describir la participación de los blancos como agitadores externos, o me consta que hay informes de supremacistas blancos que se infiltran en algunas manifestaciones. Y creo que son cosas a las que debemos prestar atención, hacer un seguimiento e intentar comprenderlas. Pero creo que no podemos descartar de manera generalizada la participación de los jóvenes blancos, porque tenemos que entender que lo que ha sucedido en la última década también ha destruido sus vidas. Y se ha discutido sobre ello quizás con la generación de sus padres, con la descripción de muertes por desesperación.

Sabemos que la esperanza de vida de los hombres y mujeres blancos corrientes se ha revertido, algo que, por cierto, no suele suceder en el mundo desarrollado. Y está motivado por la adicción a los opioides, el alcoholismo y el suicidio. Y así, esta generación, cuyas vidas verdaderamente… Si te has graduado en la universidad, has tenido que hacer un paréntesis en tu vida debido a la guerra a comienzos del siglo XXI, a la recesión y ahora a una pandemia mortal. Y de este modo, creo que estamos viendo la convergencia de una rebelión de clase en cuyo centro se hallan el racismo y el terrorismo racial. Y, en muchos sentidos, nos encontramos en un terreno desconocido para Estados Unidos.


Traducido por Paloma Farré. Editado por Iván Hincapié.

Fuente: //www.democracynow.org/es/2020/6/1/keeanga_yamahtta_taylor_protests_class_rebellion

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