SETIEMBRE DE 1973

«Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo»: Las últimas frases de Allende antes del golpe de Estado

El último discurso del mandatario chileno quedará en la historia como la despedida de un presidente que en breve sería asesinado por la dictadura de Pinochet.

salvador allende

A 46 años del golpe de Estado que derrocó al presidente chileno Salvador Allende, quien fuera asesinado por orden de la dictadura de Augusto Pinochet, recordamos algunas de las frases del último discurso de aquel negro 11 de setiembre de 1973. 

Las últimas horas del presidente socialista chileno fueron duras. A las 7:30 de la mañana de ese marte, llega al Palacio de la Moneda y le informan del alzamiento de la Marina en Valparaíso, rebelión que se volvería masiva a imparable en cuestión de horas.

Las Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Carabineros de Chile le dieron un golpe de Estado al gobierno de Unidad Popular, electo democráticamente por el pueblo y cuya caída daría paso a 17 años de una de las dictaduras más crueles y brutales de Latinoamérica.

Por medio de la histórica Radio Magallanes, en su emotiva y última alocución, Allende se despidió del pueblo a sabiendas de que sería derrocado, aunque no se esperaba el brutal destino que la dictadura tenía preparado para él.

La preservación de esta alocución para la historia, que hoy pertenece al patrimonio cultural y político de la humanidad, se debe al trabajo del periodista Guillermo Ravest Santis y del fallecido radio-operador Felipe Amado, ambos de la Magallanes y entonces militantes del partido Comunista, propietario de la desaparecida emisora.

radio-magallanes

La historia los juzgará

A continuación el discurso completo de Allende emitido en Radio Magallanes el 11 de septiembre de 1973.

Seguramente, ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las antenas de Radio Magallanes. Mis palabras no tienen amargura sino decepción. Que sean ellas un castigo moral para quienes han traicionado su juramento: soldados de Chile, comandantes en jefe, titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros.

Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar!

Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

La toma de Radio Magallanes

Después de las palabras de Allene, uno de los locutores habló en respaldo a él haciendo un llamamiento a rechazar la dictadura y el golpe de Estado que estaba en curso.

Esta es Radio Magallanes, la voz de la Patria, la voz del pueblo, la voz de los chileno, transmitiendo con una red de emisoras patriotas que están resistiendo el golpe fascista de un sector de las Fuerzas Armadas y de los partidos políticos que no han sabido cumplir con el primer deber hacia la Patria: respetar la Constitución.

Llamamos a los trabajadores, a los pobladores, a los estudiantes, a defender el gobierno popular, a defender al presidente Allende, a rodear La Moneda, para detener el golpe. Llamamos a los soldados patriotas, a los soldados que son hijos del pueblo, a apegarse al bando de los trabajadores, al bando de los patriotas, cada minuto que pasa es importante…»

La alocución es interrumpida al grito de la canción que dice «¡El pueblo, unido, jamás será vencido!». Dicho tema ni siquiera llega a terminar porque la radio fue sacada del aire por orden de la dictadura.

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