La inestabilidad del gigante Asiático afecta a las demás economías

China tiene asumido que es una gran potencia a nivel mundial. Antes de la llegada a América por parte de los colonos, cuando no existía una globalización tan acusada y apena existía un comercio internacional, China era una de las regiones más prósperas. Esta tendencia continúo durante siglos, desde el Imperio Romano hasta la llegada del Estado Moderno a Europa, en el siglo XV. Por tanto, la historia muestra que China tiene dentro de su población una gran potencia económica.

La inestabilidad del gigante Asiático afecta a las demás economías. Foto: Getty Images
La inestabilidad del gigante Asiático afecta a las demás economías. Foto: Getty Images

En la actualidad, el gigante asiático ha conseguido recuperar su posición de liderato mundial, aunque en estos momentos, la economía global está más implicada y su impacto sobre el resto de países es mucho mayor. Según el FMI (Fondo Monetario Internacional), China ha adelantado a Estados Unidos como primera economía mundial, según la paridad de poder adquisitivo. Esto llegó unos años antes de lo que se esperaba por parte de los agentes macroeconómicos y que reflejó que China había dejado de ser uno de los países de cola para convertirse una de las locomotoras a nivel mundial.

Este efecto de arrastre se percibe en su mayoría en los países emergentes exportadores de materias primas. No nos puede extrañar ya se debe considerar que es el mayor importador del mundo y que países como Brasil, Malasia, Singapur, Sudáfrica y Rusia venden miles de millones. Entre estos países el último año acumularon 233.000 millones dólares en ingresos, según datos del NBS (Instituto nacional de estadística de China).

Sus relaciones comerciales van más allá que un mero intercambio de bienes y servicios. China se ha convertido en el objeto de deseo de las empresas a nivel internacional, lo que ha llevado al país asiático adelantar a Estados Unidos como principal destina de la inversión extranjera directa.

Sin embargo, según los últimos acontecimientos de la bolsa China, se está viendo que China como locomotora se está frenando. Las previsiones de crecimiento apuntan a un crecimiento inferior del 7 por ciento. Según previsiones del FMI y de la OCDE prevén un PIB por debajo del 7 por ciento, mientras las autoridades Chinas tienen un objetivo del 7 por ciento del PIB anual. Esto será el peor dato de crecimiento de China desde el año 1990. El gobierno chino tiene un gran reto por delante, ya que después de creer durante 25 años a base de demanda externa e inversión, aprovechando sus costes laborales bajos, ahora tienen que dar un salto con el apoyo del dinamismo de su demanda interna.

Esta transformación se produce en momentos de debilidades que están provocando una frenada del crecimiento y también que la demanda de recursos básicos, ya que una gran crisis golpea con dureza a sus socios comerciales. Esto no sólo ha provocado la caída del volumen de importaciones de materias primas, sino que también desciende el precio de estas al tener una demanda menor. Por tanto, todo lo que ocurra en China afecta a las materias primas que pasan por sus puertos.

Brasil y Rusia se encuentran en una gran recesión, según las estimaciones de Fondo Monetario Internacional, sus economías se contraerán en un 1,5 por ciento y un 3,4 por ciento respectivamente. Los efectos de la desaceleración de la economía china ya se pueden sentir por todo el mundo. Se estima que la debilidad de la economía asiática tiene un impacto de un tercio de la caída del crecimiento de las economías emergentes.

La volatilidad del mercado del gigante asiático durante estos últimos meses contribuye a generar más incertidumbre, ya que se acumulan descensos máximos anuales de caso el 30 por ciento.

En la región la dominación de China es indiscutible. Es la una gran potencia de la zona y el resto de países están bajo su influencia, también los desarrollados, como Corea del Sur, Japón y Australia. Se trata de grandes economías con niveles de renta per cápita elevada, pero expuestas a los vaivenes de China. Entre estos países venden a China casi medio billón de dólares al año y tienen un stock de inversión directa de alrededor de 21.300 millones.

De estos países, Australia es el más perjudicado, ya que su gran número de ventas son materias primas, el sector donde la demanda de China se está debilitando. Al contrario que Japón y Corea del Sur que venden productos industriales.

En la actualidad, en plena crisis griega, con el país en negociaciones de su tercer rescate, la Reserva Federal expuso que su mayor preocupación es la actualidad inestabilidad de los mercados chinos y los riesgos económicos que puede generar esta situación. La Reserva Federal mueve el mundo con su política monetaria está pendiente de China para tomar ciertas decisiones. Estados Unidos y Europa ya no son impermeables a los problemas que tenga China.

También se ha convertido en una preocupación para el Banco Central Europeo (BCE). Según establece el último informe del Banco Central Europeo: “Los países emergentes tienen un rol significativo en la economía mundial, en términos de poder adquisitivo, suponen un 60 por ciento del PIB global y han contribuido con un 75 por ciento al crecimiento global. Los países emergentes juntos, con la moderación del crecimiento de China, han contribuido a que el crecimiento del comercio mundial haya estado por debajo de niveles de plena crisis en 2011.” Por tanto, no es sólo eso, sino que las previsiones para el año apuntan a que el país asiático elevará superávit por cuenta corriente, lo que refleja que las exportaciones se aceleran y las importaciones se resienten, es decir, habrá más exportaciones que importaciones. Las previsiones del Fondo Monetario Internacional apunta que tendrán una balanza de comercio positivo de alrededor del 3,2 por ciento del PIB, el más alto desde hace años, lo que refuerza la teoría que la economía china se esta ralentizando.

Esta ralentización del comercio puede pasar factura a todos los países desarrollados. Ya que existen intereses comerciales y económicos, pero el impacto económico va a llegar mucho más lejos. La competencia laboral impacta directamente sobre la renta de los hogares estadounidense, poniendo de relieve las consecuencias de distribución que provoca el comercio y las pérdidas de eficiencia a medio plazo asociadas con los ajustes a los cambios en el comercio.

El país tiene otro impacto ya que es el gran financiador de sus deudas billonarias. El país asiático tiene casi 1,3 billones de dólares de deuda estadounidense, casi un 20 por ciento de todo el pasivo del país.

Las cifras chinas no son nada alentadoras, pero dejan esperanza y no es otro que la intervención de las autoridades para controlar un aterrizaje suave “soft landing” de la economía. Si consiguen mantener la tasa de paro entorno al 4 por ciento, el crecimiento por encima del 6 por ciento e impulsar la demanda interna, tendrás hechos la base para lograr el paso de una economía emergente a una desarrollada.

El gigante asiático tiene un gran enemigo en su contra, los mercados financieros. La volatilidad de los últimos meses ha alertado a los inversores y podría afectar al consumo como sobre la inversión. Existen factores positivos como que el tamaño de la capitalización bursátil sobre la economía todavía es bajo en comparación con otros países desarrollados.

Raúl Jaime Maestre
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