Los resultados hasta ahora obtenidos mediante el uso de la más reciente tecnología aeronáutica de uso militar, ha dado un resultado “no esperado, muy pobre”, evaluó la OIG, apuntando que “el impacto para reducir el flujo de drogas ha sido mínimo y su máximo alcance ha sido contribuir en la detención de algunos cargamentos de marihuana”.

La OIG recomendó en esa línea, “abandonar los planes de invertir 443 millones de dólares más en aviones no tripulados, y usar esos fondos para darles un mejor uso”.

El costo y los resultados de las tecnologías de punta

Las autoridades cotizaron en 2.468 dólares cada hora de operación de un dron, pero para la OIG, ese cálculo está basado solamente en los insumos básicos: si se le suman los sueldos, horas-hombre, y el mantenimiento la cifra no baja de 12.250 dólares por hora de vuelo. Además las condiciones meteorológicas adversas al vuelo no tripulado, frecuentes en la frontera, limitaron el uso de los drones que solamente volaron menos de la cuarta parte del tiempo que les estaba proyectado. Además los drones han trabajado solamente en unos 250 quilómetros de frontera –debido a la inestabilidad al alejarse más de sus centros de control- por lo que dejan abiertos casi tres mil quilómetros sin sobrevolar.

En materia de migración el documento refiere que la labor cumplida también dejó bastante que desear. Los drones se concentraron en vigilar áreas de Texas y Arizona, donde en un solo año se registraron 275.000 arrestos de indocumentados; los drones tuvieron acción directa en menos de 3.000 detenciones en total.