Maryam Mirzakhani, la Dama de las Matemáticas y la fuga de cerebros

Maryam Mirzakhani. Foto: Captura de pantalla / YouTube
Maryam Mirzakhani. Foto: Captura de pantalla / YouTube

El 12 de mayo, el natalicio de Maryam Mirzakhani (Irán, 1977- EEUU, 2017), ha sido declarado el Día Internacional de la Mujer Matemática por la Unión Matemática Internacional, como homenaje a la genial científica iraní, y también un reconocimiento a la contribución de mujeres desconocidas a esta apasionante disciplina. Las Naciones Unidas, por su parte, la ha nombrado entre las siete mujeres que con sus descubrimientos cambiaron la historia: recuerda al mundo que «las mujeres científicas también existen», aunque de paso es una confesión de la injusticia que han sufrido y sufren cientos de mujeres científicas invisibilizadas: ¿En serio que son sólo siete a lo largo de miles de años y entre cientos de miles de millones de personas?

Antes de que Maryam recibiera en 2014 la Medalla Internacional Fields de Descubrimientos Sobresalientes en Matemáticas, por su trabajo acerca de la «Dinámica y geometría de las superficies de Riemann y sus espacios de móduli», ya se había destacado en su propia tierra iraní, a pesar de las mil y una barreras, no culturales, sino legales que han sido elaboradas para impedir el avance de la mujer.

«¿Sabrías sumar todos los números naturales del 1 al 100?», le preguntó un día su hermano cuando Maryam tenía unos 13-14 años, encendiendo en ella la chispa de la pasión por las matemáticas con este «juego» que formuló un maestro aburrido de una escuela alemana de finales del siglo XVIII para sus alumnos de primaria: los chicos se pusieron a calcular sumando los números, mientras el pequeño Johann Carl Friedrich Gauss descubrió que 1 + 100, 2 + 99, 3 + 98, etc. sumaban lo mismo: 101, por lo que emparejando los cien números con este orden obtendría 101 x 50 = 5.050: así descubrió la fórmula de la suma de la sucesión aritmética.

A los 16 años, Maryam fue una de los tres ganadores de la 22ª Olimpiada Matemáticas Estudiantil de Irán (1994), y en los dos siguientes años, se hizo con la medalla de oro de dichas competiciones, algo nada fácil en un país que ha presumido de sus «hombres matemáticos» a nivel mundial.  También se llevó el primer premio en las Olimpiada Mundial de Matemáticas de Hong Kong y de Canadá, siendo la primera mujer en lograrlos. Una vez que se licenció en matemáticas en 1999 se fue a EEUU para continuar sus estudios en Harvard, donde sacó su doctorado a los 31 años y trabajó de profesora de matemáticas en la Universidad de Stanford. Durante estos años Maryam recibió numerosos premios como el Blumenthal (2009) y el Satter (2013) para convertirse en 2014 en la única mujer y la primera iraní en recibir la Medalla Fields, la distinción que concede desde 1936 la Unión Matemática Internacional: ¡Si en 78 años, unos señores científicos, dotados de un enfoque y unas metodologías libres de perjuicios no han entregado este galardón a ninguna mujer, el problema está en su mente que no en la realidad investigada! Justo por esta misma razón, Mirzakhani fue la primera mujer elegida como miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Irán (2016), demostrando hasta qué punto, incluso en una civilización milenaria, aun vivimos en la «prehistoria» del ser humano.

Su nombre está puesto en un satélite – ‘Maryam’ (Aleph-1 5), y en un asteroide «321357 Mirzakhani», mientras su familia en Irán se ha negado a hacerle un monumento: va al grano, prefiriendo que la fundación que lleva su nombre patrocine a los niños y niñas con talento, en un país donde la educación no es gratuita y millones de menores abandonan la escuela para trabajar y sobrevivir.

Una emigración no circular

La decisión de mujeres con talento especial y sin afiliación política como Maryam a emigrar, revela que:

  • Hay entidades «privadas» que atraen, compran y miman «un cerebro a la fuga».
  • Los gobiernos de los países exportadores de «cerebros», no sólo vacían sus sociedades de un capital humano de nivel, -debido a su ineficiencia, ignorancia, indiferencia -, sino que obligan a la persona a vivir como una «emigrante permanente» sin intención de regresar: ven que en su tierra el problema es estructural que no coyuntural y las opciones del retorno son mínimas, las autoridades carecen de estrategias diseñada para evitar la emigración de las personas cualificadas. La «emigración circular», al contrario, produce el «efecto de retroalimentación», enriqueciendo a ambas naciones.
  • Cuando la búsqueda de oportunidades personales no está vinculada con el compromiso de hacer progresar la nación que uno deja atrás, sin querer contribuye al mal del capitalismo de «sálvese quien pueda».

Cierto, los científicos y los pensadores representan una amenaza para los regímenes que invierten más en levantar templos para hacer prosperar el negocio «material» de lo «metafísico».

Maryam, si se hubiera quedado en la República Islámica, no tendría trabajo ni en la universidad: sólo el 5% del profesorado son mujeres, y además deben mostrar ser musulmanes (de las buenas) y llevar el certificado de fidelidad hacia fiel el caudillo. Obviamente no hay ni una sola catedrática. En España, que tampoco es el país más avanzada en esta materia, las mujeres componen el 33% del profesorado universitario. Irán ha tenido uno de los movimientos feministas más veteranos del mundo y marcó tanto la política que hasta la dictadura semilaica del Sha tuvo que incluir dos ministras en sus gabinetes: Farrojru Parsa, encargada de la cartera de Educación en 1968 y Mahnaz Afkhami ministra para Asunto de la Mujer (que no de la «familia») en 1976. Hoy, no hay ni una, siquiera islamista, de ministra, ya que «Dios nunca envió una mujer ángel o profeta» por lo que ellas no pueden dirigir ninguna comunidad, alegan, ignorando que en la constelación de la mitología religiosa irania las divinidades o son femeninas  (Mitra, la diosa solar) o hermafrodita (Zarván, la del Tiempo Infinito) y la mitad de los ángeles son de sexo femenino. De hecho, el nombre de la hija de nuestra protagonista es Anahita, la Diosa de las Aguas Puras de la religión de Zaratustra. Ella, por las leyes religiosas de Irán ha tenido que adoptar la nacionalidad del padre, un científico checo, por lo que para viajar a la tierra de su madre debe solicitar el visado. Pasa lo mismo con decenas de miles de hijos de madres iraníes en el propio país con esposos extranjeros (refugiados de guerras de la región), que ni siquiera tienen derecho a un carné de identidad, a escolarizarse o recibir atención sanitaria siendo «hijos de extranjero».

Donde el techo no es de cristal, sino de cemento

Maryam nació en un sistema político, que además de capitalista, donde los más desfavorecidos ni pueden pagar la escuela primaria, las mujeres son legalmente colocadas en la categoría de  «subgénero», deben ser tuteladas por los hombres (como en Arabia de los Saudí o la Turquía de Erdogan), consideradas por las religiones semíticas genéticamente discapacitadas mentales. La señora Mirzakhani no podría ni casarse, ni estudiar, trabajar, viajar, intercambiar opiniones con los compañeros masculinos, entre otras decenas de verbos de hacer, sin la firma de un tutor varón aun con el nivel de inteligencia cero. «La mujer tiene un cerebro más pequeño que el hombre porque eso es incapaz de comprender cuestiones complejas» argumenta el ex presidente de la teocracia, Hashemi Rafsenyani, en defensa de la Constitución y sus leyes basadas en todas las variantes del Apartheid (y el velo es sólo el símbolo de este estatus); son los mismos razonamientos que discriminan a las personas de piel negra. El capitalismo religioso es responsable de que Oriente Próximo tenga la tasa más baja del mundo en el trabajo remunerado de la mujer: sólo un 22%. Sara Zahedi (Irán,1981) es otra matemática iraní, emigrada a Suecia, y la única mujer ganadora del premio European Mathematical Society Prize (2016). Ha desarrollado su trabajo en el campo de la Dinámica de Fluidos Computacional.

La eliminación casi total de materias universitarias relacionadas con las Humanidades (filosofía, ciencia política, sociología, etc.) han forzado a miles de estudiantes a apuntarse en las carreras científicas o artísticas, en las que no pueden ser acusados de reflexionar y opinar sobre el sistema, condenando a las «ciencias de pensar» a una decadencia sin precedentes: Pueden ser genios en geometría, pero nunca han oído el nombre de Hegel, Marx o Sartre. Es un problema que Irán arrastra desde hace siglos: al matemático, filósofo y poeta Omar Jayyam le persiguieron de tal manera que tuvo que destruir su manuscrito de Robaiyat.

En el imperio persa, las ciencias exactas, sobre todo las matemáticas tuvieron un gran desarrollo por su utilidad práctica en gestionar las fianzas del vasto territorio. De hecho, palabras como «cheque» o «aduana» se colaron de persa en otras lenguas. Jayyam, por ejemplo, desarrolló el teorema binomial, clasificó las ecuaciones de primer, segundo y tercer grado y halló las raíces curta, quinta, sexta con un método que volvía innecesaria la utilización del triángulo de Pascal, y es quien introdujo la letra «x» – el símbolo universal de la incógnita-, en la matemática universal, siendo una abreviatura de la palabra xey «cosa». Otro de los genioso internacionales persas fue Mohammad Kharazmí (783- 850), conocido en Europa como Alkhorismus. E término «algoritmo» es la deformación fonética de su nombre.

***

Maryam sufrió el cáncer de mama durante cuatro años y falleció en un hospital de California en 2017, a la edad de 40 años.

Del círculo que forman el llegar y el partir,
no vemos el comienzo y no vemos su fin.
Nadie será capaz de explicar el misterio:
¿de dónde hemos venido?, ¿adónde vamos a ir?
Omar Jayyam (S.XI)

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