Procesaron a tres personas como coautoras de homicidio pero el asesino no aparece, muchos de ellos son "becarios" de lujo y uno es profesor de filosofía

Los cuchilleros del Estadio que mataron a Da Cunha son jóvenes de clase media alta llamados zombies"

El sábado 11 de marzo Héctor Da Cunha, de 35 años, se había calzado nuevamente su gorra con los colores de Cerro. Estaba en la parada frente al Hospital de Clínicas junto a su esposa y al hijo del matrimonio, Damián, de 12. El chofer de Coetc, hincha de Cerro de toda la vida, aguardaba el ómnibus que lo llevaría a su hogar en el balneario de Lagomar.

Nada hacía presumir que instantes después estaría rodeado por una horda de simpatizantes de Peñarol que lo vieron como al enemigo que había que eliminar. La mujer y el niño fueron entonces testigos aterrados del ataque de extrema ferocidad que acabó con la vida del joven hombre, cribado a puñaladas.

Al otro día, al trascender la noticia del crimen, toda la sociedad se conmovió y comenzaron a surgir comentarios de todo tipo y desde los más diversos ámbitos. Todos se mostraron indignados y quisieron dar su aporte para terminar con la violencia en el fútbol.

Mientras tanto la Policía, presionada al máximo, iniciaba la trabajosa investigación, videos y fotos de parciales de Peñarol mediante. Una docena de detenidos desfilaron por la Jefatura capitalina, pero todos pudieron desvincularse del caso, quedando en libertad tras declarar en sede penal.

Viendo la complejidad de la investigación, el Comando de la Jefatura de Policía ordenó que el Departamento de Delitos Complejos, en pleno, se uniera al trabajo que estaba realizando el Departamento de Homicidios.

«Estamos encarando mal la investigación. Los que mataron a Da Cunha están desperdigados por todos lados», comentó un veterano investigador, echando por tierra con todo lo que se había hecho hasta ese momento.

El cruzamiento de información entre ambas dependencias permitió individualizar en una primera etapa a ocho de los individuos que participaron el mortal ataque. Sus identificaciones no fue cosa sencilla, entre ellos había muy pocos integrantes de las conocidas «barras bravas», y no había ningún «rastrillo», denominación que se les da a los ladrones oportunistas que aprovechan las aglomeraciones de eventos deportivos para cometer sus fechorías, eran en su mayoría «becarios de lujo».

Al policía con muchos años entre los muros de Jefatura le asistía la razón: uno fue detenido en su casa de Lezica, otro en la casa de sus padres en Punta Carretas, un tercero en un apartamento de Pocitos, el cuarto en una confortable casa de la Unión, otros tres en caserones antiguos pero vigentes del Cerro y dos en la zona del Cordón. La esposa del guarda malogrado los reconoció a todos sin dudar un instante, incluso sorteó rápidamente las tretas de «manyamiento» que montaron los investigadores para asegurar el testimonio de la mujer.

Los primeros ocho detenidos, entre ellos un conocido profesor de filosofía que dicta clases en un liceo privado y en uno público, declararon en la sede penal a cargo del juez Julio Olivera Negrin y allí se acusaron entre ellos, pero nadie reconoció haber apuñalado a Da Cunha. La esposa del docente implicado, que también ejerce como profesora y que está esperando familia para los próximos meses, se mostró muy disgustada y no encontraba consuelo. El padre del profesor dijo que «de lunes a viernes era una persona de bien, pero los fines de semana iba a la cancha y se transformaba, se convertía en otra persona». También indicó que cada vez que su hijo viajaba al exterior para seguir de cerca al cuadro de sus amores, era el Club Atlético Peñarol el que financiaba los pasajes y la posible estadía.

El magistrado dispuso una serie de medidas ampliatorias y los interrogatorios continuaron en la Jefatura.

Pero las aguas recién comenzaron a aclararse cuando un grupo de hinchas de Peñarol decidió señalar a los autores del homicidio, llevando la contra al abogado de los detenidos que a viva voz dijo que sus defendidos «no son buchones y no tienen por qué hablar».

El cerco se fue cerrando, pues por un lado no quedaban dudas de que todos los integrantes de la turba asesina que había levantado en vilo al país estaba a buen recaudo y por otro sólo faltaba dar el puntillazo final de la investigación, ya que el número de los sujetos que se acusaban entre sí se redujo sólo a dos.

Otro de los investigadores con los cuales LA REPUBLICA tuvo la oportunidad de dialogar ratificó que los detenidos no pertenecen a clases desposeídas, no tienen antecedentes penales y no integran la barra brava de Peñarol. «Son jóvenes entre 20 y 32 años que han perdido todos los códigos, sin límites, que se enajenan por cualquier cosa en una sociedad también enferma. Pasan de la computadora al cuchillo prácticamente sin transición, aunque para ello tienen que agruparse. Antes les llamaban ‘planchas’, pero ahora mutaron y les dicen zombies».

En horas de la noche el Juzgado de la calle Misiones era el centro de atención. A las 19.13 la fiscal Cristina Gónzalez pidió el procesamiento de tres de los indicados por el delito de co-autoría de homicidio muy especialmente agravado.

Cuando sólo pasaban algunos minutos de las 20 horas, el juez decidió acceder al pedido de la fiscal y procesó con prisión por el delito de homicidio en calidad de coautores a tres hombres de 27, 35 y 21 años. Dos de ellos pertenecen al grupo de becarios que financia el club Peñarol.

Como informó LA REPUBLICA en su edición de ayer, otros dos hombres que participaron de los incidentes habían sido procesados por «autoevasión». Lo curioso del caso es que también pertenecían al grupo de becarios. Llamó la atención a los jerarcas policiales que de los cuatro hinchas de Peñarol procesados por incidentes a la salida del polémico partido, tres son personas «respaldadas» por los directivos del club aurinegro.

Aunque el autor material del homicidio todavía sigue en libertad, los investigadores son optimistas ya que aseguran que «los datos que tenemos sobre su fisonomía son perfectos y sabemos que son los correctos». Los hombres que están tras los pasos del asesino dijeron que es muy posible que el rostro del hincha de Peñarol que ultimó de seis puñaladas a Héctor Da Cunha sea dado a conocer a la opinión pública en los próximos días mediante un identikit realizado con un complejo sistema informático. *

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