Manos que miran

Centro de Recursos para Alumnos Ciegos obtuvo Mención de Honor en Premio internacional de DDHH

El Centro de Recursos para Alumnos Ciegos y con Baja Visión del Consejo de Educación Secundaria obtuvo una Mención de Honor del Premio Iberoamericano de Educación en DDHH, "Óscar Arnulfo Romero" de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), por haber adaptado obras de Joaquín Torres García para que pudieran ser disfrutadas por personas ciegas a través del tacto.

El Centro de Recursos para Alumnos Ciegos y con Baja Visión (CeR) ya había obtenido la distinción de ganador en la instancia nacional, en la categoría A, “centros educativos”, con su proyecto “Manos que miran”; junto al Centro Providencia y su iniciativa “Participación”, que alcanzó también el primer lugar en la categoría B, “centros de educación no formal y organizaciones de la sociedad civil”.

Este premio es otorgado por la OEI y la Fundación SM en honor a Óscar Arnulfo Romero, obispo y mártir salvadoreño, que defendió incansablemente los derechos humanos. El concurso tiene como objetivo reconocer, destacar y difundir la misión y el compromiso de trabajo de las instituciones de educación básica y organizaciones de la sociedad civil, que a través de múltiples prácticas educativas han promovido los derechos humanos de modo ejemplar y han causado gran impacto en las sociedades en las que se encuentran activas.

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Arte inclusivo

Los ganadores tuvieron la oportunidad de viajar a la ciudad de México para participar de la premiación iberoamericana. Los representantes Pablo Barrios del CeR, y Carolina Naya, del Centro Providencia, fueron los encargados de presentar los proyectos de Uruguay frente a iniciativas de toda Iberoamérica.

En cada una de las categorías, los países presentes fueron: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay.

En esta oportunidad, “Manos que miran” obtuvo una Mención de Honor en la categoría centros educativos. Este proyecto de arte inclusivo reconoce el acceso a la cultura como un derecho humano fundamental, imprescindible para la realización personal y colectiva.

Pablo Barrios, docente de Filosofía y técnico audiovisual, explicó que “En el año 2016 una estudiante del CeR planteó una inquietud a raíz de su visita a un museo donde no le permitieron tocar las piezas. Para ella, ciega de nacimiento, la prohibición de tocar representó un obstáculo en el acceso a cierta esfera de la producción humana: el arte, la cultura”.

De este modo, el CeR se encargó de realizar un proyecto que contribuyera a dar respuesta a esa demanda, y “que también, ponga `ante los ojos` de todos, problemas tales como: ¿cuánto de la esfera de la cultura está vedada para el acceso de las personas con discapacidad visual?, ¿El arte es algo ajeno a una persona que no ve?, ¿Qué es una pintura para una persona ciega?, ¿Pueden construir y experimentar arte las personas con discapacidad visual?”.

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Manos que miran

El proyecto integró a más de 10 docentes, y más de 15 estudiantes, que reunieron esfuerzos para producir diez obras de arte inclusivo, texturizadas, más 6 piezas de madera, que nos acercan al constructivismo de Torres García.

La realización de las obras integró a estudiantes del Liceo N°17, quienes se encargaron de diseñar digitalmente en un plano las líneas que luego, mediante extrusiones, serían impresas en la impresora 3D. Los estudiantes del Centro de Recursos participaron de la fase de testeo de las piezas y de la fase de texturizado.

Barrios explicó que cada color que aparece en la obra es representado por una textura determinada, de modo que, al tocar la pieza, la persona puede «percibir el color» o la distribución espacial, y el grado de preponderancia de los diferentes «colores» en la obra.

“El Seminario fue ante todo una instancia de encuentro para fortalecer lazos de solidaridad, cooperación y expansión de límites creativos y pedagógicos. Ni por un momento la atmósfera se tiñó de un espíritu competitivo. Lo que se vivió, más bien, fue una forma de hermanarnos entre actores y proyectos educativos que confían en las potencialidades de una educación que apuesta por los DDHH, y que saben que los logros se maximizan cuando los esfuerzos se conjugan y las experiencias se comparten”, valoró.

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