AIRE LIMPIO

Las calles sin automóviles pronto serán la norma

En todo el mundo surgen calles sin automóviles en respuesta a un movimiento creciente que se contagia en todo el mundo: las ciudades sin autos.

 

Foto: Pixabay
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El aire de las ciudades es cada vez más sucio, los atascos vehiculares empeoran todos los días y la infraestructura no para de crecer para suplir la demanda de espacio para los vehículos.

En un mundo donde el turismo es un negocio en constate expansión, y con una población mundial cada vez más urbana, las ciudades se preparan para avanzar hacia la nueva era donde el transporte limpio deberá ser la norma.

Las ciudades tienen un espacio limitado, y cómo se distribuye es sumamente importante para las personas. Cuanto más denso es un lugar, más caro es cada metro cuadrado. Sin embargo, en todo el mundo, las ciudades fueron acondicionadas pensando cada vez más en los automóviles, dándoles una porción descomunal de espacio urbano y limitando el área en la que las personas podían caminar, sentarse en cafés o jugar con amigos en alguna zona verde.Algunas ciudades de Latinoamérica y Estados Unidos tienen apenas poco más de 100 años y muchas de ellas son incluso más jóvenes que eso; prácticamente todas nacieron antes de la era del automóvil pero algunas pudieron adaptar su espacio a la creciente cantidad de vehículos desde que aparecieron los primeros vehículos automotores comerciales.En Europa la historia fue distinta: debido a que muchas ciudades tienen cientos o miles de años, y sus calles son estrechas -de apenas unos pocos metros de ancho-, les fue más fácil adaptarse al tránsito a pie o en bicicleta, dejando del lado al automóvil como un medio de transporte urbano e incentivando su uso solamente para distancias largas.

En la era de la posguerra, las ciudades europeas podrían haber seguido el liderazgo de Estados Unidos en el diseño de automóviles de grandes proporciones y en cantidades descomunales. La mayoría, sin embargo, tomó decisiones muy diferentes.

Caminar en vez de conducir

Un momento clave en esta historia tuvo lugar en 1953, cuando la ciudad holandesa de Rotterdam hizo de la  conocida calle Lijnbaan una peatonal especialmente diseñada para los transeúntes y libre de automóviles. El objetivo era crear un centro de ciudad moderno que prosperaría, cerrando el espacio a los vehículos y abriendo más espacio para las personas.

Al principio, los comerciantes del área estaban preocupados de que los clientes no pudieran llegar a sus tiendas sin la capacidad de conducir hasta sus escaparates. Pero a medida que la gente se fue acostumbrando, el comercio minorista en realidad mejora en las zonas peatonales.

Rotterdam y sus negocios locales terminaron teniendo un gran éxito después de este cambio de política, y esto demostró desde el principio la eficacia de cerrar las calles al tráfico y abrirlas a las personas.

Muchas otras ciudades en Europa hicieron lo mismo, y esto, junto con una inversión fuerte y sostenida en transporte público, infraestructura para bicicletas y más, creó una experiencia urbana muy diferente para generaciones de habitantes de la ciudad.

Tanto ha avanzado el desarrollo de ciudades libres de autos que lugares como Ámsterdam buscan ahora prohibir todos los automóviles que funcionan con gasolina de su centro para 2030.

En varias ciudades de Latinoamérica avanza lento y tarde pero seguro en el transporte limpio: en muchas de ellas se está incentivando el transporte público en autobuses híbridos o eléctricos, el metro (donde lo hay) y en taxis eléctricos. También crece la infraestructura de vías exclusivas para bicicletas y en algunas incluso se impone restricciones de ingreso a los vehículos a los cascos urbanos un día a la semana.

En Estados Unidos, ciudades como San Francisco, en California, ha votado recientemente cerrar la calle Market Street, una de las principales e históricas, a la circulación de vehículos particulares, dejándola solo para peatones y tranvias. En Nueva York, la famosa calle 14 ha sido convertida en una vía exclusiva para autobuses; alguna vez fue una de las arterias más congestionadas de la Gran Manzana y ahora es un paraíso para los peatones.

Muy pronto las ciudades sin autos serán la norma, y todas las grandes urbes del mundo deben prepararse para el inevitable cambio.

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