ANTES QUE DIOGO Y GARCIA, SEBASTIAN ESTEVEZ YA ERA MERENGUE

El tercer uruguayo del Real Madrid

La reciente llegada de los futbolistas uruguayos Carlos Diogo y Pablo García al equipo más poderoso de la mejor liga del mundo, sin lugar a dudas, despertó una enorme repercusión en los medios de prensa de nuestro país y obviamente también en los aficionados, fascinados con la novedad de tener a dos compatriotas nada menos que en el Real Madrid, el club que elige a sus estrellas sin mirar cuánto valen.

Incluso, por momentos el ambiente del fútbol se vio sacudido por la posibilidad de que un tercer jugador uruguayo -en este caso el zaguero Diego Lugano- se sumara al equipo galáctico.

Inmediatamente, surgió el recuerdo del último deportista uruguayo en vestir esa camiseta, ya que dos décadas después desde que Juan Alberto Acosta (el padre del «Betito», que hoy juega en Peñarol) vistiera la tradicional casaquilla blanca del equipo madrileño, otro futbolista nacido en nuestro país se vestía con el color merengue para jugar en el Estadio Santiago Bernabeu.

Hoy, sobre el inicio de la «Liga de las Estrellas», LA REPUBLICA quiere contarles la historia del «tercer merengue celeste», quien ya estaba en Real Madrid antes de la llegada de García y Diogo. La gran diferencia es que éste no necesitó de contratistas ni representantes, sino que llegó por méritos propios, contando únicamente con su capacidad y un golpe de fortuna.

 

Como tantos

Sebastián Estévez era un típico adolescente sanducero, que repartía su tiempo entre poco estudio y mucho fútbol y jugaba en el club Estudiantil de Paysandú, allá por 2001, cuando su familia comenzó a vivir tiempos muy difíciles y su padre Fernando -como tantos uruguayos- tuvo que emigrar buscando un mejor futuro en España. Instalado en Cataluña, en un pueblo llamado Roda de Ter, consiguió un empleo que le permitió mandar a buscar a su familia seis meses después; Sebastián viajó junto a su madre Gabriela y sus tres hermanos Pablo, Natalia y Lucía, y al poco tiempo de estar en España encontró un equipo de una zona cercana a Barcelona llamado Manlleu.

 

Como pocos

Recordando sus épocas del Estudiantil, un equipo que luce los mismos colores de Boca Juniors, Sebastián buscó ocupar el tiempo libre para no extrañar tanto su pago y sus amigos y se acercó al Manlleu; allí lo vieron moverse, le dieron cabida en una práctica y se encontraron con «un fenómeno», por lo que decidieron sumarlo al plantel y en el primer campeonato que jugó anotó cerca de treinta goles, generando que su nombre comenzara a conocerse y que «ojeadores» (como le llaman en España a los cazatalentos) fueran a observarlo para certificar sus condiciones.

El talento de Sebastián con el balón cautivó a los enviados y días después los dos grandes equipos catalanes, Espanyol y Barcelona, se disputaban con Real Madrid su contratación. El hijo del legendario José Emilio Santamaría -ojeador del Real- fue quien llegó a hablar con Estévez padre, ofreciéndole llevar a toda la familia a Madrid, darle casa y auto y cerca de diez mil euros mensuales para gastos, poniendo entre otras condiciones que no abandonara los estudios.

 

Un sueño

Lo que en algún momento parecía un sueño se había hecho realidad para el adolescente sanducero, que en poco tiempo estaba compartiendo por momentos el lugar de entrenamiento con Ronaldo, Roberto Carlos, Beckham o Raúl, y teniendo su lugar reservado en el Santiago Bernabeu para ver en acción a los «galácticos».

Dos años ya pasaron de aquel momento de ensueño. En el medio, la adaptación de dejar las canchas de tierra y tener que pasar a jugar en césped artificial, pese a lo cual el primer año en el club logró coronarse campeón con el equipo sub 15 y el segundo año vice-campeón de liga y del campeonato de España.

Actualmente, Estévez juega con los juveniles del Real, y acaba de jugar un torneo ante Santos y Corinthians de Brasil y el Oporto de Portugal. Mientras tanto, entrena en la «Casa Blanca» esperando confirmar sus condiciones futbolísticas en el primer equipo del Real Madrid, terminar de «salvar a su familia» solamente con su talento y (al revés de lo que pasa con muchos) concretar su mayor sueño: jugar algún día en la selección uruguaya.

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