Estudios sobre violencia se enfocan en el fútbol por el arraigo que ese deporte tiene en nuestro continente
Entrevista a Nemesia Hijós y Bruno Mora, licenciados en Antropología, integrantes del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLASO) Deporte, Cultura y Sociedad.
Nemesia Hijós es argentina, Licenciada en Antropología y Doctora En Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA)
Bruno Mora es uruguayo, Magister en Antropología, Licenciado en Educación Física y doctorando en educación por la UDELAR.
¿Cómo surge la necesidad de crear este grupo latinoamericano para reflexionar sobre Deporte, Cultura y Sociedad?
Nemesia Hijós: El propósito es poner en debate nuestras investigaciones, al tiempo, elaborar de forma interdisciplinaria, en un diálogo regional, herramientas que puedan colaborar a comprender estos fenómenos sociales y el lugar preponderante que tiene el fútbol en nuestra cultura rioplatense, y pensar el deporte como una “excusa” para seguir indagando las cuestiones vinculadas a la política, la economía, el género, la desigualdad y la discriminación, que nuestras investigaciones se vuelvan herramientas para elaborar políticas públicas, que sirva para la transformación de nuestra sociedad, que es en definitiva nuestro último objetivo como científiques sociales, poder contribuir en ese desarrollo. Elaborar herramientas que sean insumos para políticas de Estado. En una comunicación colaborativa y colectiva, podemos encontrarnos y poner en debate las distintas realidades y poder contribuir, debatir e intercambiar las distintas herramientas y las distintas miradas.
Hay un predominio de los estudios sobre fútbol. En algunas etapas sobre violencia en el deporte, sobre todo en el fútbol.
¿El énfasis del trabajo del grupo está puesto en el fútbol?
Bruno Mora: Sí, el énfasis está puesto en el fútbol y en su historia, por el arraigo que tiene en América Latina, en particular en el sur. En Centroamérica son otros deportes los que tienen arraigo, con los grandes contingentes migratorios se está practicando Sóftgol en el Parque Rivera, donde hay una liga de Sóftgol que integran venezolanos, cubanos y dominicanos. Hay un predominio de los estudios sobre fútbol. En algunas etapas sobre violencia en el deporte, sobre todo en el fútbol. En esta última etapa sobre fútbol practicado por mujeres y la influencia del feminismo en el fútbol. Emergieron otros proyectos de investigación y extensión asociados a variados deportes y de cómo clubes pequeños y grandes se fueron convirtiendo en sociedades anónimas e instituciones privadas. La mayor parte de los estudios son sobre fútbol, porque es el mayor ritual secular de masas. Incluso en lo político deportivo, hay muchos políticos asociados al fútbol y hay muchos futbolistas haciendo carrera política. Son estudios sobre fútbol, también sobre hinchadas, y sobre clubes. En el último compilado del CLAEH, tenemos estudios sobre SKI, sobre Quidditch como juegos inventados en series televisivas, se crean clubes, eventos internacionales, mundiales, compiten por ingresar en la grilla olímpica, todo eso son también estudios sobre deporte. Nuestra integración al grupo, fue en la perspectiva de cómo se miraba la educación física así misma. La educación física hasta el Plan 2004, que fue el que yo estudié, recién en 2017 se crea el Plan de Educación Física. Hasta allí se veía solamente la lógica interna, es decir, que pasaba dentro de la cancha en términos técnicos, tácticos y reglamentarios. Hasta 2016 la formación del “profe” de educación física, era como pasar, como correr, como leer un reglamento, como entrenar para ganar al otro equipo. Al ingresar al grupo de trabajo de CLACSO, se nos abrió una ventana para pensar la relación del deporte con la sociedad e incluir eso en la formación del licenciado como algo totalmente novedoso para el campo de la educación física
Todas estas situaciones, nos llevan a pensar si el fútbol es el reflejo de la sociedad o sí la sociedad se refleja en este fútbol.
¿La violencia está en la sociedad y el fútbol aparece como un emergente?
Nemesia Hijós: es un tema que debatimos siempre que aparecen situaciones como la violencia que ocurrió en un estadio en México, o la suspensión del fútbol en Uruguay o la muerte de un hincha en Brasil (Atlético Mineiro vs Cruceiro). Todas estas situaciones, nos llevan a pensar, si el fútbol es el reflejo de la sociedad o si la sociedad se refleja en este fútbol. Las conclusiones son que no hay una relación directa entre fútbol y violencia. Hay distintos tipos de vinculaciones, no hay una determinación respecto a ese sentido de la violencia. No me refiero a la violencia física, en la que nos tenemos que detener sino que si nos centramos en los acontecimientos de conflicto y de muerte, de persecución y de enfrentamiento con la policía, todas situaciones que se ven a través de los medios de comunicación, pero de esta forma se terminan opacando otro tipo de violencias. Enfatizamos en que no son solo las violencias en el fútbol, sino en el ámbito deportivo. Los sentidos de las violencias en el fútbol, al igual que en la sociedad van cambiando a lo largo de la historia, en la medida que va avanzando la censura moral y eso puede ir incluso mucho más allá del acto de violencia en sí. Bruno recién mencionaba los casos de los feminismos y el protagonismo que tienen en nuestras investigaciones, el rol que ocupa el feminismo y los activismos sociales y el rol que ocupa y que nos permite marcar nuevos límites y dar tratamiento público, denunciar de forma colectiva más allá del acto violento físico. Estos casos de violencia en México, en Brasil, no son casos aislados sino que son transversales a todas nuestras sociedades, particularmente se reflejan en los medios de comunicación, por el lugar protagónico que tiene el fútbol en nuestra sociedad. No lo debemos reducir a personas irracionales, locas, inadaptadas, sino que hay que entenderlo en la estructuración de lo que nosotros llamamos “la cultura del aguante”. Detenernos en situaciones que antes nos parecían normales, hoy son comprendidas como violencias, particularmente por el avance de los feminismos y por el trabajo que se está haciendo: desnaturalizar, desmenuzar y pensar ¿Qué se entiende hoy por violencia? Es una categoría polisémica, así lo define José Garriga Zucal (antropólogo argentino), integrante del grupo de CLACSO. De acuerdo a los sentidos y a los significados que culturalmente se asigna a un acto de violencia, es un campo de disputa la violencia en sí entre distintos actores que participan del campo deportivo. Con distintas posiciones que son estructuradas y asignadas en un lugar de poder, en el fútbol hay distintos actores que van a concebir la violencia de múltiples modos, tenemos la tensión entre los dirigentes, entre las mujeres feministas que se acercan para erradicar, prevenir, actuar y dar tratamiento a las situaciones que consideran violentas, a los hinchas, a les socies. Los medios de comunicación tienen un rol preponderante, para reproducir las violencias machistas que se estructuran en el campo del fútbol. La violencia física está enmarcada dentro de la “cultura del aguante”, donde el fútbol es un elemento constitutivo, identitario que da sentido a nuestras vidas. Cuando nos definimos socialmente decimos este es mi nombre y soy hincha de tal club, o socie o sigo a tal equipo, eso es un rasgo identitario que tiene un valor, incluso que nos permite establecer lazos culturales con otras personas. Esa “cultura del aguante” en términos identitarios, va a promover cierta rivalidad futbolística que se entiende y que tratamos de combatir y problematizar dentro de nuestros espacios en términos de enemistad, esa enemistad está atravesada por la hombría, por la valentía que se lleva a las canchas y que llega a la tensión máxima, que puede ser un acto violento o cantar determinadas canciones con rasgos homofóbicos. Esa categoría de aguantar, de seguir al equipo a todos lados, de “dar la vida”, tiene una valoración positiva, es una señal distintiva dentro de nuestra identidad. Está atravesado por el honor, no es algo irracional en la cancha actuar de ese modo, es algo lógico, esperable cantar haciendo alusión a la muerte, al sometimiento sexual, a la subordinación y todo es aceptado en ese espacio. Es en la cancha de fútbol o en una competencia que se empieza a dirimir la masculinidad y se refuerza, las cuestiones históricas y culturales que tienen que ver con el sometimiento y la enemistad hacia el otre. El otre es distinto a nosotres, no somos nosotres, el que corre, se somete y “muere”. En ese espacio hay que entender la violencia y saber que no es solamente física sino diferentes tipos de violencias laborales, política, verbal, económica, sicológica, sexual, mediática. Todas esas violencias, necesitan tener tratamiento, visibilidad y políticas que las aborden y las problematicen, que las prevengan y que finalmente las erradiquen.
Vimos entrenamientos de fútbol infantil, donde se ponía una pelota en el centro de la cancha y dos hileras de niños yendo a trancar. No tiene ningún sentido técnico, si hay algo que hay que hacer es la finta o el pase, y no ir al choque.
¿Está en discusión educar de una manera diferente a niños, niñas y adolescentes?
Bruno Mora: La pregunta nos pone en un aprieto. Es un aprieto lindo, porque desde el grupo de estudio de CLACSO, venimos trabajando en algunos proyectos que tiene que ver con esto, tanto en el barrio Casavalle, como Malvín Norte, en Maldonado y en Paysandú. Estamos trabajando en proyectos concretos, se revisaron los currículums de formación en la Licenciatura de Educación Física. Para recordar números: entran 800 estudiantes en Montevideo y 300 en Maldonado, 150 en Rivera y 150 en Paysandú, aproximadamente. Es un contingente de estudiantes importante, terminan el liceo e ingresan a la Universidad. En el segundo semestre de la carrera, tienen como unidad curricular la materia Teoría y Práctica del Deporte. Al inicio de la carrera tratamos estos temas, no es suficiente para luchar contra la tradición patriarcal, como decía Nemesia, que impera en el deporte en general y en el fútbol en particular. Está permeado con una serie de violencias en relación con lo social y no como resultado de lo social. Los deportes tienen su carga histórica, pensemos que los deportes modernos fueron creados para controlar las pasiones, para controlar la violencia de los pueblos que tenían juegos tradicionales, que se lastimaban, incluso terminaban en la muerte. Los deportes fueron creados para controlar esas pasiones, incluso para evangelizar esto, lo plantea Pierre de Coubertein (fundador de los Juegos Olímpicos modernos). La cuestión es como en un Estado laico como el uruguayo, se incorporan estos deportes de corte anglosajón. Ya viene con ciertas tradiciones de cómo ser hincha. Como recién mencionaba Nemesia, se van emulando, se van copiando, como ser hincha en Argentina, que hace para subsistir la hinchada. Hay que crear no solo políticas represivas sino educativas sobre violencia y tener programas en la escuela, en el liceo, en la Licenciatura de Educación Física, que atiendan no solamente la enseñanza del deporte o como se reglamenta, o como ganarle al otro, sino el encuentro social que genera el deporte. Si no hacemos eso, será muy difícil pensar en otro deporte que no sea ganarle al otro y someterlo. Para nosotros es muy importante crear estrategias prácticas y es en lo que estamos trabajando en la Licenciatura en Educación Física y en la Tecnicatura en Deporte, estrategias prácticas para que los docentes y los elencos deportivos trabajen con niños, niñas y otras identidades, que comienzan a acercarse al deporte y que se sienten discriminadas porque se continúa el arraigo de ganar por la fuerza. Incluso vimos entrenamientos de fútbol infantil, donde se ponía una pelota en el centro de la cancha y dos hileras de niños yendo a trancar. No tiene ningún sentido técnico, si hay algo que hay que hacer es la finta o el pase, y no ir al choque, incluso el juego fluido incrementa las posibilidades de ganar. Es algo simbólico, ir a trancar incluso con la cabeza, como si fuera estratégicamente necesario, sin embargo no es efectivo pero se nos ve más aguerridos, más hombres. Es muy importante pensar la relación el deporte y la sociedad. La primera “pata” es la formación y la segunda la intervención en la cancha. Qué hacen los árbitros, los jugadores, los comunicadores, los profesores, los orientadores, los estudiantes con esas herramientas que recién hoy estamos construyendo.
Vamos a la tribuna, cantamos, tenemos estas prácticas que son contradictorias con nuestras valoraciones sociales, nuestros posicionamientos e incluso nuestras convicciones.
Cómo argentina hincha de Boca, habrás ido muchas veces a la cancha, habrás escuchado, incluso cantado, cánticos agresivos hacia los rivales
Nemesia Hijós: Se enmarca dentro de estos sentidos esperables, legítimos para reafirmar nuestra identidad, nuestro amor, nuestra pasión por el cuadro que seguimos. Nos esforzamos para ir a la cancha, recuerdo cuando estaban permitidas las hinchadas visitantes, también hacíamos ese esfuerzo económico para seguir al club y así reafirmar nuestra identidad y nuestra pertenencia a un determinado grupo. En ese marco, permitido y esperable, vamos a la tribuna, cantamos, tenemos estas prácticas que son contradictorias con nuestras valoraciones sociales, nuestros posicionamientos e incluso nuestras convicciones. Nadie escapa a las contradicciones, hacemos nuestro mayor esfuerzo para problematizarlas, no es un acto lineal. En ese ámbito, en la cancha de fútbol, es considerado normal que actuemos de ese modo, sin cuestionar lo que cantamos. Contra un rival histórico como lo es River Plate (Argentina) me he encontrado cantando canciones de las cuales hoy no me siento orgullosa. Recuerdo un caso, el de un jugador de River (Diego) Bounanotte (debutó en River Plate en 2006) había tenido un accidente con unos amigos en un auto, sus amigos habían fallecido y en un clásico se le cantaba “Bounanotte asesino” como si él fuese responsable del accidente donde él sobrevivió y sus amigos murieron. Fue recibido en la cancha gritándole asesino, yo me he encontrado en esa situación, festejando ese acto. Hoy con estas formas de problematización, con las nuevas oleadas feministas que nos permiten revisar nuestras prácticas y eso es algo que hacemos mucho desde el espacio de CLACSO y quiero resaltar los “picaditos etnográficos” (proyecto extensión universitario fútbol femenino) que se hacen en el ISEF (Instituto Superior de Educación Física), donde están Bruno Mora y Martina Pastorino, con quién tuve la posibilidad de trabajar en 2019 cuando vine a un intercambio. Esos espacios como “picaditos etnográficos”, prácticas amateur, estudiantes en formación, acercarlos a los estadios, o a los eventos deportivos y repensar nuestras prácticas ¿Qué hacemos cuando vamos a un estadio? ¿Qué hacemos cuando jugamos un partido? Que no tiene el sentido de la competencia sino una práctica ¿Qué hacemos nosotres? ¿Reproducimos esas violencias que están tan naturalizadas o legitimadas en un montón de espacios o empezamos a visibilizar y marcar nuevos límites, a denunciar colectivamente situaciones que no son éticamente las correctas? Estos espacios “picaditos etnográficos” o espacios de capacitación, talleres para repensar nuestras prácticas, talleres de masculinidad. Como hacen clubes como Villa Española (Uruguay), talleres para repensar identidades, para entender los sentidos de la violencia y asumir social y colectivamente la responsabilidad que nosotres también tenemos. Incluso problematizar lo que hacen los medios, como anuncian estas situaciones, desde lo que ocurrió en México, la suspensión del fútbol en Uruguay, el hincha muerto en Brasil, como retratan los medios de comunicación a las personas, si culpabilizan solamente a los barras bravas sin cuestionar su forma de denunciar esas situaciones e incluso sin cuestionar el rol de las dirigencias. También trabajos como los de nuestra colega Julia Hang (docente e investigadora argentina), quién viene investigando la consolidación de espacios de género en los clubes deportivos, y son fundamentales para entender esos sentidos múltiples de las violencias y comprender la necesidad de implementar protocolos de acción e intervención para el abordaje de situaciones problemáticas comprometiendo a todos los actores. Junto con organizar capacitaciones, talleres y charlas para la previsión de violencias y la problematización de nuestras propias prácticas. En el caso de Argentina, es importante el rol que tuvo la ley del año 2009 para prevenir y erradicar las múltiples violencias, no solamente la física. Y en particular la Ley Micaela establece la capacitación obligatoria en género y violencia de género para todas las personas que están cumpliendo una función pública en los distintos poderes del Estado. Vigente desde 2019, lleva el nombre de una víctima de feticidio: Micaela (García). Estas leyes se pueden incorporar en los clubes y en los espacios deportivos, acompañadas por comisiones, secretarías y áreas de género, para dar tratamiento y para subvertir los significados de la violencia que antes eran legítimos. No solo ayuda a generar espacios de igualdad sino a visibilizar la desigualdad, a pensarla colectivamente para desarticularla y para poder desarmar estas lógicas. En estos espacios, se empezaron a escuchar cancioneros feministas para poner en valor otras cuestiones y no pensar al rival como alguien a quién correr, someter, incluso matar, sino poner cánticos que pongan en valor la propia identidad, que celebren lo que significa ser hincha de determinado club, y no necesariamente que tengan que ver con opresión. Hacer talleres, tener espacios que erradiquen las violencias de género, como las otras violencias en los clubes son fundamentales, para problematizar lo que está ocurriendo.
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