Entretenimiento. Popular elenco televisivo salta a la pantalla grande

La despedida: comedia a la uruguaya

Se sabe que hacer cine en Uruguay es bastante complicado y, si a eso le sumamos el desafío de apostar al entretenimiento básico de la comedia, los problemas pueden sumarse (El largometraje, en realidad, supone una coproducción con Brasil y México). Es que, por estos pagos, no resulta un género transitado en su forma «pura» y pueden darse múltiples comparaciones odiosas. En el caso de esta ópera prima de Tomeo ­que plantea una típica situación de enredos a partir de una despedida de soltero sorpresa, realizada por un grupo de amigos al gordo buenazo que se casa­ el asunto puede analizarse desde varios ángulos.

En nuestra humilde opinión, no se trata aquí de marcar rigurosidades como si estuviéramos criticando a Kim Ki-duk o el proyecto global que uno puede detectar en las producciones nacionales de Control Z, a otro nivel de cinematografía. La propuesta es un producto meramente comercial, con pretensiones de entretenimiento y que acepta el riesgo empresarial de convocar al público criollo (e internacional, si vamos al caso) con las herramientas puntuales que hacen al encadenamiento de gags, un diálogo que pretende ser ingenioso y el potencial carisma de los actores. Para eso toma una historia del escritor ­productor Alejandro Grobert, que Gerardo Tulipano pule a nivel guionístico, y se lanza al vacío de la pantalla en blanco con cierto grado de inconsciencia (Una característica que, muchas veces, es absolutamente necesaria para embarcarse en abordajes de esta naturaleza). El resultado delata muchos altibajos, algunos giros forzados en la anécdota (un copamiento con secuestro que busca disimular la festichola), alguna que otra escena que parece prestada de una película de Sofovich (como la instancia en la estación de servicio donde una rubia sensualota le pide a Del Grossi que «le infle las gomas»), un par de sensiblerías patriotero-lacrimógenas descartables y un desempeño actoral entre correcto y relativamente irregular que, por momentos, resta eficacia al pretendido efecto humorístico. Más allá de un manejo técnico aceptable, el filme no parece zafar de un formato esencialmente televisivo en el cual algún chispazo, de vez en cuando, promete elevar el juego aunque termina quedándose a medio camino. En general, como señalábamos, el elenco (una hibridación carnavalera, teatral y de pantalla chica que no siempre logra una adecuada conjunción) se acomoda bastante al ejercicio lúdico y, en este sentido, el gracejo particular de algunos intérpretes (Maxi de la Cruz y Diego del Grossi, por ejemplo) genera un par de sonrisas legítimas. También es justicia señalar que otros integrantes de la «troupe» impresionan como personajes ornamentales (quizás el caso de Abigail Pereyra) sin mayor oportunidad de destaque o con mínimas ocasiones para rematar un chiste (como puede ser la participación de Hugo Giachino). De todas maneras, a juicio de quien suscribe, dejando de lado los tropezones y recursos fallidos, quizá lo verdaderamente importante de este emprendimiento es que «La despedida» se animó a recoger el guante de hacer comedia en Uruguay. No cabe establecer analogías; resultaría ridículamente desmedido comparar a los grandes del género e incluso a cineastas menos grandilocuentes y más cercanos para establecer pautas de «calidad». El nivel de producción y mercado nos separa abismalmente con la continuidad (ya sea en el acierto o en el error) de un trabajo que marque precedentes en dicho género, sin que esto resulte un pretexto para minimizar el bajo promedio que obtiene la película en su conjunto. Aquí no se intenta discriminar absolutamente nada: ya se sabe que muchas veces lo denominado «popular» tiene detractores aunque muchos de sus representantes terminan entrando por la puerta grande del mejor de los recuerdos. El filme de Tomeo no deja de ser una intentona simpática (y fallida) que marca la tenue posibilidad de continuar incursionando, sin vergüenzas, en un género que parece tan distante a nuestra sensibilidad culturosa. Otra vez será.

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