EL EROTISMO COMO EXPRESION DE REBELDIA

El erotismo, como materia literaria, es una de las temáticas más antiguas y cultivadoras y, contemporáneamente, económicamente redituable. Ha sobrevivido a las costumbres de todas las épocas, a las nuevas tecnologías y a la censura.

En un tiempo en el cual se impone lo explícito y la Iglesia ha perdido buena parte de su predicamento, el erotismo escrito conserva un singular prestigio.

Esta vertiente literaria estimula la imaginación y plantea temas todavía condenados por un núcleo duro de conservadores, que rara vez son abordados con rigor.

En la globalizada sociedad de lo fugaz, que bombardea nuestros sentidos con estímulos directos y primitivos, estamos habituados a que el erotismo y lo sexual anegue nuestro territorio cultural.

La literatura erótica sigue siendo considerada transgresora, removedora y un poderoso vehículo expresivo que permite cuestionar determinados modelos culturales.

En «La biblia húmeda», el escritor Rafael Courtoisie propone un ejercicio poético de fuerte acento rupturista, que mixtura el erotismo con las doctrinas religiosas hegemónicas.

Courtoisie es, sin dudas, uno de los creadores más inquietos y talentosos de la escena literaria nacional, cuyo estilo original e inusual creatividad le han permitido ganar reconocimiento, tanto dentro como fuera de fronteras.

De su producción poética cabe destacar, particularmente, los siguientes títulos: «Contrabando de auroras» (1977), «Orden de cosas» (1986), «Cambio de estado» (1990), «Instrucciones para leer ceniza» (1994), «Las jaulas de la paciencia» (1995) y «Estado sólido» (1996).

También su aporte en narrativa ha tenido una singular gravitación. En este género, algunos de sus títulos de insoslayable referencia son: «Cadáveres exquisitos» (1995), «Vida de perros» (1997), «Tajos» (1999), «Caras extrañas» (2001″) y «Santo remedio» (2006).

Su última novela, «Goma de mascar», que reseñamos el año pasado en esta sección de análisis literario», es un relato de formato policial que rompe con las pautas predominantes en el género, proponiendo una severa indagación de las conductas y las obsesiones más frecuentes de la posmodernidad.

En «La biblia húmeda», el poeta se aventura osadamente en los dogmas de la tradición judeo cristiana, que modifica a su capricho y antojo.

Iniciando su periplo en el génesis, el escritor transita buena parte de las denominadas sagradas escrituras, a los cuales impregna de una explícita humanidad.

Aunque las permanentes apelaciones bíblicas puedan resultar ofensivas para los creyentes o devotos de las religiones dominantes, resulta indudable el talento y la creatividad del autor para mutar la intangible espiritualidad en cotidiana carnalidad.

Pese a la irreverente apariencia del planteo literario, el lenguaje de los textos es sobrio y ponderado, desestimando de plano toda eventual procacidad.

En ese contexto, «La biblia húmeda» es un poemario que destaca por su frontalidad, proponiendo un plausible ejercicio de humanización de la sexualidad como fuente de placer y de construcción de la identidad.

(Cantalao Ediciones)

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