Memoria

Mayo Mes de la Memoria y con Víctor Heredia “Todavía Cantamos”

“Todos tenemos derecho a la verdad”, dijo este martes Víctor Heredia respecto al juicio que podría echar luz sobre la desaparición de su hermana, María Cristina Cournou, y de su cuñado, Claudio Nicolás Grandi, quienes fueron secuestrados entre marzo y julio de 1976 en Buenos Aires.

victor heredia

El cantautor argentino Víctor Heredia solicitó esta semana a un tribunal de la Justicia de su país que permita la declaración de testigos en la causa que investiga la desaparición y muerte de 37 personas, entre ellas su hermana y su cuñado, en un juicio por delitos de lesa humanidad cometidos por varios ex militares.

Al respecto, Heredia refirmó: “No permitir la declaración y búsqueda de esa verdad a quienes somos familiares directos de desaparecidos me parece realmente una aberración».

La sobrina de Heredia, Yamila Grandi, es una de casi una veintena de testigos que aún no pudieron dar su declaración. El juicio que tendrá una nueva instancia este viernes investiga los delitos de privación ilegal de la libertad, torturas y muerte cometidos contra 37 personas, ocho de las cuales fueron asesinadas y 19 todavía permanecen desaparecidas.

Víctor Heredia ha hecho pública su petición en un video que forma parte de una campaña que busca visibilizar a un grupo de familiares de detenidos desaparecidos que aún no pudo declarar en el juicio ya que el viernes próximo habrá una nueva audiencia.

Víctor Cournou Heredia, conocido simplemente como Víctor Heredia; porteño, nacido en Buenos Aires en 1947, aunque de ascendencia francesa e indígena cayapán, es uno de los creadores fundamentales del movimiento de la Nueva Canción surgido a mediados la década de los años sesenta del Siglo XX.

Sus comienzos artísticos, casi por casualidad, se remontan a 1967, año en que fue galardonado como la revelación juvenil del célebre Festival Nacional de Folclore de Cosquín. Su primer suceso discográfico fue “El viejo Matías”, una canción de una nobilísima trama narrativa que le ubicó inmediatamente en la preferencia popular.

A partir de ese momento se sucedieron canciones de alto impacto como “Paso del rey”, “Razón de vivir”, “Ojos de cielo”, “Dulce Daniela”, “Informe de la situación”, “Coraje”, “Sobreviviendo”, “Todavía cantamos”, o “Bailando con tu sombra (Alelí)” texto que remite a su hermana, María Cristina Cournou, embarazada de pocos meses quien fue secuestrada por la pasada dictadura argentina junto a su esposo Nicolás Grandi, el 17 de junio de 1976 y que aún permanece desaparecida.

Los textos de Heredia, de gran valor poético y al mismo tiempo frontalmente contestatarios, se nutren no solo en sus vicisitudes personales sino que hunden sus raíces en la realidad social en la cual convive, lo que ha motivado a que sufriera la censura y la persecución de las dictaduras instauradas en Suramérica, en el marco del Plan Cóndor, hostigamiento que le ha llevado durante varios años al exilio.

Compromiso con los Derechos Humanos

Como sus pares del Movimiento de la Nueva Canción, Heredia trabaja estrechamente con las organizaciones que defienden los Derechos Humanos, con las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, así como con diversas agrupaciones de los pueblos originarios de este, nuestro continente, llamado América luego de su conquista por parte de los europeos.

Su álbum “Taki Ongoy” que trata acerca de la lucha de los pueblos originarios por su libertad, es un ejemplo de cómo una obra poética musical, puede colaborar en la difusión de hechos históricos que de otra forma serían prácticamente olvidados.

Canciones suyas han sido versionadas por cantantes de la talla de los españoles Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel, Ana Belén; los argentinos León Gieco, David Lebón, Mercedes Sosa, Teresa Parodi, Jairo, Pedro Aznar, Juan Carlos Baglietto, Adriana Varela, Liliana Herrero, Charo Bogarín, Ricardo Mollo, Soledad Pastorutti, la Bersuit, la cantante mexicana Lila Downs, el brasileño Milton Nascimento, la peruana Tania Libertad, los cubanos Silvio Rodríguez y Pablo Milanés y los chilenos Inti Illimani y Quilapayun, entre muchos otros. Asimismo incursionó en la literatura publicando dos novelas: “Alguien aquí conmigo” (2004) y “Rincón del diablo” (2006).

Con más de medio siglo de trayectoria, su última actuación en nuestro país fue en setiembre de 2019 ante un auditorio que colmó la sala mayor del complejo del SODRE.

En Uruguay siguen los intentos de liberar o aliviar las condenas a los violadores de los derechos humanos y los intentos de reescribir la historia, mientras tanto Víctor Heredia le sigue cantando a la dignidad.

Luchador incansable por Memoria, Verdad y Justicia, las tres columnas que sustentan la política de derechos humanos.

“Les recuerdo que todavía cantamos”

Vale recordar que en Argentina se había votado una ley que sustituía las penas a individuos condenados reduciéndolas a la mitad, ley 24.390 conocida como la ley del 2 por 1. Una nueva ley, la 25.430 modificó el artículo 7 de la Ley 24.390 para especificar que el 2×1 “no es aplicable a los crímenes de lesa humanidad, genocidio o crímenes de guerra, según el derecho interno o internacional”. En esa ocasión y en el marco de la campaña en contra del 2 por 1 para violadores de los Derechos Humanos, Heredia escribió y publicó un texto titulado: “Que nos devuelvan la mitad del dolor” y que transcribimos a continuación:

“¿Dos por uno? Estoy de acuerdo pero quiero lo mismo para los míos, mis queridos. Esa conmutación de pena, de dolores, de picana, de disparo fatal y feroz escalofrío.

Quiero la mitad del recorrido de la bala que los asesinó, que el cañón con que violaron a Cristina se quede a mitad de camino, que la trompada no llegue a destino, que la dejen amamantar a su hijo un poco más, para que esa ternura tape el olor a carne quemada que percibo cuando entro a Capucha o Capuchita.

Quiero exactamente la mitad de todo lo que padecieron. Es decir que de tanto conmutar padecimientos al fin me los devuelvan con vida.

Quiero al nieto de mi madre, a mi sobrino nacido en cautiverio, ese que por razones inconmutables nunca pudimos abrazar. Sí, quiero a mi hermana y a mi padre, los quiero aquí de nuevo como hace cuarenta años. ¿No les parece justo?

Un dos por uno que retire ese océano de llanto que nos ahogó día a día en la desesperada espera.

¡Quiero ahora mismo la mitad de mi dolor, de mis temores, de mi exilio!

¿No pueden? ¿Cómo que no pueden?

¿Acaso no son capaces de torcer nuestra memoria? ¿De pretender que un asesino ya no lo es más porque se puso viejo? ¿Los devuelven a casa?

Muy bien: ¿Dónde están mis amigos? ¿Dónde están nuestros hijos, nuestros padres y hermanos? Les recuerdo una cosa: Todavía cantamos. Todavía pedimos. Todavía soñamos. ¡Todavía esperamos! A pesar de los golpes que asestó en nuestras vidas el ingenio del odio desterrando al olvido a nuestros seres queridos.

Todavía cantamos, todavía pedimos, todavía soñamos, todavía esperamos que nos digan adónde han escondido las flores que aromaron las calles persiguiendo un destino ¿Dónde, dónde se han ido?

Todavía cantamos, todavía pedimos todavía soñamos, todavía esperamos que nos den la esperanza de saber que es posible que el jardín se ilumine con las risas y el canto de los que amamos tanto.

Todavía cantamos, todavía pedimos todavía soñamos, todavía esperamos por un día distinto sin apremios ni ayuno, sin temor y sin llanto y porque vuelvan al nido nuestros seres queridos.

Todavía cantamos, todavía pedimos, todavía soñamos, todavía esperamos”.

Jorge Yuliani
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