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Carlos Páez Vilaró quedó atesorado para siempre en el corazón de todos los uruguayos

Sus hijos Sebastián y Alejandro, junto a otros familiares transportan el féretro con los restos de Carlos Páez Vilaró, en el cementerio del Norte

Los restos de Carlos Páez Vilaró fueron finalmente sepultados en el Panteón de Agadu del Cementario del Norte, de Montevideo, en una emotiva ceremonia en la a las palabras se les sumaron la cuerda de tambores. Una gran cantidad de figuras públicas se hizo presente para acompañar a amigos y familiares a darle una última despedida al artista.

Finalizado el segundo día del velatorio llevado a cabo hoy en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, al que asistieron figuras del ambiente cultural y político uruguayo, los restos mortales de Páez Vilaró comenzaron su cortejo fúnebre hasta el Cementerio del Norte. El Presidente Mujica, quien también se hizo presente en el sepelio del artista, pronunció en el velatorio unas emotivas palabras exaltando a la figura de Páez Vilaró, catalogándolo como un “enamorado de la vida”

El cortejo hizo una escala de varios minutos en las puertas del exconventillo “Mediomundo”, en Zelmar Michelini 1080, en donde el artista inició su profundo contacto con la comunidad afrouruguaya. En el lugar, la cumparsa Cuareim 1080 le rindió homenaje haciendo sonar los tambores ante la multitud congregada en la calle.

La última despedida

Una vez llegado el cortejo al Cementerio del Norte, el hijo mayor del artista, “Carlitos”, tomó la palabra para decir unas últimas palabras de despedida. “Acá está un hombre común, sencillo, que triunfó solamente por ser natural. Podía estar en Buckingham Palace o en el conventillo, y él era igual”, dijo su hijo y pidió un aplauso para su padre entre los presentes.

Otro que pronunció unas sentidas palabras fue el periodista Atilio Garrido, quien recitó una estrofa de un poema de Ruben Darío, que a su entender describe perfectamente la forma en la que Páez Vilaró “transitó por el mundo”.

“Lo intentó todo, lo quiso todo. Amó la vida profundamente, fue muy fuerte en sus pasiones, pero luchó por los sueños que perseguía”, finalizó Garrido.

Al sepelio del artista acudieron además de un incontable número de familiares y amigos del fallecido artista, varias figuras públicas del ambiente político, cultural, y de los medios de comunicación de nuestro país.

Finalmente, en el panteón de Agadu, la cumparsa Cuareim 1080 volvió a hacer sonar los tambores por última vez, para despedir definitivamente a quien fue una de los símbolos más importantes de la cultura uruguaya.

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