ORIGEN DE FRASES POPULARES REPETIDAS DURANTE SIGLOS

¡Chau Pinela!

DANIEL MARTINEZ SOTO

 

Está en la Luna de Valencia. Al igual que otras poderosas ciudades de la Europa medieval, Valencia estaba rodeada por una muralla que, en la jerga militar, recibía el nombre de luna. Como las puertas de la fortificación se cerraban al ponerse el sol, quienes quedaban fuera de la luna se exponían a múltiples peligros. Quedar en la Luna de Valencia equivalía a quedar desorientado y sin saber qué paso dar, cuando uno pierde de cumplir un propósito.

AL QUE QUIERA CELESTE, QUE LE CUESTE. Aunque algún fanático pueda apostar al origen futbolístico nativo de la frase, ello carece de sustento. Lo cierto es que la sentencia, que alecciona sobre el estar dispuesto a afrontar el precio o trabajo para lograr algo difícil de obtener, refiere a otro color: el lapislázuli. El también llamado azul de ultramar, era conocido entre las clases aristocráticas como la pintura más persistente al paso del tiempo. Papas, emperadores y los más ricos negociaban con los pintores que los inmortalizarían, la cantidad de azul de ultramar que contendría la obra. Al mezclarse con blanco, el lapislázuli generaba el celeste origen de la expresión.

DE PUNTA EN BLANCO. Durante los ejercicios de combate medievales se empleaban armas sin filo con un botón en la punta, como tienen los floretes de esgrima. Eran llamadas armas negras, en contraposición a las afiladas de acero, puntas brillantes, punta en blanco empleadas durante los torneos. Con despliegue espectacular, en medio de música de fanfarrias y gran pompa, los combatientes presentaban también sus mejores galas en cada torneo. Quedó como sinónimo del mejor aspecto que presenta alguien en público.

ANDA QUE TE CURE LOLA. Irreverencia sacrílega entre los antiguos católicos. Lola, sobrenombre familiar de Dolores, es nombrada aquí por la Virgen de los Dolores, a la que se invoca frente a enfermedades y contratiempos. Se suma, a la irreverencia de poner apodo a la Virgen, remitir a ella a quien no nos interesa en absoluto.

ESTAR EN BABIA. En el noroeste de España, en la provincia de León, está Babia. En el siglo XI, León era un reino: sus monarcas tenían allí su retiro de verano, fastuosa residencia dotada con todo el lujo introducido por los árabes en la península. Cuando había crisis, peligros o guerras, los soberanos se refugiaban en el lujo total de Babia. Cuando alguien está en Babia, no se da cuenta de lo que ocurre a su alrededor.

SALIR CON UN DOMINGO SIETE. Para muchos, el domingo es el séptimo día, no el primero de la semana. Cuando alguien sale con un domingo siete, dice algo sin sentido. Para el Antiguo Testamento fueron necesarios seis días para la Creación, «… y al séptimo día descansó», dice la Biblia. Los judíos interpretaron ese sexto día por el sábado (el sabbath hebreo): el domingo es para ellos el primer día de la semana. También los cristianos ven en el domingo el día de la Resurrección, el comienzo de la semana. Por tanto el domingo como día siete es un sinsentido.

¡NO HAY TUTIA! Es decir: no tiene arreglo, no tiene cura. Sin embargo carece de origen familiar: proviene de la medicina antigua, hoy casi olvidada. El diccionario define tutía como «la costra que queda en el horno después de utilizar ciertos minerales». Con esa costra se preparaba un ungüento que por su contenido en óxido de zinc (que aún hoy se emplea con esos fines) era poderoso cicatrizante. Cuando se decía «no hay tutía«, quería decir que no había remedio. Después la derivación la convirtió en asunto familiar.

LA ESPADA DE DAMOCLES. Dionisio gobernaba Siracusa con mano de hierro, allá por el siglo IV antes de Cristo. Cuando un cortesano, Damocles, alabó la felicidad en que vivía Dionisio, éste lo invitó a cenar a su palacio. Lo sentó a la cabecera y allí Damocles disfrutó de lo lindo hasta que vio, sobre su cabeza exactamente, la punta de una espada que colgaba del techo. «Sólo la sostiene una crin», le comentó Dionisio, para explicarle el estado en que vivía por miedo a ser asesinado a cada paso. La frase sobrevivió al tiempo, ejemplo del peligro en algunas posiciones.

¡VIVA LA PEPA! En 1820 la revolución en Cádiz exigió restablecer la Constitución española, dictada ocho años antes, mientras Fernando VII era prisionero de Napoleón, en Francia. Fernando VII había abolido la Constitución y prohibido mencionarla en público. Los liberales apelaron a una treta: como la Constitución de 1812 se había jurado un 19 de mayo, Día de San José, y como todos los Josés en España son Pepe, bautizaron Pepa a aquella Constitución. Al grito de «viva la Pepa», los liberales abuchearon al régimen y evitaron represión. Hoy sin embargo, la frase refiere más a un «vale todo» en proceso.

LA TERCERA ES LA VENCIDA. La expresión aún se usa en España de forma original: «la tercera, va vencida». Data de la época de las legiones romanas: la primera línea de infantería que entraba en combate eran jóvenes y con armas livianas. Una segunda línea la formaban combatientes más fogueados y con armas más pesadas. La tercera línea, los tertiati, eran los guerreros más consumados que, en general, definían las batallas.

HACERSE LA RABONA. Aún se usa en España para quien da la espalda (el rabo) a alguna obligación. En nuestro país, refiere casi siempre a inasistencia a clases de educación. En Argentina, hasta comienzos del siglo pasado se decía por derivación «hacerse la ratona», de donde seguramente proviene, «hacerse la rata». Si en Uruguay alguien se «hace la rata», es que se ha convertido en una persona mezquina.

FULANO, MENGANO, ZUTANO, PERENGANO. Alguien de quien no se sabe el nombre ni el apellido. Su origen es de los más curiosos: proviene de las leyes árabes. Cuando alguien carece de filiación se le llama Fulan ibn Man gan: «un tal hijo de quien sea». De Fulan derivó fulano y de Man gan, mengano. Fulano de Tal es una ironía, para quien aspira tener apellido con blasones. Perengano ya es voz española derivada del apellido Pero, de donde vienen los Pérez: al principio eran Perencejo, después para acompañar la rima, devinieron Perengano. Estos personajes innominados acompañan a otros aun más misteriosos de nuestro uso, habla y conocimiento popular. Magoya, Mongo Aurelio, Mengueche. Ah: y ¡chau Pinela! *

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