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Coordinadora de la ONU en Uruguay: “La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es no dejar a nadie atrás”

En entrevista con LARED21, la coordinadora residente de la ONU en Uruguay, Mireia Villar, afirmó que “cuando ponemos en práctica los esfuerzos de desarrollo, a los que ponemos primero y atendemos con más urgencia es a los que más lo necesitan. Esa es nuestra inspiración de cada día”.

 

En la presentación del Informe de resultados 2020, se plantea la frase “para que nadie quede atrás”¿Qué significado tiene?

“Qué nadie quede atrás” es un compromiso que asumimos todos los países del mundo y la organización multilateral de la ONU, que facilitamos el consenso alrededor de la AGENDA 2030. Significa asegurarnos que cuando ponemos en práctica los esfuerzos de desarrollo, a los que ponemos primero y atendemos con más urgencia es a los que más lo necesitan. Es lo que queremos decir, y es nuestra inspiración de cada día.

¿Hay prioridades para que nadie quede atrás?

Nos parece importante, y allí también está nuestra labor, saber quiénes se están quedando atrás, a veces no se puede priorizar si no lo tenés visible, si no lo tenés destacado en las cifras, en las estadísticas, en el diagnóstico que hacen los propios estados de la situación país. Parece bastante obvio cuando hay gente en situación de calle, cuando hay ollas populares, en otros contextos, tal vez no tanto en Uruguay, es mucho más visible.

La pobreza, la discriminación, la falta de dignidad con que muchas familias tienen que sobrevivir, entonces la prioridad es poder identificarlos. El sentido de la frase, empezar por los que están peor. Son procesos muy enquistados, relativamente estructurales, son temas que a lo largo de ciclos de gobierno, no se han logrado resolver. Tiene que ver con la necesidad de hacer profundas reformas en el modo que trabajamos los que hacemos política pública, que nos relacionamos con las personas, y con el medio ambiente. Es el legado de la Agenda 2030 repensarnos muy de fondo, para poder hacer la diferencia con situaciones que son de larga data.

Aunque no es solo en esta región, CEPAL lo ha dado con detalle, nos enfrentamos a otra década perdida, incluso volvemos a ver fenómenos que estaban encauzados y que ahora resurgen, personas que vuelven a caer bajo la línea de pobreza. Esta Pandemia nos tira varios “casilleros” para atrás.

América Latina sufrirá un retroceso. Desde ONU se asume que los compromisos establecidos en la Agenda 2030, no se van a cumplir. ¿Habrá que hacer esfuerzos mayores para alcanzar los objetivos?

Aunque no es solo en esta región, CEPAL lo ha dado con detalle, nos enfrentamos a otra década perdida, incluso volvemos a ver fenómenos que estaban encauzados y que ahora resurgen, la inseguridad alimentaria y personas que vuelven a caer bajo la línea de pobreza. Esta Pandemia nos tira varios “casilleros” para atrás. Por otro lado, pone en valor la necesidad de ir hacia los objetivos de desarrollo sostenible. Si hubiéramos podido avanzar, nos hubiera encontrado con otro capital social para hacer frente a esta situación. Nuestra esperanza es, y ahora lo planteamos en lo que definimos como la “década de acción”, que son los próximos 10 años que nos quedan para llegar en mejores condiciones al objetivo 2030. Se trata de juntar capacidades, no solo desde el espacio público, sino sumar al mundo de la ciencia, los recursos tecnológicos, las alianzas con la academia, el sector privado y generar procesos de cooperación internacional distintos y poner en marcha soluciones que permitan dar un salto tanto cuantitativo como cualitativo. Con la Pandemia hemos retrocedido, pero la Agenda está muy vigente y lo que tenemos que hacer, es buscar soluciones que nos permitan adelantar varios “casilleros” a la vez. Eso significa sumar alianzas, que hasta ahora habían empezado a funcionar, pero no con el sentido de urgencia que la Agenda (2030) merece.

En el mundo la distribución de las vacunas ha sido desigual, y ha habido mucha descoordinación, en nuestro continente cada país negoció por su lado la compra de las vacunas

En América Latina ha habido gobiernos que han expresado frustración y disconformidad con el mecanismo COVAX y es comprensible.

¿Cómo vio este proceso la ONU?

La ONU junto con estados miembros, la industria, y entidades que trabajan en la investigación, hicieron una apuesta al mecanismo COVAX y es lamentable (no estuvo a la altura de las circunstancias). Sirve de reflexión para los países – miembros, esta iniciativa que trataba la producción y distribución de vacunas, no solo desde un punto de vista de la equidad sino también de la eficiencia. Era más seguro para todos, tener una distribución gradual para las poblaciones más vulnerables en todos los países y de ahí ir aumentando hasta el porcentaje que nos diera la inmunidad de rebaño, una mayor protección para todos. Esa estructura se creó, se negoció, pero había que capitalizarla, había que tener a los países comprometidos con financiar esa producción, esa investigación y eventualmente poder dar en algunos casos las vacunas sin costo. El arreglo, el concepto y el espacio para haber hecho las cosas bien está y estuvo en su momento y sigue operando y es de enorme validez para los países más chicos. ¿Qué pasó? Por un lado la fuerza del mercado combinado con cierto “nacionalismo” con las vacunas. Es lógico y normal querer proteger a tus ciudadanos, pero no al extremo de acumular vacunas, digo centenares de millones de vacunas, cuando hay países que todavía no han podido empezar a vacunarse.

Esta situación es la expresión de cómo está el mundo. No es un problema burocrático de la ONU, no somos siempre un “reloj suizo”, pero en este caso, se habilitó a nivel global un espacio para hacer las cosas bien. Ahora en la India, están ocurriendo 150 mil personas contagiadas en un día, y va a necesitar el apoyo de aquellos países que tienen miles de vacunas en stock, entre otros por su interés propio, porque India es el mayor productor de vacunas del mundo. Si se complica el acceso a los insumos, y a las propias vacunas, de nuevo estamos ante un problema que se podría haber solucionado desde un principio. En América Latina ha habido gobiernos que han expresado frustración y disconformidad con el mecanismo COVAX y es comprensible. La reflexión nos debe llevar más lejos, y entender porqué no funcionó el mecanismo y ha sido a expensas de otros procesos que tanto el mercado, como los países han habilitado.

Naciones Unidas en Uruguay cierra el ciclo 2016 – 2020 y abre otro que comienza en 2021 – 2025

¿Cuál es el balance y las prioridades del nuevo ciclo?

Nos interesaba hacer la rendición de cuentas.  El 2020 es el último año de un ciclo de cinco años 2016 – 2020. Nosotros trabajamos con los mismos ciclos que los gobiernos, esta forma es conveniente porque nos permite rediscutir las prioridades de nuestro trabajo, cada vez que asume un gobierno. A la vez está vinculado al Presupuesto Nacional. El 2020 fue nuestro último año del ciclo, pero a la vez, el primero del gobierno encabezado por el Presidente Lacalle Pou. Fue un año inusual en muchos sentidos, el gobierno debió hacer frente a la Pandemia a dos semanas de haber asumido. A la vez, nosotros ya comenzábamos a plantear el siguiente ciclo, porque el diálogo no es solo con el gobierno sino con todos nuestros socios. El 2020 tuvimos diálogo con la sociedad civil, con el sector privado, con grupos de personas vulnerables con quienes también queremos trabajar y con el elenco de gobierno. En este año empieza el nuevo ciclo. Con el gobierno lo importante era alinear nuestras áreas de mandato y de experticia, con carteras programáticas que no comienzan de cero, sino que existe cierta inercia, porque son carteras vinculadas a acuerdos internacionales que el gobierno adhiere, y que hay que convertirlas en política pública, son temáticas donde no existe un giro tan sustancial entre un gobierno y otro, como cambio climático, medio ambiente, cuestiones laborales, etc. En el proceso de discusión y en el acuerdo aprobado para este quinquenio, identificamos cuatro grandes temas. 


El primer tema, la economía y su compatibilidad con la agenda climática y medioambiental, la temática que hace a los modelos de producción del país, a las apuestas productivas, al rol del sector privado, principalmente en el contexto actual, el mercado laboral y la posibilidad de reactivar el empleo con un énfasis en la inserción laboral de las mujeres. Un segundo tema, el Estado como garante de los derechos de los ciudadanos, un Estado inteligente, con capacidad analítica y de evaluación, con sistemas de información potentes, y con una agenda de seguridad ciudadana que permita aumentar la convivencia entre los que viven en el país y presentes en el territorio. Un punto que nos interesa mucho a nosotros y también al gobierno, era visibilizar la presencia del Estado y parte de ello es la reforma que el Estado está transitando. Un tercer tema, son las políticas públicas, allí nuestras agencias trabajan en salud, en educación, en empleo, en cohesión social y en acompañar alguna de las reformas que el gobierno ha priorizado, en su plan de gobierno.

El cuarto, tema que tiene que ver con lo que mencionábamos al empezar la entrevista: “no dejar a nadie atrás”. Como generar cambios en la sociedad, no solo en el Estado, para que las inequidades tan arraigadas y estructurales, sea género e infancia, un tema muy importante en Uruguay, y de otros grupos vulnerables, puedan irse superando. 

En la Pandemia se planteó “Quédate en casa” o las escuelas que estén cerradas, es una contradicción muy fuerte, cuando los hogares son el centro de la violencia, para muchas mujeres, y para muchos niños, niñas y adolescentes. Esto es un problema en el presente y traerá secuelas de futuro.

Son temas anteriores a la Pandemia, pero el COVID impuso impunidad o mayor invisibilidad de ciertas dinámicas. La Agenda 2030 plantea qué es lo que trae valor a la sociedad. Cuando las mujeres trabajan en la casa, lo hacen de un modo no remunerado, no es que no generen valor, sino que ese valor se lo apropian otros, incluso el Estado que se ahorra el cuidado, o la oportunidad de carrera de su pareja, o de otros miembros de la familia. El costo es claro, esa mujer que se queda en la casa o el adolescente que se queda cuidando a sus hermanos en vez de estar educándose, es una descapitalización, tanto para las mujeres como para los adolescentes, y también para el país. Debemos ponernos “lentes” que nos permitan ver los costos que estos procesos generan para las personas, para los hogares y para la sociedad en general. Es complicado salir de estas lógicas.

 

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