Conducir bajo efectos del alcohol aumenta las posibilidades de provocar un accidente de tránsito

En los últimos días el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Carlos María Uriarte, y el senador nacionalista Sergio Botana, han abogado por la eliminación de la legislación que establece que en el Uruguay solamente se puede conducir un vehículo teniendo 0% de alcohol en sangre.

Uriarte aduce una afectación económica a la industria vitivinícola nacional y Botana cree que «el 0.0 cuando en realidad no ha evitado nada».

La senadora blanca Graciela Bianchi está de acuerdo con su compañero de bancada: «Tenés mi apoyo @sergiobotana para modificar la ley de consumo de alcohol 0. Yo no voté la ley vigente por razones científicas y de principios. Las cifras muestran que en los siniestros las espirometrías positivas son irrelevantes estadísticamente», escribió en Twitter, y no desaprovechó la oportunidad para criticar al difundo expresidente Tabaré Vázquez: «El Presidente Vázquez no nos trató nunca como ciudadanos libres sino como pacientes. Y cuando en el mundo la pandemia de COVID avanzaba no hizo nada y entregó el país sin recursos médicos básicos por absoluta imprevisión».

Evidencia hay, y de sobra

Según datos de la Unidad Nacional de Seguridad Vial, en el año 2020 7% de los siniestros de tránsito fueron provocados por personas que conducían bajo los efectos del alcohol: en total fueron 732 los eventos en los que estuvieron involucrados conductores borrachos.

Los días hábiles los conductores a los que se les detecta presencia de alcohol promedian el 3.8% del total; los sábados la detección de alcohol se incrementa al 12% (más de 3 veces superior) y los domingos alcanza el 19% (casi 5 veces superior).

A nivel internacional, la evidencia científica y estadística disponible ha concluido ampliamente que conducir tras ingerir bebidas alcohólicas sí aumenta las posibilidades de provocar un accidente de tránsito. 

Según un estudio del Insurance Information Institute, con sede en Nueva York, citando datos del Departamento de Transportes de los Estados Unidos, el alcohol provocó la muerte de 10.142 personas en 2019. Estos choques involucran al menos a un conductor de automóvil o motocicleta con una concentración de alcohol en sangre (BAC) de 0.08 gramos por decilitro o más, la definición legal de conducción en estado de ebriedad en la mayoría de los estados de este país.

La Oficina Federal de Investigaciones de EE.UU. estima que 1.024.508 conductores fueron arrestados por conducir bajo la influencia del alcohol o narcóticos en 2019. La tasa de arrestos equivale a un arresto por cada 222 conductores con licencia en los Estados Unidos.

La Organización Mundial de la Salud también apunta que la presencia de alcohol en sangre a la hora de conducir puede ser peligroso y potencialmente mortal. En casos de conducción bajo los efectos del alcohol, el riesgo de accidente de tránsito comienza incluso con bajos niveles de concentración de alcohol en sangre (BAC) y aumenta considerablemente cuando el BAC del conductor es igual o mayor a 0.04 gramos por decilitro.

En casos de conducción bajo los efectos de drogas, el riesgo de accidente de tránsito aumenta en diversos grados en función de la sustancia psicoactiva. Por ejemplo, el riesgo de accidente mortal de un consumidor de anfetaminas es unas cinco veces mayor que el de uno que no consume drogas.

 

En el paper científico titulado Consumo de alcohol y riesgo de accidentes de tráfico en España. Aspectos preventivos, del año 2014, la doctora María Teófila Vicente Herrero y un nutrido grupo interdisciplinario de científicos concluyeron que el hecho de consumir alcohol y conducir se asocia con tasas elevadas de accidentes y muertes en accidentes.
El alcohol afecta la percepción de peligro y potencia las conductas de riesgo; sin embargo, el cómo el alcohol afecta a todo ello es un hecho menos claro, ya que

se han demostrado diferencias individuales en las curvas de concentración de alcohol en sangre conocidas como tolerancia aguda.

En estudios realizados* a doble ciego se pone de manifiesto que, tanto la percepción
de peligro, como la voluntad para conducir mostraron tolerancia aguda en el grupo de consumidores de alcohol. Los participantes con curvas ascendentes de alcohol mostraron ser significativamente más peligrosos y más dispuestos a conducir y con menor sensación
de peligro, que los que se encontraban en las curvas descendentes de consumo (*Amlung MT, Morris DH, McCarthy DM. Effects of acute alcohol tolerance on perceptions of danger and willingness to drive after drinking. Psychopharmacology (Berl). 2014 Apr 22).

Los científicos también alertan que las poblaciones más jóvenes son los más propensos a cometer la imprudencia de manejar un auto tras haber bebido alcohol. Hay un fenómeno de «exceso de confianza» en sus propias habilidades de conducción para hacerlo bajo los efectos del alcohol y el control del comportamiento percibido. Este sesgo de optimismo
resulta más llamativo en los hombres frente a las mujeres.

El estudio Posibles Determinantes de la Conducción Bajo los Efectos del Alcohol en Adultos Jóvenes ( González-Iglesias B1, Gómez-Fraguela JA, Sobral J, agoto de 2014) sugiere diseñar intervenciones efectivas para prevenir los riesgos asociados con el alcohol al volante en la población joven, aunque cuestiona la efectividad de este tipo de campañas sino están acompañadas de educación vial profunda desde la temprana edad.