CONSPIRACIONES

HAARP abre sus puertas al público «para desmontar las teorías conspirativas»

Desde fabricar terremotos y huracanes hasta enfermar poblaciones enteras con sus poderosas ondas electromagnéticas. Al misterioso proyecto HAARP, del gobierno estadounidense, se le ha acusado de todo tipo de conspiraciones. En un intento por desmitificarlo, ahora se podrá visitar para verlo desde adentro.

Foto: wpafb.af.mil
Foto: wpafb.af.mil

El sistema High Frequency Active Auroral Research Program o HAARP —en español: Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia- ha sido del deleite de los conspiranoides por décadas. Este proyecto, que fuera financiado por la Fuerza Aérea y la Marina de los Estados Unidos, la Defense Advanced Research Projects Agency (DARPA) y la Universidad de Alaska, comenzó a funcionar a inicios de la década de los 90s.

El HAARP tiene una serie de instrumentos científicos en su campus, pero el que continúa capturando la imaginación de los teóricos de la conspiración es el Instrumento de Investigación Ionosférica (IRI), el transmisor de radio de alta frecuencia más poderoso del mundo.

El IRI es, a primera vista, ciertamente intimidante como estructura. Compuesto por 180 antenas en fase, cada una con una altura de 21 metros; estas se extienden a lo largo de aproximadamente 12 hectáreas en Gakona, en el medio de Alaska. Durante mucho tiempo fue operado por la Fuerza Aérea, la Armada y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, y ha permanecido cerrado al público por su condición de instalación militar. Uno puede ver cómo las teorías de conspiración comienzan a aflorar y multiplicarse bajo esas condiciones.

El temible HAARP

El ex gobernador de Minnesota, Jesse Ventura, afirmó una vez que el HAARP es un dispositivo de control mental. Otros dicen que puede controlar el clima. El presidente venezolano, Hugo Chávez, dijo que se utilizó para crear el devastador terremoto de Haití en 2010.

Nada de eso es posible, asegura Bob McCoy, director del Instituto Geofísico de la Universidad de Alaska Fairbanks (UAF), entidad que opera HAARP.

«No, no es un arma, y ​​no podría serlo», dijo, de pie bajo las altísimas antenas. 

«Las señales de radio de alta frecuencia son opacas en la atmósfera, o sea que son débiles. Si hiciéramos antenas 10 veces más grande y lo intentaramos, no podríamos afectar el clima», comentó.

Sobre los mitos de controlar mentes aseguró: «las señales eléctricas en el cerebro son de muy baja frecuencia. En el HAARP las ondas son demasiado grandes, aproximadamente de un metro de largo, así que no hay manera de que puedan controlar las mentes».

Cuando la Fuerza Aérea transfirió el control del complejo a la UAF, esta última decidió abrir las puertas a visitantes cada tanto para romper el velo de misterio que rodeaba al proyecto.

El pasado sábado 25 de agosto fue la más reciente «open house» del HAARP, y llegaron unas 260 personas, según fuentes de la UAF. Entre los curiosos habían habitantes de localidades cercanas, militares y hasta un equipo de filmación japonés.

Pero incluso con esta nueva apertura, hacer cambiar de opinión a algunos es difícil. «A la gente le gustan las teorías de la conspiración», dijo McCoy. «A las personas le gustan los ovnis, por ejemplo. No importa lo que hagas, no importa cuántos años pases sin pruebas contundentes, la gente todavía cree en los ovnis», bromeó.

 

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