IDEA PRESIDENCIAL

Trump quiere privatizar la Estación Espacial Internacional pero es poco probable que suceda

¿Estás incursionando en bienes raíces y buscando una manera de invertir cientos de millones de dólares sin prácticamente ninguna posibilidad de ganancia? Entonces la Estación Espacial Internacional (ISS) es para ti.

Estados Unidos podría interrumpir el envío de fondos para las operaciones de la ISS después de 2024 y entregaría el trabajo al sector privado después de eso. Según informa el Washington Post esta es una posibilidad que la administración de Donald Trump está contemplando. La buena noticia es que esto seguramente nunca sucederá. La mala noticia es que la Casa Blanca incluso está considerando un plan que falla en muchos niveles, de acuerdo al diario The Times.

«Un hotel con siete u ocho empleados por cada huésped no generará grandes ganancias»

La Estación Espacial Internacional fue propuesta por primera vez en 1984 por el entonces presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan. En aquel entonces se llamaba Freedom Space Station, y se suponía que costaría solo US$8.000 millones (US$19.000 millones de 2018). La cifra no salió como se esperaba, y se incrementó varias veces: terminó costando US$100.000 millones es lo que EE.UU. ha gastado en la estación hasta ahora, y muchos analistas acercan la cifra a US$ 150.000 millones

Solo el mantenimiento de la estación completa cuesta hasta US$ 4.000 millones por año, mucho dinero para una agencia espacial cuyo presupuesto anual total es de menos de US$ 20.000 millones. Entonces, es una inversión que la que el gobierno podría querer deshacerse. Pero como con todas propiedad en dificultades, la pregunta es, ¿quién la querría?

No es negocio

La ISS nunca tuvo la intención de ser una «empresa rentable», y después de más de 17 años de operación continua, ha tenido éxito en no ganar ni un centavo. Para empezar, los vuelos a la estación no son baratos. En 2018, Rusia cobrará los US$ 81 millones por asiento para lanzar astronautas a bordo de la nave espacial Soyuz. Las compañías estadounidenses no ofrecen mucho más una ganga: el Falcon 9, por ejemplo, el cohete de SpaceX (del dueño de Tesla, Elon Musk) cuesta US$62 millones por silla. Para los arrendatarios del sector privado que quieran operar la estación como un laboratorio de trabajo, es un gasto demasiado grande solo para que sus empleados trabajen.

Llevar turistas a la estación tampoco es una vacación barata. A menos que los potenciales arrendatarios de la estación espacial también tengan sus propios cohetes, las ganancias de un boleto irán a las compañías que hacen el lanzamiento, que a su vez irán cargados en el precio del tiquete. Además, la estación generalmente tiene capacidad para seis personas, y aunque eventualmente puede reconfigurarse para acomodar hasta nueve, la mayoría de los miembros de la tripulación deben ser pilotos e ingenieros. Eso deja solo unos pocos lugares para colocar turistas. Un hotel con siete u ocho empleados por cada huésped no generará grandes ganancias.

 

 

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