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Fiebre espacial, la nueva afección de los que viajan fuera de la Tierra

Además de las náuseas, los mareos y otros síntomas molestos, las personas que viajan al espacio exterior deben enfrentarse a lo que ya se está llamando "fiebre espacial".

Astronauta Luca Parmitano con un sensor en la frente que midió su temperatura. FOto: NASA/ESA
Astronauta Luca Parmitano con un sensor en la frente que mide su temperatura. FOto: NASA/ESA

Según un grupo de investigadores de la Charité Universitätsmedizin de Berlín, se está empezando a tipificar la llamada «fiebre espacial» en aquellas personas que viajan al espacio exterior, ya sean astronautas o turistas. De acuerdo a una nueva investigación publicada en la revista Scientific Reports, se da un aumento de temperatura corporal que no necesariamente es instantáneo sino que es más bien progresivo. Esto pasa a lo largo de los meses que las personas permanecen adaptándose a la microgravedad.

La información que fue tomada antes, durante y después de los viajes a la Estación Espacial Internacional (ISS) arrojó que que después de dos meses y medio, la temperatura corporal de los astronautas excedió los 40° C durante el ejercicio, y estuvo 1° C por encima del nivel normal de alrededor de 37° C, incluso cuando los astronautas estaban en absoluto reposo.

Un entorno hostil para el cuerpo

Además de los aumentos de temperatura antes mencionados, los resultados de los análisis mostraron que la temperatura central corporal aumentaba más rápido en microgravedad que en la Tierra, probablemente porque el entorno espacial interfiere con los factores clave que regulan la temperatura del cuerpo, como el calor que emitimos en nuestro entorno y la cantidad de sudor que producimos para enfriarnos.

El sudor por ejemplo se evapora más lentamente en el espacio, lo que puede provocar sobrecalentamiento durante sesiones de ejercicio a bordo de la ISS. «En condiciones de ingravidez, nuestros cuerpos encuentran extremadamente difícil eliminar el exceso de calor», dice Hanns-Christian Gunga, uno de los responsables de la investigación. «La transferencia de calor entre el cuerpo y su entorno se vuelve significativamente más desafiante en estas condiciones», agrega.

La regulación térmica es imprescindible para un correcto funcionamiento del cuerpo. El límite para una persona promedio que esté realizando trabajos pesados es de 38°C. Arriba de eso puede traer problemas para la salud a corto y largo plazo.

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