DERECHO A LA MUERTE DIGNA

The Sarco: la controvertida máquina para facilitar la eutanasia

Es la primera máquina para la eutanasia creada usando tecnología de impresión 3D. Solo algunos países y unos pocos estados de EE.UU. permiten la eutanasia de forma legal.

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El australiano Philip Nitschke tiene 70 años y ha decidido crear la primera máquina impresa en 3D cuyo cometido es cometer suicidio.

Se trata de The Sarco, un controvertido sistema de apariencia futurista y fines humanitarios que pretende ofrecer una nueva opción a aquellas personas que deseen que se les practique la eutanasia.

Solo unos pocos países en el mundo han legalizado la eutanasia: por ejemplo Países Bajos, que en 2001 se puso a la vanguardia del derecho a la muerte digna de pacientes con ciertas condiciones que deseen que se les aplique un procedimiento para fallecer a voluntad.

En 1996, Nitschke fue uno de los primeros médicos del mundo en administrar legalmente una inyección mortal a personas que así lo deseaban. En el debate internacional sobre la eutanasia, él es una voz con autoridad.

Nitschke, ya con 22 años de experiencia en el asunto, desarrolló The Sarco con la ayuda del ingeniero Alexander Bannick en Holanda, y se ha puesto el objetivo de que llegue a todo el mundo.

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¿Cómo funciona?

The Sarco está siendo desarrollada por la organización sin fines de lucro Exit International, coordinada por Nitschke. Básicamente es una cápsula de apariencia futurista en la que una persona puede entrar de forma voluntaria, o bien si su movilidad está reducida, puede ser colocada por otros. Una vez adentro, el usuario tiene la absoluta decisión de vivir o morir.

Una vez tomada la decisión, la cámara se llena de gas nitrógeno que, sesenta segundos después, hará sentir a la persona desorientada (como si hubiera ingerido mucho licor), según explica el médico. En los próximos cuatro minutos se perderá la conciencia y sucederá la muerte.

También está habilitada en todo momento la opción de detener el proceso si se cambia de opinión y si se quiere que todo suceda en oscuridad o bien mirando hacia el exterior.

Según Nitschke, su idea no es hacer más fáciles los suicidios, sino que tiene como objetivo reconocer que el suicidio es una opción que debería estar disponible para cualquier persona con salud mental. Explica que si hay personas depresivas que pasen una evaluación en la que demuestren ser conscientes de sus actos y de la naturaleza permanente de la decisión, podrían usar el dispositivo. No dio, sin embargo, detalles de esta evaluación y reconoció que se trataría de un test psicológico, “puede ser un campo ambiguo, pero no más ambiguo que los tests psicológicos actuales”.

 

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