EVOLUCIÓN DE LOS HOMÍNIDOS

La razón por la que evolucionaron nuestras manos no es la que creíamos

Los humanos caminamos en dos patas, perdimos casi todo el vello corporal y tenemos lenguajes distintos a los primates por causa de la evolución. Pero, ¿por qué son distintas nuestras manos a las de los monos?

Foto: Pixabay
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A medidas que nos alejamos de nuestros antepasados primates, más distintos nos vemos de esos primeros monos de los que tenemos información. Nosotros ya no caminamos en cuatro patas, ni somos todos peludos. Particularmente, nuestras manos han cambiado sustancialmente a través de las distintas generaciones de homínidos.

Un grupo de científicos estudiaron las distintas teorías del por qué nuestras manos son como son hoy en día. La investigación, publicada en el Journal of Experimental Biology, encontró que las razones no eran precisamente las que creíamos.

Varias corrientes teóricas han sostenido que nuestras manos cambiaron, a lo largo de los cinco millones de años datados de los homínidos, pues dejamos de estar en los árboles, y la forma de estas ya no era necesaria para colgar, pero todo indica que la mutación fue tenía otros fines

Golpe a golpe

En proporción, los brazos de los humanos son significativamente más cortos que los de otros primates como los chimpancés, orangutanes o gorilas. Eso también es consecuencia de la evolución, al igual que la forma actual de nuestras manos, cuyos nudillos se formaron para poder golpear más fuerte.

En un principio, los científicos estimaron que la evolución de las manos se dio en función de utilizar herramientas, y se planteó que el pulgar oponible tuvo ese fin original.

El científico de la Universidad de Utah, David Carter, tiene una explicación distinta. Según él, las manos evolucionaron por fuerza, pues la forma actual parece más bien estar diseñada en función de golpear para defenderse.

Los primeros primate no usaban golpes con puños cerrados en las riñas o enfrentamientos: algunas especies de monos tienen dedos demasiado largos, otros demasiado cortos, haciendo imposible la formación de un puño cerrado, por lo que no es probable que los usen para pegar.

Carter y sus colegas buscaron a diez atletas, y los pusieron a golpear un saco de boxeo con el puño cerrado, y con los nudillos pero con la palma abierta, midiendo la intensidad del impacto. El golpe resultó ser más fuerte cuando el puño está cerrado y con el pulgar incluido. Esto se debe, según concluyeron los investigadores, a que el apoyo del pulgar y las proporciones de los dedos son correctas para formar una masa sólida que golpea mejor.

A pesar de que el estudio fue publicado en un paper científico, algunos investigadores se muestran escépticos con la idea de Carter, y siguen creyendo que las manos evolucionaron para fabricar y utilizar herramientas. Lo cierto es que el ser humano es el único animal capaz de golpear con el puño cerrado y de aplicar mucha fuerza con esta técnica.

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