DÍA MUNDIAL

El Parkinson ya es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, después del Alzheimer

En 1997 la Organización Mundial de la Salud eligió el 11 de abril como el Día Mundial del Párkinson, un trastorno degenerativo que impacta en el sistema nervioso central. Se estima que en el mundo lo padecen 6.2 millones de personas.

El Parkinson ya es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, después del Alzheimer. Foto archivo  ANSES
El Parkinson ya es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, después del Alzheimer. Foto archivo ANSES

Este 11 de abril se conmemora el Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson, y en ese marco la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado sobre la prevalencia y crecimiento de nuevos casos, a tal grado que se considera la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después del Alzheimer.

Se estima que en el mundo la padecen 6.2 millones de personas.

La enfermedad de Parkinson es un trastorno degenerativo que impacta en el sistema nervioso central. Suele ser más frecuente en adultos mayores a 65 años, aunque también afecta a jóvenes.

En 1997, la Organización Mundial de la Salud eligió el 11 de abril como el Día Mundial del Párkinson, fecha en que nació James Parkinson, un reconocido neurólogo inglés que doscientos años atrás describía “la parálisis agitante”.

El doctor Juan Ferrario, especialista en el tema, explicó a la Agencia CTyS que «las enfermedades neurodegenerativas son causadas por la muerte de neuronas. Este es un proceso continuo y progresivo, cuyas causas, en la mayoría de los casos, no son conocidas”.

“El cerebro se compone de distintas partes llamadas núcleos, formadas por neuronas que cumplen funciones diferentes. Según qué tipo de neuronas mueran, se harán notorias diferentes problemáticas. En el caso del Parkinson, muere un tipo de neuronas que produce dopamina y principalmente se evidencian problemas motores”, detalló.

Hasta la fecha, todos los tratamientos existentes son paliativos, por lo que no hay registro de ningún método de curación para enfermedades neurodegenerativas. El gran objetivo de los especialistas es la detección anticipada de la enfermedad.

Para Ferreiro lo ideal sería que existiera “una batería de test que sean marcadores tempranos de la enfermedad”. En ese sentido explicó que si bien hay características propias del Parkinson como, por ejemplo, la pérdida de la capacidad olfativa, estos son considerados factores secundarios y no determinantes.

Lentitud, temblores y rigidez muscular son los principales síntomas motores del paciente con Parkinson. Así, se afecta la capacidad que tienen las personas para desarrollar sus actividades cotidianas como por ejemplo escribir, llevarse una cuchara a la boca o cepillarse los dientes, en otras palabras, todos los movimientos finos regulados por el cerebro.

“A nivel social no hay grandes problemas, sobre todo al principio, porque, si bien aparecen signos de demencia, esto ocurre con la enfermedad muy avanzada. Generalmente con el medicamento, el paciente está bien durante un promedio poblacional de 5 a 10 años. Después cada paciente tiene una evolución propia de la enfermedad y distinta en cada caso”, señaló el especialista.

Aunque no hay tratamiento curativo, sí que hay terapias que mejoran la vida de los pacientes con Parkinson y retrasan la aparición de los síntomas más graves, sobre todo a través de fármacos que sustituyen a la dopamina, un neurotransmisor especialmente importante para la función motora del organismo y ausente en enfermos de parkinson.

«Una llave para el Parkinson»

Ferrairo y su equipo de investigadores trabajan en busca de encontrar una solución para los efectos secundarios de los tratamientos actuales. Actualmente la levodopa que es una droga precursora de la dopamina, es el tratamiento más utilizado.

Y según explicó el especialista el uso de este medicamento es sumamente efectivo salvo por las disquinesias: movimientos anormales e involuntarios, que aparecen como efecto secundario al consumo de levodopa.

Si se solucionaran las disquinesias, el tratamiento sería sumamente efectivo ya que, según indica el experto, hoy en día, “la gente no muere de Parkinson, sino que muere con esta enfermedad”, señaló.

En este proceso de estudio, que lleva más de 20 años, el grupo liderado por Ferrairo ha trabajado sobre un modelo animal con ratones a los que se les inducen características de la enfermedad de Parkinson para identificar mecanismos celulares implicados en las disquinesias.

Concretamente han trabajado sobre una molécula intracelular llamada Fyn, la que consideran una “llave” que podría ser la clave para reducir los efectos secundarios de los tratamientos actuales.

Las neuronas encienden y apagan proteínas mediante un mecanismo que se llama fosforilación. Cuando una proteína esta fosforilada cumple una función y, cuando no, opera totalmente distinto. Lo que hace Fyn es funcionar como un interruptor que enciende un receptor encargado de determinar la actividad de estas neuronas.

“Si bloqueamos, reducimos o eliminamos a Fyn, disminuimos la función de este receptor y, por ende, las disquinesias», explicó Ferrairo.

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