COMER UÑAS

Onicofagia: El peligroso hábito de comerse las uñas

Comerse las uñas es peligroso por varios motivos. Desde deformidades en los dedos hasta problemas gastrointestinales son algunas de las consecuencias de este manía tan común.

Foto: wtvideo.com
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La onicofagia es el hábito compulsivo de comerse las uñas, ya sea por estrés, pro ansiedad o por simple maña. En casos extremos las personas pueden llegar a desprenderse las uñas de los dedos completamente y hasta atrofiar su crecimiento de nuevo.

En ocasiones la zona donde debería estar la uña queda al descubierto, en carne viva y sangrando, abriendo la posibilidad a que entren infecciones en la matriz de la uña.

Además, el onicófago puede verse tentado -ante la falta de uña- a morderse la cutícula, la piel alrededor de la uña, provocándose heridas que se pueden complicar y comprometer la integridad de los dedos. Si el hábito persiste por mucho tiempo la uña puede llegar a un punto en el que no crece más, quedándose pequeña y deformándose el dedo.

La onicofagia produce también desgaste y caída de dientes, deformidades y desacomodo de las piezas dentales, daño del esmalte y repiqueteo constante de un incisivo contra el otro. A veces aparecen úlceras en las encías pues los picos puntiagudos de las uñas cercenadas pueden estar contaminados e incrustarse en esta parte de la cavidad bucal. En el sistema gastrointestinal, las uñas pueden causar problemas serios en caso de ser tragadas.

No comas uñas

Comerse las uñas puede ser una válvula de escape en caso de estrés, ansiedad, depresión u otras situaciones difíciles de manejar para el individuo.

Angustia, estados compulsivos, estrés -laboral, social o educativo-, maltratos, celos, humillaciones, violencia doméstica, cambios en el seno de la unidad familiar, frustración, y timidez son otros de los desencadenantes de la onicofagia. Si una persona la sufre debe asistir a una consulta médica tan pronto como sea posible, para que se le derive al especialista correcto según su condición y estado de salud general.

También hay que tener en cuenta la posibilidad de que puede llegar a ser un síntoma de un desorden de tipo mental o emocional por lo que, si se vuelve un hábito crónico, es necesario buscar ayuda psicológica profesional.

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