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Repercusiones de la osteoporosis en la postmenopausia

Con motivo de los días mundiales de la menopausia y la osteoporosis -que se celebran los días 18 y 20 de octubre, respectivamente-, SUAT te propone conocer un poco más sobre ambos temas. En esta edición, podrás informarte sobre la implicancia de la osteoporosis en la postmenopausia.

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La osteoporosis es la pérdida de la densidad del hueso y se presenta como un factor de riesgo de sufrir fracturas debido a la fragilidad. Ante el incremento de la esperanza de vida, y el consiguiente envejecimiento de la población, se prevé que su prevalencia aumentará en los próximos años. Además, se trata de una problemática que adquiere especial relevancia en la postmenopausia.

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Las fracturas de cadera suponen una gran pérdida de calidad de vida para las personas que las sufren. De hecho, una de cada cinco personas que ha sufrido este tipo de incidentes no vive más de un año luego de la fractura; solamente un tercio recupera el estado de salud previo al accidente.

Por otro lado, las fracturas vertebrales pueden producir dolor, dificultades para respirar, problemas gastrointestinales, y dificultades para realizar las actividades diarias; aunque la mayoría de éstas no es detectada clínicamente, sí se asocia con un aumento de la mortalidad.

En la actualidad, existe una gran versatilidad en materia de indicaciones de tratamiento. En muchas ocasiones, el farmacológico es empleado en forma incorrecta -ya sea por exceso o por defecto-.

En el mercado se cuenta con medicamentos específicos para la osteoporosis: este tipo de fármacos debe indicarse a las personas con un elevado riesgo de fractura para poder reducirlo. Es complicado poder identificar adecuadamente quién tiene alto riesgo de fractura al ponderar los factores. En este sentido, las personas con antecedentes previos de fracturas por fragilidad son las que poseen mayor riesgo; en ciertos casos se descubren fracturas vertebrales al hacer estudios de columna y a eso se suman los hallazgos de la Densitometría Ósea (DMO). Asimismo, también se ha constatado que el mayor beneficio de los tratamientos se obtiene en las mujeres de 65 años o más -es decir, se trata de las personas que padecen más riesgo de fractura-.

Recomendaciones y cuidados generales

En cuanto a las medidas no farmacológicas, éstas son muy importantes para obtener buenos resultados, además de representar un alto impacto sobre la calidad de vida y la prevención de otras enfermedades. En este marco, se resalta la práctica de ejercicio físico de al menos 150 minutos semanales: la actividad se traduce en la reducción del riesgo de fracturas en población de edad avanzada, y de fracturas de cadera en mujeres ancianas. A esto se suma que posee un efecto beneficioso, aunque débil, sobre la densidad mineral ósea. Igualmente, cabe aclarar que el ejercicio elegido deberá ser agradable con el fin de asegurar su cumplimiento a largo plazo.

Por otra parte, el primer paso en la prevención y tratamiento de la osteoporosis es la adecuada ingestión de calcio y vitamina D, y esto se realiza principalmente mediante la dieta.

En la lista de acciones preventivas también se destaca el papel que cumple el alcohol y el tabaco en este grupo etario: es sumamente necesario abandonar el consumo de tabaco porque acelera la pérdida de hueso, al igual que del alcohol ya que al ingerir tres o más unidades de este tipo de bebidas es perjudicial para la salud del hueso e incrementa el riesgo de sufrir caídas.

Prevención de las caídas

Son el principal factor de riesgo de fractura, por lo que su prevención para las mujeres con alto riesgo de fracturas es el tratamiento de primera línea antes que los fármacos. Se estima que el 90 % de las fracturas de fémur se deben a caídas, y se cuenta con estudios que demuestran que las estrategias multifactoriales para disminuir el riesgo de caídas -por ejemplo, el correcto aporte nutricional, el ejercicio físico y la evaluación de los factores- son efectivas en población anciana.

Otras medidas a tener en cuenta para prevenirlas son las que aparecen a continuación: mejorar la visión y el equilibrio, no administrar medicamentos que produzcan sedación o disminuyan el nivel de atención, retirar las alfombras de los domicilios, adecuar baños e implementar buena iluminación de los distintos ambientes del hogar, entre otras acciones.

Dra. María Dutra

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