¿DAÑINO O INOCUO?

El cigarrillo electrónico gana adeptos y respaldo científico

El cigarrillo electrónico se está desprendiendo de la imagen de un artilugio sofisticado y gana adeptos como una forma relativamente eficaz para dejar de fumar, con el respaldo de un número creciente de estudios favorables.

Hombre fumando un cigarrillo electrónico / AFP

Las autoridades sanitarias de los países occidentales afirman que aún es prematuro evaluar los impactos a medio y largo plazo de un fenómeno reciente.

Y la Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue sosteniendo que la seguridad de los cigarrillos electrónicos no se ha verificado científicamente.

Pero los informes científicos y médicos destacan cada vez más que la peligrosidad de los «e-cigs» es muy inferior a la de los verdaderos cigarrillos, causantes de la muerte de más de cinco millones de personas por año en todo el mundo, según datos de la OMS.

«Podemos considerar actualmente, y salvo estudio que demuestre lo contrario, que el cigarrillo electrónico carece de potencial cancerígeno, contrariamente al humo del tabaco», apunta un informe realizado por la asociación francesa de lucha contra el tabaquismo OFT para el ministerio de Salud.

Los peligros del cigarrillo electrónico, cuando está «bien fabricado y bien utilizado (…) son infinitamente menores que los del cigarrillo», aunque «no están totalmente ausentes», sobre todo porque puede originar una «dependencia a la nicotina», señala ese estudio.

¿Gadget o un buen recurso para dejar de fumar?

La OMS advierte igualmente que «tampoco se ha demostrado científicamente» la eficiencia de los sistemas electrónicos de administración de nicotina para dejar de fumar.

Un estudio neozelandés publicado en septiembre por la revista científica de referencia The Lancet sostiene por su lado que el nuevo dispositivo es «por lo menos igual de eficaz que los parches de nicotina» para ayudar a un fumador a abandonar el tabaco.

Y asegura que los usuarios lo incorporan más fácilmente que al parche transdérmico a su vida cotidiana, con lo cual aquellos que no logran abandonar el tabaco reducen al menos de forma considerable su consumo.

¿Un primer paso hacia el tabaquismo?

Esa es la principal crítica contra el cigarrillo electrónico: puede que ayude a dejar el tabaco, pero también podría incitar a fumar a muchos jóvenes que nunca lo hicieron, creando una adicción a la nicotina y conduciéndolos finalmente hacia el tabaquismo.

En Estados Unidos, la agencia sanitaria CDC alerta precisamente sobre un verdadero boom del producto entre los jóvenes, incluyendo aquellos que nunca fumaron, y pide prohibir la venta a menores.

En Europa, Italia y Francia ya adoptaron esas restricciones. Una medida que, según el presidente de la asociación de usuarios Aiduce, Brice Lepoutre, se justifica: el cigarrillo electrónico, afirma «es un producto para personas que ya sufren de adicción al tabaco, y no deben convertirse en un producto de iniciación». AFP

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