Fitoterapia en serio

Todo sobre obesidad y las drogas vegetales más eficaces para bajar esos kilos más

Definición

La obesidad es una enfermedad crónica de origen multifactorial, que se desarrolla por la interacción de factores genéticos y ambientales, caracterizada por el aumento de tejido graso, que generalmente se acompaña de aumento de peso y que en determinados estadios del proceso, pone en riesgo la salud del individuo. La obesidad ocurre cuando las calorías (energía) en forma de nutrientes que nosotros ingerimos son mayores que el gasto necesario para mantener nuestras funciones corporales (metabolismo basal) y nuestra actividad física diaria. Es decir, se produce cuando comemos más de lo que gastamos. Este exceso de calorías son almacenadas en nuestro cuerpo como grasa en el tejido adiposo.

Es importante señalar que para que se considere obesa a una persona, no basta solo con el aumento del peso corporal (fisicoculturistas, pacientes edematizados, embarazo) sino que indefectiblemente tiene que coexistir aumento del tejido graso. A pesar de su curso crónico, es una patología que puede curarse.

Causas que la producen

a)      Genético-Hereditarios

b)      Edad (a mayor edad, mayor preponderancia)

c)       Psicológicos-Sociales y Culturales

d)      Dietarios (Hiperingestas)

e)      Metabólicos (Hipotiroidismo, Diabetes)

f)       Farmacológicos (corticoides, hormonas, polivitamínicos, etc)

Estadísticas

En su «Informe Mundial», la OMS afirmó que 1.300 millones de personas en todo el mundo tienen problemas de sobrepeso y obesidad, que es aproximadamente el mismo número de personas que sufren de desnutrición.

– Afecta al 55% de la población adulta, y casi un 18-25% de los niños.

– Uruguay presenta la mayor incidencia en Sudamérica, alcanzando el 62.5 % de la población, siguiéndole Argentina con el 57.8%, Colombia 53.0%, Chile 46.9%, Perú 31.8% y Brasil 19.0%.

Índice de Masa Corporal

Las medidas del peso y de la talla son actualmente el paso inicial en la evaluación clínica de la obesidad. La forma práctica de evaluar el grado de sobrepeso y obesidad es el Índice de Masa Corporal (IMC). Este índice es el resultado de dividir el peso sobre la talla al cuadrado (peso ÷ taIIa2), pudiéndose clasificar de la siguiente manera:

CLASIFICACION DE SOBREPESO Y OBESIDAD EN ADULTOS POR EL IMC*

–          BAJO PESO        <18.5        Baja (aunque hay riesgo de otras enfermedades (cáncer)

–          NORMAL         18.5 – 24.9    Promedio

–          SOBREPESO    25 – 29-9      Levemente aumentado

–          OBESIDAD           >30

–          CLASE I           30 – 34.9      Moderado

–          CLASE II          35 – 39.9      Severo

–          CLASE III           > 40           Muy severo

* Adaptado de OMS, National Heart, Lung, and Blood Institute: Clinical Guidelines on the Identification and Obesity in Adults (June 1998)

Es importante no solo evaluar el grado de sobrepeso y obesidad, sino también la localización de la grasa. Las complicaciones metabólicas del exceso de grasa ocurren fundamentalmente cuando la grasa se localiza en la cintura y especialmente cuando la grasa es intraabominal.

Circunferencia de la Cintura

Es quizás el indicador más confiable para evaluar variaciones de la grasa abdominal, presentando menor margen de error que el método anterior. Los valores sugeridos por el INH de USA y OMS son los siguientes:

NORMAL                                                       RIESGO ALTO               RIESGO MUY ALTO

HOMBRES         < 94 cm                            94 cm -102 cm                       > 102cm

MUJERES          < 80 cm                            80 cm – 88 cm                        >  88 cm

Tratamiento

El tratamiento de la obesidad, al responder a una multifactoriedad de causas, deberá efectuarse ateniéndose precisamente a cada una de los elementos etiológicos que la determinan. De una manera esquemática puede direccionarse hacia los siguientes objetivos:

–  Actividad Física

– Dieta

– Tratamiento con Drogas Vegetales

Obra de Fernando Botero

Actividad física

El sedentarismo como estilo de vida, contribuye notoriamente a la ganancia de peso o, en su defecto, a no mejorar el descenso de peso durante una dieta hipocalórica. Si bien la gimnasia por sí sola no contribuye a generar un descenso de peso marcado, a su favor podemos decir que contribuye notablemente a generar condiciones metabólicas favorables (en especial sobre el metabolismo hidrocarbonado), tonifica la masa muscular (eliminando la flaccidez), mejoran la circulación, dinamiza el funcionamiento orgánico general y estabiliza al sujeto para que no vuelva a ganar peso tan fácilmente. Por lo tanto la gimnasia va a formar parte del cambio de estilo de vida que se le pide como «sacrificio» al sujeto durante la etapa de adelgazamiento y durante la fase siguiente de mantención.

Dieta

Existen y existieron gran cantidad de dietas a lo largo de la historia, algunas más y otras menos exitosas. Los medios gráficos y televisivos (muy adictos a dictaminar qué se debe comer y que no) han hecho pulular un gran número de dietas, muchas de las cuales resultaron peligrosas para la salud. Diferentes dietas, tales como la del astronauta, la de la luna, la de la Clínica Mayo, cetónica, Atkins, disociada, etc, etc, no contienen un correlato científico que las sustente.

En 1.991 el National Institute of Health de USA concluyó que las dietas, ejercicios programados, fármacos supresores del apetito y las modificaciones de la conducta no eran terapias efectivas en el tratamiento de la obesidad mórbida. Ello nos habla de la complejidad del problema, que lejos de desechar cualquiera de estos métodos, intenta optimizarlos y ajustarlos a cada caso en particular.

Por lo pronto, no puede haber dietas iguales para todos los obesos, sino dietas programadas para caso en particular, permitiendo incorporar (racionalmente) algunos de los alimentos que al obeso le guste o apasione. De esta forma se trasforma la transgresión en tratamiento.

Una dieta debe privilegiar dos cosas fundamentales: contener los requerimientos mínimos pero indispensables de hidratos, proteínas y grasas, por un lado; y disponer una limitada cantidad de calorías, pero que alcancen a cubrir las necesidades metabólicas diarias del organismo.

El 60-70% del gasto energético diario está relacionado con el costo del mantenimiento de las actividades basales corporales (en reposo). Un 10% está vinculado al gasto producido por ingesta de alimento, exposición al frío, stress, y ciertas influencias hormonales. Finalmente, un 20-30% se relaciona con el gasto por actividad física (ya sea el voluntario, como ejemplo ir a un gimnasio, o el involuntario, representado por los movimientos musculares al caminar, respirar, moverse, etc).

Se sabe que una dieta de 1.200 calorías diarias, produce una pérdida de 150-200 g/día, que en una semana se transforman en 1,2-1,4 kg, y en un mes en aproximadamente 4,8-5,6 kg de pérdida de peso. De mantenerse este ritmo, en 3 meses se supone la pérdida de peso podría alcanzar cifras de 14,4-16,8 kg. Sin embargo, las estadísticas confirman que en promedio, aún siguiendo una dieta estricta, el organismo pierde en ese lapso unos 6-8 kg. ¿Y el resto?.

Evidentemente, ni la nutrición ni la medicina son ciencias matemáticas. Los mecanismos emocionales y el sedentarismo vinculante en muchísimos regímenes, condicionan pérdidas de peso escasas en relación a la pauta dietaria incorporada. Asimismo, el propio organismo suele condicionar y poner límite (como mecanismo de defensa) a la pérdida de peso corporal. No obstante estos vaivenes, la dieta hipocalórica forma parte importante del tratamiento médico del paciente obeso.

Fibras

Definimos fibra dietaria al material de la pared de la célula vegetal compuesta por diversos componentes que resisten la digestión de las enzimas y demás secreciones digestivas de los mamíferos. Durante mucho tiempo se dio prevalencia al papel laxante que tienen este tipo de sustancias; sin embargo, las últimas investigaciones dan cuenta del rol preventivo que cumplen en la génesis de determinadas enfermedades crónicas, vinculadas principalmente al riesgo cardiovascular, diabetes, lípidos elevados, divertículos intestinales, y a la incidencia de cáncer de colon.

En la actualidad se recomienda como una buena medida profiláctica y saludable para el organismo el consumo de 20-35 g diarios de fibra. De acuerdo con las recomendaciones de la FDA norteamericana, el contenido porcentual de fibras debe ser del 30% para las llamadas solubles y del 70% para las insolubles.

A la fibra la vamos a encontrar en diversas cantidades y combinaciones en las hojas, tallos, flores, tubérculos, raíces y semillas de las plantas. Generalmente se encuentra en la cubierta externa (como ocurre con la cáscara del psyllum), lo cual hace que se pierdan en mayor medida cuando se «pelan». Para preservar el contenido en fibra se pueden comer crudos o cocer al vapor.

El tostarla, dorarla u hornearla puede incrementar el contenido de lignina. Los alimentos integrales conservan mejor la fibra que aquellos que sufren procesos de refinamiento. Sin embargo, la dieta occidental rica en especialidades «rápidas» o comida «chatarra» hace que el consumo de fibra esté por debajo de los niveles recomendados por la FDA, lo cual hace recomendable en muchos casos el aporte de suplementos nutricionales en base a fibra vegetal, especialmente desde los seis años de edad.

Tratamiento Fitoterápico

El tratamiento con drogas vegetales ha dado un giro importante en el abordaje medicamentoso de la obesidad, a partir del conocimiento de los mecanismos de acción de sus principios activos. Se pueden dividir en:

– Drogas vegetales termogénicas.

– Sacietógenas

–  Aceleradoras del Metabolismo Lipídico

–  Inhibidoras del apetito

Plantas Termogénicas

Una de las actuales estrategias farmacológicas para combatir la obesidad es a través de la incorporación de drogas vegetales que puedan incrementar el gasto energético (drogas termogénicas). Entre los principios activos termogénicos más estudiados figuran las metilxantinas (cafeína, teofilina, teobromina), presentes en el té verde (Camelia sinensis) y la yerba mate (Ilex paraguariensis).

Yerba mate

Sacietógenas

Se trata de plantas que, debido a su riqueza en polisacáridos hidrófilos, producen una sensación de lleno en estómago tras su ingesta junto a una buena cantidad de líquido. Entre ellos destaca el alga Fucus vesiculosus, cuyo tenor en ácido algínico promueve un buen efecto sacietorio. En este grupo también encontramos el glucomanán, de similares efectos al Fucus. Pero quizás el mejor exponente de este grupo sea la espirulina (Spirulina pratensis), una microalga que más allá del efecto sacietorio de sus alginatos, proporciona un excelente aporte de proteínas de alta calidad, ideal para dietas restrictivas y vegetarianas. Varios ensayos clínicos confirman que tras el suministro de espirulina (50-100 mg 1-2 veces al día) se reporta un descenso de peso promedio del orden de los 1,5 a 2 kg por semana.

Estimulantes del Metabolismo Graso

Se trata de plantas cuyos principios activos pueden intervenir acelerando la combustión de grasas en el Ciclo de Krebs. El exponente vegetal más importante de este grupo es la Garcinia cambogia.

Se trata de un arbusto o pequeño árbol perenne, oriundo de Asia, sur de África y Polinesia.  La parte empleada está determinada por la corteza seca de los frutos, la cual contiene un 30% de ácido hidroxicítrico.

La Garcinia demostró actuar sobre el metabolismo de las grasas. En la síntesis o producción de lípidos interviene la enzima citrato liasaencargada de catalizar la degradación del citrato en acetil-coenzima-A.Pero en presencia de ácido hidroxicítrico, principio activo de la garcinia,se forma menor cantidad de acetil-coenzima-A.  Esto se explica a través de un mecanismo competitivo entre el ácido y la enzima, generándose de esta manera menor formación de grasa. Los estudios en animales han dado cuenta de esta actividad en numerosos ensayos. En cuanto a ensayos clínicos, diferentes estudios a doble ciego controlado con placebo, demostraron que extractos de garcinia valorados en ácido hidroxicítrico, suministrados media o una hora antes de las comidas principales, a lo largo de 12 semanas de tratamiento, produce descensos de peso de manera significativa.

En este grupo también podemos mencionar al Naranjo amargo (Citrus aurantium), cuyo fruto contiene Sinefrina, un estimulante del catabolismo graso en adipocitos e hígado.

Inhibidores del apetito

Durante muchísimos años, las anfetaminas habían sido el único recurso terapéutico capaz de inhibir el centro del apetito a nivel bulbar. No obstante, el efecto reductor de peso se acompañaba de una serie de síntomas adversos que se tornaban más peligrosos que la propia obesidad. Entre esos síntomas figuraban: palpaitaciones, arritmias cardíacas, insomnio, depresión, constipación severa, y el consabido efecto rebote tras la suspensión del tratamiento.

A partir de la década del 90 comienzan a realizarse estudios muy importantes con un cactus sudafricano: Hoodia gordonii. De su tallo suculento, la etnia Bushmen lograba apaciguar el apetito en sus largos recorridos por el desierto de Kalahari, o le servía de apoyo para las largas horas de espera al acecho de cazar animales. De esta especie se pudo aislar un glucósido esteroidal, que junto a otros compuestos activos, sería responsable del efecto inhibidor del apetito. Aún no está del todo dilucidado su rol en el centro del apetito en bulbo, pero los trabajos científicos llevados a cabo con esta especie han sido más que satisfactorios.

Por último quiero hacer mención al Hisopo (Hissopus officinalis), una planta muy utilizada popularmente en Obesidad. Esta especie, no tiene un mecanismo de acción definido, aunque sabemos de su efecto diurético útil para evitar edemas. Se especula que pueda tener una combinación de los efectos antes señalados (termogénicos, sacietorios, etc), pero posiblemente en menor escala que cada una de las plantas antes mencionadas. Sin embargo, los testimonios de las personas que consumen esta planta (en infusión o tintura) dan cuenta de excelentes resultados a lo largo de varias semanas de tratamiento.

 

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