La muerte por omisión de asistencia de Roberto Luzardo, acusado de ejecutar al hermano del general

El 6 de diciembre continúa juicio en que está implicado el Goyo Alvarez

El Juzgado Penal de 1º Turno, a cargo del doctor Juan Carlos Fernández Lecchini, continuará el próximo 6 de diciembre las actuaciones sobre el caso de la muerte de Luis Roberto Luzardo Cazenave, en la que aparece implicado el ex comandante en jefe del Ejército y dictador Gregorio Alvarez.

La causa Luzardo fue denunciada por el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) en un dramático escrito, en el que se describen los delitos de detención y reclusión ilegal, lesiones graves, torturas, omisión de asistencia y muerte de los que fue víctima Luzardo desde el 16 de agosto de 1972.

El 6 de diciembre prestarán declaración ante el juez Fernández Lecchini tres hermanos de la víctima -Néstor, Raúl y Beatriz Luzardo-, quienes fueron testigos de la decisión de omisión de asistencia en el Hospital Militar de la que fue objeto Roberto hasta llevarlo a la muerte. Luzardo falleció por aparentes «causas naturales» el 12 de junio de 1973 -quince días antes del golpe de Estado dado por Juan María Bordaberry-, pero en realidad su muerte habría sido ordenada por el propio «Goyo» Alvarez como venganza por la ejecución de su hermano, el coronel Artigas Alvarez. El coronel Artigas Alvarez fue muerto el 25 de junio de 1972 en un operativo adjudicado al MLN -Tupamaros que, según versiones, en realidad estaba destinado a Gregorio Alvarez.

Muerto Artigas Alvarez se incrementó la represión de todos los detenidos en cuarteles y unidades de reclusión.

 

Las detenciones

Luis Roberto Luzardo Cazenave nació en enero de 1943 en el departamento de Durazno, y cuando murió sólo tenía 30 años de edad. Era militante del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) Tupamaros y fue detenido por las Fuerzas Conjuntas entre el 16 y 18 de agosto de 1972 en el «Bar Asturias».

Aquella nochecita los represores entraron al bar cuando Luzardo compartía una mesa con otros dos compañeros: José Serrano y Henry Engler. Sin darles tiempo a reaccionar dispararon contra Luzardo a 50 centímetros de distancia e hirieron a Engler en un hombro.

Luzardo fue trasladado al 9º de Caballería y quedó tirado en el suelo sin ningún tipo de asistencia médica («Me dejaron tirado toda la noche», llegaría a describir). La bala 9 milímetros le ingresó en el manubrio esternal, junto a la fosa clavicular y sus esquirlas lesionaron la médula, dejándolo paralizado.

Un mes después, el 12 de agosto, su hermana María Nilsa Luzardo también es detenida en una casa en Siria y San Marino, y trasladada a la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) de la calle Maldonado y Paraguay, donde en la tortura reconoce al comisario Hugo Campos Hermida.

María Nilsa debió ser internada en el Hospital Militar con un cuadro de apendicitis. La ubicaron en la Sala 8, donde también había sido trasladado su hermano, Roberto Luzardo. Ambos compartieron el pabellón médico, sólo separados por unas cortinas que dividían a mujeres y hombres allí internados.

 

El Hospital Militar

El delicado estado de María Nilsa fue denunciado por una de sus compañeras, la médica Azzarella Muñoz, quien advierte de la situación al médico de guardia, doctor Torterolo, quien la opera. Al despertar de la anestesia María Nilsa reconoce al médico Campomar, que había sido docente suyo.

Campomar, quien había sido su profesor de Fisiología en el Instituto de Educación Física, le pregunta si se puede levantar y la lleva hasta la cama de su hermano Roberto, que estaba internado desde hacía más de un mes. Roberto podía mover las manos y hablaba con cordura, pero estaba paralizado desde el tórax hacia abajo.

Un enfermero dejó que María Nilsa se acercara por segunda vez a su hermano y él le contó de su captura; pero el tercer encuentro fue dramático: alguien colocó a Roberto junto a la cama de su hermana en una silla de la que se caía, en lo que María Nilsa denuncia como tortura psicológica.

En febrero de 1974, cuando ya había sido liberada, María Nilsa intenta visitar a su hermano en el Hospital Militar. Lo traen en una especie de carro blanco con olor a alcanfor («seguramente para evitar que la familia notara que tenía fuertes olores», denuncia). Colocan una mesa para separarlo de la visita.

María Nilsa se arrojó sobre la mesa para tocar a su hermano, pero fue amenazada por varios soldados que les rodeaban. Logró sin embargo correr la frazada que lo cubría y pudo ver sus manos hinchadas en un estado de importante deterioro.

 

La visita al Goyo

Raúl Luzardo, otro de sus hermanos, también pudo ver a Roberto en el Hospital Militar. Lo dejaron visitarlo a principios de diciembre de 1972 y en enero de 1973. Roberto parecía estar bien, con buen humor, muy conversador y recuperándose, contó al periodista Jorge Estévez de LA REPUBLICA. En una carta, Roberto le explicó que el médico que lo operó («me abrió y me cerró», describía) había sido el doctor Sazbón, y que luego comenzó a atenderlo el doctor Rodríguez Juanotena, además del doctor Zerbino. Ante la situación, la familia intenta hacer gestiones para lograr que lo entreguen a su familia.

En diciembre de 1972, Raúl acompaña a su padre Guillermo Luzardo a la sede de la Región Militar Nº 1, para hablar con el entonces comandante, general Gregorio Alvarez. A Raúl no lo dejaron ingresar. A Guillermo, el militar le habría dicho que permitiría que les entregaran al joven lisiado.

Sin embargo, el 3 de febrero, Raúl recibe una esquela de Roberto en la que decía que le habían hecho algo que él no merecía… Una madrugada de mediados de enero los militares sacaron a Roberto de la sala del hospital y lo llevaron a un careo con cuatro jóvenes detenidos en un cuartel. Los jóvenes decían que Roberto había sido partícipe del operativo en el que murió el coronel Artigas Alvarez. Alguien buscaba evitar que Luzardo saliera vivo del hospital. Uno de esos jóvenes, José Luis Rodríguez, atestigua las presiones recibidas en la causa que indaga el juez Fernández Lecchini.

 

Omisión de asistencia

Ana Blanco de Luzardo, esposa de Roberto, pudo enterarse de la situación que sufrió su esposo en los meses de marzo y abril de 1973. Roberto era interrogado bajo potentes focos, para obligarlo a que confesara o acusara a otros compañeros a cambio de asistencia. Roberto no acepta y, desde entonces, su estado de salud comienza a retroceder y termina siendo aislado en un box fuera de la Sala 8 del Hospital Militar.

Como represalia por su supuesta participación en el «Operativo Artigas Alvarez» a Luzardo se le retira todo tipo de asistencia, según se denuncia.

Por su lesiones, Luzardo padecía de parálisis de vejiga y habría estado durante horas acostado sin que se ocuparan de su higiene, por lo que permanecía mojado. Le aparecen escaras en la espalda y en las nalgas, que comenzaron a infectarse, lo que agravó su cuadro general.

No podía alimentarse por sus propios medios y los guardias le dejaban la comida en un banco al costado de su cama. Ocasionalmente le daban algún bocado o permitían que otro compañero internado le diera de comer. Roberto comenzó a debilitarse por falta de alimentación.

La madre de Roberto, Zulma Cazenave, acompañada por su hermano Raúl, decidieron entrevistar al entonces comandante en jefe del Ejército, teniente general Hugo Chiape Posse. No se les dio esperanzas. Aún esperan una respuesta definitiva del mando militar.

 

Muerte por «caquexia»

El estado de Luzardo era ya delicado, por lo que su familia pidió permiso a las autoridades del Hospital Militar para atenderlo ella misma. La solicitud fue aceptada reciÃ
©n a mediados de mayo de 1973, cuando la salud de Roberto había llegado a una situación irreversible. Su hermano Raúl tomó los turnos de la noche. Nunca vio a un enfermero o a un médico acercarse a la cama de su hermano. Un soldado, que hacía guardia a un grupo de presas tupamaras que sufrían hepatitis, le confió que para ese paciente (Roberto) había orden de que nadie lo asistiera.

Raúl recuerda con espanto las horribles escaras, de las que incluso salían gusanos, nadie lo movía, nadie lo curaba, nadie lo limpiaba.

Ya no tenía defensas, la víctima mostraba a estas alturas un deterioro cognitivo evidente, desequilibrio mental y delirio, que militares iban a escuchar para tomar notas.

A las 6.30 horas del 12 de junio de 1973, Roberto Luzardo murió. Su cuerpo, consumido y desnudo, fue entregado a la familia al mediodía. Les negaron una sábana para taparlo. Según la partida de defunción, murió de «caquexia» (trastorno que produce un extremo adelgazamiento)… Murió de hambre.

El Comunicado Nº 481 de las FFCC anunció su muerte: «Este delincuente resultó con una gran lesión en la región cervical… En este episodio se ha puesto en evidencia… la desesperación y la peligrosidad de los asesinos… poniendo en peligro inclusive la vida de personas inocentes…», decía. *

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