Columna

Constanza Moreira: Proclama del agro estuvo llena de «odio» contra el gobierno

La senadora del Casa Grande-Frente Amplio, Constanza Moreira, explicó en una columna publicada en su cuenta de Facebook, que los discursos realizados en Durazno estuvieron llenos de odio contra el gobierno y el Frente Amplio

Constanza Moreira, senadora del Frente Amplio / Foto: Radio Uruguay
Constanza Moreira, senadora del Frente Amplio / Foto: Radio Uruguay

La senadora del Frente Amplio, Constanza Moreira, analizó las proclamas de los representantes que hablaron el 23 de enero en la convocatoria de los productores rurales en Durazno.

En una columna escrita en su cuenta de Facebook, manifestó que «mas allá del número absoluto de personas» que concurrieron, «debe tenerse en cuenta que la población rural de Uruguay es la más baja de América Latina (5% en el último censo), y todo hay que medirlo en esa proporción. Sin duda fue un acto concurrido, quizá no multitudinario, pero finalmente había que trasladarse hasta allí (no era fácil), el tema afectaba a los productores agropecuarios (y no a todo el mundo), y quedan dudas sobre la concurrencia allí de la parte más poblada del sector: los asalariados agrícolas y los productores familiares. ¿Cuánto de eso hubo ayer en “la movida del campo”? No lo sabemos. Pero ellos son, sin duda, el eslabón débil de toda esta cadena de valor».

Para Moreira, «el análisis» realizado por Eduardo Blasina, uno de los primeros productores de cannabis del Uruguay, repite «algunas de las demandas conocidas en estos días: la política cambiaria, los costos energéticos, la política fiscal. Vale la pena entonces repasar lo novedoso en este campo».

«La primera, a mi gusto, es la ‘mochila del salario’, que –dicho así- revela claramente un reclamo empresarial (por más que la palabra ‘trabajador’ fue usada a diestra y siniestra en el discurso), ya que entonces no se trata de productores familiares sino de los que emplean mano de obra asalariada», expresó la senadora.

«Esta mochila pone al discurso en un lugar ‘de clase’ que lo compromete en anteponer el capital al trabajo. La decisión de reducir el costo salarial (aligerar la mochila) a la que ha recurrido siempre el sector agropecuario para defender su ‘rentabilidad’, es lo que ha producido esa misma demografía de país vacío que expulsa gente del campo a la ciudad, que el mismo discurso denuncia», continuó.

«Es la rentabilidad de una producción que ahorra mano de obra la responsable de la demografía que hoy tenemos, y los gobiernos del FA no tienen responsabilidad en eso. Por algo se demoró tanto en formalizar el trabajo rural (las ocho horas para los trabajadores rurales), por algo un capataz le pega a un peón que reclama: porque el campo “resistió” salvajemente la valorización de una de sus primeras variables de ajuste: el salario y las condiciones de trabajo de la población rural», añadió Constanza Moreira.

«Está claro que es difícil verbalizar claramente el rechazo a la formalización del empleo (que trae costos asociados), y la mayor rigidez del salario (como resultado de las políticas de salario mínimo y de la negociación colectiva por rama), porque eso sería como ponerse en contra de la mejoría de los trabajadores del campo (que son de los más pobres)», manifestó la legisladora.

«Es necesario recurrir al fantasma del desempleo por aquello de ‘no nos dan los costos'», criticó Moreira. «Al parecer, según la segunda parte del acto, no dan los costos ni para emplear y pagar salarios decentes, ni para innovar, ni para invertir (aunque sí para invertir afuera, como señaló Abella más tarde, lo cual le saca cualquier carácter “patriótico” al capital agropecuario). A la pregunta de los organizadores del Acto ¿qué Estado es ése?, uno podría contestarle: ¿qué empresariado es ése (que no innova, que no reinvierte, que no emplea)?», cuestionó.

Constanza Moreira señaló que el discurso de Abella «fue el más político e ideológico de los discursos», ya que «no paró de disparar contra el FA, valiéndose de referencias a Ancap y a Sendic que asumían un tono de clara confrontación con el gobierno». A la vez, criticó que el comunicador asegurará «que el Estado era cada vez más pesado e ineficiente», cuando con esa afirmación contradice «todos los estudios que existen sobre la competitividad en Uruguay y la eficiencia del gasto público, y acusó al déficit fiscal de tener la culpa de los problemas del desarrollo».

Tampoco estuvo de acuerdo con «el tema de la irresponsabilidad en el manejo de las cuentas públicas», porque de acuerdo a Moreira, «el Uruguay ha escalado varios peldaños en los últimos años en materia de transparencia y rendición de cuentas públicas».

La declamación de Abella tuvo «un solo y mismo objetivo: disparar contra el Estado», y «esto tiño la proclama de un fuerte sentido ‘ideológico’, el mismo del que querían apartarse». Además le preocupó «el tema del odio» en el discurso, ya que «empieza con una insinuación contra el gobierno sobre la corrupción, arranca un aplauso (lleno de odio), se viraliza a través de alguien, que en las redes, dice cualquier disparate contra la izquierda, y de pronto, a un pequeño productor frentista de Colonia que está ahí desde hace años, el vecino deja de saludarlo. ¿De verdad queremos eso? ¿En un país que padece una violencia social endémica? No me gusta el odio (vestido de falsa indignación)», aseguró.

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