Para Mujica lo ocurrido en el semanario francés Charlie Hebdo “fue un doloroso suceso (…) hay hechos que son injustificables”, pero recordó que no fue de la noche a la mañana ni accidental lo que causó los “fanatismos que hoy nos estrujan”.

El mandatario entendió como “cierto” que “el mundo central hoy está en vilo ante el peligro de actos de terror, ejecutados por formas fanáticas, blandiendo claves de carácter religioso en el marco de su fanatismo (pero) toda la era de Bush, las dos invasiones aplastando a Irak y, aún antes, una guerra interminable fomentada por Occidente entre Irán e Irak, así como el proceso de Afganistán”, fueron los que terminaron “construyendo Al Qaeda y el movimiento talibán”. Recordó también como causas primordiales del yihadismo a “los choques en África, el saqueo desmesurado de Libia y las famosas primaveras árabes, terminadas en más de lo mismo, o peor”.

Mujica recordó que hubo “millones de personas que se sintieron aplastadas, puede que surjan ahí, de ese aplastamiento, resistencias fanáticas de carácter extremo que hoy están presentes por aquí y por allá, particularmente en Europa. Es obvio que estos fanatismos merecen rechazo y deben de ser combatidos, pero es casi seguro que tenemos que aprender esta lección: fue demasiada la prepotencia, la imposición, el aplastamiento, porque hay que encontrarle la explicación”, puntualizó.

De la generación espontánea o la culminación de procesos

El primer mandatario se preguntó si “¿esto surgió por generación espontánea o es la culminación de un proceso fatídico de la increíble prepotencia de Occidente en determinados momentos?”.

Puntualizó que lo concreto y cierto es que todo deja “un gusto amargo y una lección: todos tenemos que aprender a convivir en un mundo que tiene cosas diferentes”. Para ello apuntó a la imperiosa necesidad de “la religión de la tolerancia con lo que es distinto, pero naturalmente no puede haber unos que sean tolerantes y otros que sean prepotentes (…) Ojalá tengamos serenidad para aprender con el dolor de otros, si olvidamos el dolor nuestro”, sentenció.

Mujica ilustró sus reflexiones recordando un momento de su propia infancia cuando conocía un pequeño gato que rondaba su casa para robar comida apenas pudiera.

“Un día, luego de alguna de sus naturales fechorías, siendo yo un niño grande, lo encerré en un cuartito con la ilusión de corregirlo. Aquel animalito, al verse sin escape, se encrespó y terminó saltándome en la cara, arañándome. Por eso digo que me dio una lección, que se puede sintetizar en esto: si tú acorralas puedes terminar generando respuestas inusitadas en adversarios aparentemente débiles, pero que en última instancia sacan recursos como pueden de su propia debilidad”, puntualizó.