Digital, digital: Fasano, el gran perjudicado

Por más que ahora todo el mundo se empeñe en decir que el proceso fue histórico por lo cristalino, es evidente que la forma en la que se terminó de dirimir el asunto de las señales de televisión digital ha ofrecido muchas dudas, incluso dentro del Frente Amplio.

La revista Caras y Caretas publicó una Fasano columna de opinión firmada por Leandro Grille que LARED21 reproduce -con la autorización debida- por considerarla de interés para sus lectores.

Digital, digital

La distribución de señales de la nueva televisión digital ha sido un proceso triste, opaco y difícilmente defendible, salvo para los ganadores. En primer lugar, los viejos conocidos dueños de la televisión uruguaya que se quedaron con una señal sin la necesidad de concursar e imponiendo condiciones para adherirse al proceso, quizá hasta la exclusión de competidores; en segundo lugar, Tenfield, que es una estructura económica y de poder que siempre gana; y, finalmente, La Diaria, que, descalificada un día por insolvencia, se terminó alzando con una señal verdaderamente digital, ofreciendo en los descargos una garantía conformada con el patrimonio personal de los cooperativistas.

Por más que ahora todo el mundo se empeñara en decir que el proceso fue histórico por lo cristalino, es evidente que la forma en la que se terminó de dirimir el asunto ha ofrecido muchas dudas, incluso dentro del Frente Amplio, donde una de las corrientes más importantes, el Frente Líber Seregni, pidió la anulación de todo lo actuado y postergar la definición para el próximo período en una controvertida declaración pública, y hasta el propio presidente arremetió contra sí mismo, en declaraciones al semanario Búsqueda, cuando se acusó de haber hablado de lejos y sin saber en su sonora desestimación de la propuesta del Consorcio Giro que pronunciara desde Nueva York.

A esta altura todo el mundo sabe que el proyecto de los cooperativistas de La Diaria no es, por el momento, económicamente sólido. Tal vez lo sea más adelante en virtud de su ingenio comercial o de la generosidad de algún mecenazgo incógnito. Adjudicárselo a ellos es una apuesta audaz aunque pueda ser defendida desde un punto de vista ideológico, porque es muy riesgoso jugarse por el proyecto que cumple simultáneamente con dos extremos peligrosos: ser el proyecto más caro y el que ofrece menos dinero. Los reparos de la Unidad Reguladora de los Servicios de Comunicación (Ursec) eran comprensibles, y de poco vale que en sus descargos, el consorcio haya mejorado su posición en este plano, porque la solvencia debía probarse a priori y no en la evacuación de la vista. Eso es así porque así eran las bases acordadas del llamado a interesados y no porque este cronista tenga algún interés en que sólo accedan a la televisión digital los que tengan la guita para esa fiesta. Si en las bases se hubiera soslayado la importancia de la solvencia económica, en vez de exigir su acreditación antes de pasar a la etapa evaluatoria, tal vez habría habido muchos más oferentes, toda vez que de lo que se habría tratado era de una competencia entre quimeras destinadas a “conmover la fibra íntima” del presidente, en lugar de un proceso medio licitatorio donde antes de la propuesta televisiva importaba, y mucho, tener los recursos probados para llevarla adelante. De los otros incumplimientos formales que han trascendido tanto de la propuesta de Giro como de VTV, es mejor no emitir opinión hasta que se conozca a ciencia cierta su veracidad, porque resulta difícil creer, por ejemplo, que se haya autorizado a Saomil (VTV) a presentarse con el 25% del capital a nombre de uno de sus socios, Daniel Gutiérrez, indicando que el otro 75% no estaba integrado, porque ese pedazo sería de Paco Casal y Casal le debe a la Dirección General Impositiva, o creer que el consorcio vinculado a La Diaria se presentó sin estar al día con el Banco de Previsión Social.

Pero todo eso ya es historia vieja. El Poder Ejecutivo se defenderá como pueda de lo que amenaza con ser una avalancha de críticas tanto de parte de la oposición como desde dentro del oficialismo, así como de las impugnaciones y recursos judiciales que presenten los perdidosos, en especial Pop TV, o los que se pudieran sentir afectados por un procedimiento de adjudicación que ha dejado un tendal de heridos y en el que no parece haberse respetado el principio de igualdad de las partes. Para ello contará con sus divisiones jurídicas, con la unidad monolítica del gobierno a la hora de defender al presidente, y hasta con ciertos hallazgos declarativos como el de la senadora y primera dama Lucía Topolansky, quien, al desmentir cualquier tipo de acomodo ideológico, le manifestó a la radio El Espectador: “En Uruguay no hay diarios de izquierda y de derecha. A veces operan hacia la derecha o la izquierda según les convenga; son empresas”.

Ahora que ya se conocen los ganadores, cabe decir que en este proceso de adjudicación hubo, en realidad, un gran derrotado. Y no fue Pop TV. Fue el periodista Federico Fasano, un fundador serial de diarios de izquierda que no merecía una declaración tan necia de Lucía, y para quien la Comisión Honoraria Asesora Independiente (CHAI) resultó un ámbito sumamente hostil. Su proyecto, que arrancó 18 puntos atrás por no solicitar una señal digital entera sino compartida, ganó en todos los rubros que importan a la calidad del producto: en cuota de producción nacional, en programación innovadora nacional, en pauta publicitaria y en antecedentes. Sólo no obtuvo el máximo puntaje en “empleos directos”, que es difícil saber si es un rubro a favor o en contra, porque el que promete dar más fuentes de trabajo de las que puede bancar, en lugar de apuntalar la idea, la debilita desde el punto de vista financiero; y en accesibilidad, rubro en el que, con todo, su diferencia con el que obtuvo el mayor puntaje no llegó a 2 puntos. Es mentira esa especie que circula como algo indiscutible de que Giro y VTV ganaron de acuerdo al informe de la CHAI. Si no consideramos el puntaje que se otorgaba sin más trámite por solicitar una señal digital entera, en lugar de una compartida, es decir, si no consideramos el sesgo en la puntuación a favor de los que pidieran el paquete completo, Federico Fasano le sacó casi 11 puntos a Giro y casi 17 a VTV, en un total que no podía superar los 100. De hecho, considerando los 18 puntos de ventaja que tenían VTV y Pop por pedir una señal completa, de todos modos apenas superaron a Fasano por aproximadamente 2 puntos y eso sólo porque hubo un rubro discrecional llamado “Evaluación global”, en el que la CHAI tuvo la oportunidad de manifestar todo su encono y le puso el peor puntaje al ex director de La República, sin una mínima justificación, con la voluntad notable de bajarlo de las posiciones de adjudicación. ¿Y quiénes fueron los responsables de esta calificación? Una serie de diez organizaciones que a Fasano lo quieren poquito y nada. Hasta el de la Universidad de la República, que le podía tener un poco menos de tirria, era Gabriel Kaplún, cuyas “simpatías” conocidas por La Diaria y por Giro le jugaron una mala pasada cuando, preso de la emoción, salió a declarar anticipadamente cómo saldría el informe.

Ahora bien, Federico Fasano no fue derrotado porque haya sido maltratado en la CHAI. Su derrota es de otro orden. Es la derrota de un periodista que se ha pasado toda la vida haciendo prensa de izquierda y un día se da cuenta de que en la izquierda nadie le va a garantizar ni siquiera la posibilidad de competir en condiciones de igualdad. Algo así reconoce el presidente cuando dice que si era por razones ideológicas, se lo tenía que dar a Fasano: “que como empresario sé que ha tenido problema con los trabajadores, pero como línea, siempre me ha defendido. No tengo empacho en decirlo. Pero no lo podía hacer porque económicamente era imbancable y era un lío que iba a tener después, con trabajadores, reclamos, etcétera. Por eso, opté por el camino de la verdad, con honradez intelectual”. En ese momento su honradez era dárselo a Pop TV, porque ese día para Mujica la propuesta de La Diaria era infantil. Sin embargo, si uno se toma el trabajo de leer las propuestas enteras concluye que la de Fasano no era “imbancable” y si lo era, no era ni por asomo la más “imbancable” de todas, o por lo menos no había llegado al extremo de comprometer como garantía hasta las bicicletas de los nietos. Caído ese argumento, es inexplicable por qué lo bocharon, aunque está claro que si Fasano resultaba entre los adjudicatarios, entonces los canales privados iban a boicotear de algún modo todo el proceso –se dice que esa era una de las condiciones que exigían para presentarse además de no tener que concursar–, y no había fuerza para aguantar ese boicot.

Durante los días en los que La Diaria perdió el canal, esas largas semanas en las que los ganadores eran otros, seguramente tuvieron la posibilidad de arrepentirse un poco de sus chicaneadas, como aquel artículo burlón bajo el título “Tranquilo, Federico”, en el que daban cuenta de la respuesta del Ministerio de Industria, Energía y Minería sobre la denuncia que hizo Fasano de que había recibido una comunicación de que él no podía aspirar a un canal HD. Aquella denuncia de Fasano dejó claro que había fuerzas operando para tirarlo a un lado, y no eran precisamente fuerzas débiles. La Diaria estaba muy segura en ese momento de su victoria y no tenía, por supuesto, interés en que cayeran mantos de duda sobre el proceso. Pero no muchos días después debieron saltar con los tapones de punta cuando se enteraron de que quedaban afuera ellos también, y eso, eventualmente, fue un baño de humildad para personas que quizá hasta habían hecho imprimir sus tarjetas de directores de una señal televisiva antes de que la señal les fuera adjudicada.

Por suerte va a haber una señal distinta en la televisión uruguaya. Algo que pretende disentir con la comunicación sistémica a la que estamos acostumbrados. Tal vez lo mejor hubiera sido que los dos proyectos televisivos contrahegemónicos se hubiesen asociado. Es comprensible que los cooperativistas de Giro no hubiesen estado dispuestos a eso, porque seguramente consideraren que una alianza de ese tipo los desfavorecía ante sus lectores y sus potenciales espectadores. No es fácil saberlo. Sin embargo, el proyecto de Federico Fasano no merecía ese trato, y si no lo merecía el proyecto, menos lo merecía él. La contribución que ha hecho Fasano mediante sus diferentes medios para que algo haya cambiado en este país es todavía demasiado impar para que nadie en el gobierno haya sido capaz de garantizarle un trato igualitario. Indudablemente, su derrota es una gran victoria de la derecha. Y las victorias de la derecha son eso, nada más. Victorias de la derecha. De nadie más.

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