Dilma lideró en la XXII Cumbre la voz unida de América Latina en contra de la austeridad para salir de la crisis en la zona euro

La XXII Cumbre Iberoamericana realizada en Cádiz permitió a los países latinoamericanos expresar un espaldarazo a España y Portugal, y distanciarse claramente de la austeridad defendida a ultranza por la canciller alemana Angela Merkel para superar la crisis de la deuda en Europa.

Dilma Rousseff y el rey Juan Carlos de España

En una cumbre marcada por la presencia de países latinoamericanos con economías ordenadas y en crecimiento, además de dos países europeos en serias dificultades, los discursos coincidieron abrumadoramente en cuestionar la austeridad como único remedio para superar la crisis.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, fue quizá la más categórica en defender ese punto de vista, recordando que los países latinoamericanos pasaron dos décadas de «ajuste fiscal riguroso», un período en que «Brasil se estancó, dejó de crecer y se tornó un ejemplo de desigualdad social».

En su contundente discurso, Rousseff mandó un mensaje directo a los defensores del rigor fiscal como remedio universal para la crisis: «Los gobernantes (latinoamericanos) de entonces pensaban, equivocadamente, que apenas con drásticos y fuertes ajustes fiscales podríamos superar con rapidez las gravísimas dificultades en que estábamos sumergidos».

Prácticamente todos los presidentes latinoamericanos se turnaron para expresar la misma convicción, con mayor o menor énfasis, defendiendo que América Latina superó la crisis con austeridad pero también con fuertes políticas dedicadas a garantizar inversiones para el crecimiento.

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, un economista de formación, pasó revista a las dificultades que la región pasó cuando se concentró apenas en el ajuste y la austeridad para superar la crisis.

Mirando fijamente al rey Juan Carlos y al presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, Correa expresó el sentimiento aparentemente generalizado: «No cometan el mismo error», dijo.

Esta visión de cuestionar la prioridad otorgada a las políticas de corte de gastos y austeridad fiscal para dejar en segundo plano políticas de crecimiento y financiación expresa la experiencia latinoamericana, pero también marcó una posición en un debate que ocupa a toda Europa.

De la mano de Merkel una tendencia sostiene que solamente la austeridad y el drástico recorte de gastos permitirá una salida de la crisis, en una postura que contrasta abiertamente con los argumentos expresados en respaldo y solidaridad a España y Portugal durante la Cumbre.

El politólogo Antón Losada, profesor de la Universidad de Santiago de Compostela, dijo a la AFP que «en la cumbre los países de América Latina han brindado su apoyo al gobierno español para que se enfrente a las políticas de austeridad impuestas por Europa, por Angela Merkel».

Sin embargo, añadió, «el problema es si el gobierno está dispuesto a utilizar ese apoyo políticamente en el debate que hay en Europa».

Losada destacó que países de América Latina hayan venido a Cádiz a dar consejos a España sobre cómo enfrentar una crisis, «porque eso representa que los equilibrios y el mundo han cambiado, y que América Latina ya no es aquella zona sometida al dictado del FMI y castigada por regímenes antidemocráticos».

Incluso el propio Secretario General Iberoamericano, Enrique Iglesias, se definió en favor de un enfrentamiento a la crisis uniendo solidez fiscal con crecimiento, por las consecuencias que la austeridad podría tener para los países ahora fortalecidos.

Según Iglesias, si Europa no retoma el crecimiento rápidamente la crisis afectará también el crecimiento de los países latinoamericanos, por la reducción de los mercados.

Rousseff lo expuso de modo didáctico: «en virtud del bajo crecimiento, a pesar del austero corte de gastos presenciamos el crecimiento de los déficits fiscales y no su reducción».

Además, apuntaron mandatarios latinoamericanos, el costo social de una política de austeridad sin crecimiento es explosivo. Una noción que españoles y portugueses conocen bien. AFP

El ejemplo de Mujica

En una entrevista concedida al periodista español José Luis Cebrián, figura icónica del diario El País de Madrid y del Grupo Prisa que lo edita, la presidenta de Brasil se identificó afectuosamente con su colega uruguayo, el presidente José Mujica.

«Como me dijo el presidente Mujica de Uruguay: Nuestra generación luchó mucho y vaya burradas que cometimos, ¿eh, Dilma?
Es un hombre muy divertido. Siguió diciéndome que él había tenido la época de la política, la de la pasión, la de esto y aquello, la época del Gobierno Pero cuando me convertí en presidente yo estaba en la época de las flores añadió, porque él planta flores».

Cebrián apunta que en ese momento final de la entrevista, Dilma Rousseff se levanta, entre tímida y divertida. Me tiende la mano y me dice a modo de despedida: «Esa es también mi época, estoy en la de las flores», concluye la presidenta de Brasil.

 

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