Proyección internacional del XVIII Encuentro del Foro de Sâo Paulo
Entre las delegaciones extracontinentales presentes se destacó la de europeos como Jean-Luc Mélenchon (líder del Frente de Izquierda francés, de actuación relevante en las recientes elecciones), de ese maestro del periodismo que es Ignacio Ramonet desde Le Monde Diplomatique y otras publicaciones, y de SYRISA de Grecia, que tiene un papel de primer plano en el enfrentamiento a los planes de la troika que están llevando al pueblo heleno a la degradación, la desocupación y la miseria.
El caso de Mélenchon es particularmente significativo. Tuve el privilegio de departir en varias ocasiones con él y con Ramonet. Es notable su valoración de la experiencia del Frente Amplio uruguayo, como ejemplo de la unidad en la diversidad que lo inspiró, junto a otras fuerzas de izquierda, en la creación del Front de Gauche, el cual desempeñó un papel decisivo en la elección que cerró el paso a Nicolas Sarkozy al Eliseo y consagró a François Hollande en la presidencia. También aprecia en alto grado la experiencia y el concepto mismo de la “revolución ciudadana” en Ecuador, y con esas palabras tituló el folleto que sirvió de base a las definiciones programáticas del Frente de Izquierda francés. Hay que apreciar adecuadamente lo novedoso de este aspecto, el cambio que implica, contrapuesto a las concepciones eurocéntricas largo tiempo dominantes: el reconocimiento por parte de Europa de los logros a favor de los pueblos que se están gestando en América Latina por la acción de los gobiernos de izquierda, todo ello contrapuesto a la crisis galopante en el viejo mundo. En el video mencionado, Lula dice al respecto:”Los gobiernos progresistas están cambiando el rostro de América Latina. Gracias a ellos, nuestro continente se desarrolla de modo acelerado, con crecimiento económico, creación de empleos, distribución de riquezas e inclusión social. Hoy somos una referencia internacional de alternativa victoriosa al neoliberalismo”. Habría sido conveniente, me parece, que estas figuras, que son referentes en el mundo actual, hubieran tenido una mayor participación en actos centrales y actividades conjuntas del encuentro. De todos modos, quizá tengamos noticias en breve de la presencia de alguno de ellos por estas latitudes.
Las creaciones propias que está matrizando hoy la América Latina y caribeña me hicieron recordar la aseveración del Amauta peruano, José Carlos Mariátegui, quien sostenía que la construcción de una nueva sociedad en nuestro continente no debía ser “ni calco ni copia, sino creación heroica”. Eso es lo que está al orden del día.
No puede ser más vívido el contraste con lo que acontece en Europa. Valga el ejemplo de España: represión sañuda contra los mineros que llegaron hasta Madrid en defensa de su fuente de trabajo, elevación del IVA, un brutal hachazo de 65 mil millones de euros en dos años y medio, crecimiento del desempleo y reducción de las prestaciones por desempleo, supresión del aguinaldo a funcionarios públicos, reforma regresiva del régimen de pensiones, ajustes en los ministerios, alza de los impuestos medioambientales, etc.
Un resultado auspicioso del Encuentro es que se estrecharon las relaciones fraternas entre los partidos de izquierda de ambas riberas del Atlántico.
El fortalecimiento del Foro de Sâo Paulo
El XVIII Encuentro mostró el fortalecimiento del Foro, ante todo por la cantidad de partidos y movimientos participantes y por las fuerzas que lo rodearon. También porque algunos partidos reafirmaron su pertenencia y su actividad en el mismo. Hace tiempo habíamos advertido que la composición del Foro y su organización no guardaban relación con la gravitación de varios de sus partidos integrantes en la vida de sus países, en muchos de los cuales ocupaban posiciones de gobierno. Esto comenzó a modificarse en sentido positivo en el propio Encuentro, y ello atañe en primer término al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que fue un muy eficiente organizador del Encuentro y le imprimió el sello de la fraternidad, la atención cuidadosa y la solución de los mil problemas prácticos que un prolongado evento de esta naturaleza genera entre cientos de participantes. Los veteranos guardamos en la memoria del Foro las ríspidas circunstancias que rodearon el V Encuentro de 1996 en San Salvador, en que fue negado el uso de la palabra a Chávez. Ello se ha superado, hoy el PSUV ha pasado a ser uno de los pilares del FSP, lo que constituye un aliento para insistir en la integración plena de otros importantes partidos de varios países que no han consolidado aún su participación sistemática en las actividades del Foro y de sus organismos regionales. A Uruguay esto le compete especialmente, porque tiene la responsabilidad de dirigir la Regional Sur, que se reunió días antes del encuentro de Caracas y definió una serie de medidas solidarias con el pueblo paraguayo y el presidente Lugo. Partimos de la base de que el Foro es una construcción incesante.
Esto me permite traer a colación una instancia polémica que se ha suscitado. El publicista argentino Atilio Borón (que no formaba parte de la delegación argentina, integrada por un grupo de compañeros de distintos sectores) emitió públicamente, bajo el título tanguero de “El Foro de San Pablo y después”, una serie de comentarios críticos respecto al Encuentro, que fueron replicados por el secretario ejecutivo del FSP Valter Pomar, del PT brasileño. Allí se mencionaba la escasa relevancia pública que se le dio a la presencia de Piedad Córdoba (por cierto una figura de primer nivel, querida por todos y con la cual se entrevistaron muchos delegados, los uruguayos entre ellos), a la no aceptación del ingreso de la Marcha Patriótica de Colombia y del Movimiento Libertad y Refundación (LIBRE) de Honduras. Las razones estatutarias que impidieron esa toma de decisiones fueron expuestas por el secretario ejecutivo. Yo quisiera referirme en particular a otro párrafo, en el cual el autor señala “el conocido eclecticismo ideológico del Foro –del cual participan partidos que sólo por un alarde de imaginación podrían categorizarse como de izquierda…”
A mi juicio, si prevaleciera ese juicio despectivo y desvalorizador emitido desde las alturas, se hubiera decretado años ha la muerte del Foro, que lleva 22 años de vida cultivando precisamente el principio rector de la unidad en la diversidad. Y así se ha mantenido a lo largo de este período, surcado por avatares de todo tipo. El Frente Amplio puede hablar con plena autoridad de dicho concepto (por otra parte reconocido ampliamente, en el continente y fuera de él, como en el propio Encuentro pudimos comprobarlo una y otra vez, a todos los niveles). Dicho principio se corresponde plenamente con las exigencias estatutarias, convenidas de común acuerdo. El número relativamente limitado de partidos que confluyeron en la iniciativa primaria en la ciudad bandeirante, se amplió considerablemente en el transcurso de los años, aceptando a otros partidos y movimientos que gozaran del consenso de los integrantes de su propio país. En todos los casos, se actuó con consideración y respeto, consultando a todas las partes, buscando formas de mediación flexibles en determinados casos, todo lo cual ha asegurado la continuidad y el fortalecimiento del Foro.
En todo caso, el problema no es la amplitud y diversidad del Foro, su integración con fuerzas dispares dotadas de objetivos esencialmente comunes o convergentes, sino asegurar la participación activa de todas esas fuerzas en la labor permanente.
Voy a agregar un detalle personal. No recuerdo haber visto a Borón en ningún encuentro del FSP. Lo que sí recuerdo es que participó hace años en una actividad organizada por la Fundación Rodney Arismendi en la Intendencia de Montevideo y tuve una fuerte controversia con él porque aseguró que Lula (que estaba en el primer año de su primer mandato) no llegaba al verano de ese año en la presidencia.
Vista al futuro inmediato
Al término del encuentro se preguntó qué pasaría al día siguiente. Antes que nada, las acciones de solidaridad, con Paraguay en primer término, que ya se están comenzando a implementar. El tiempo urge, la represión en el solar guaraní se acrecienta, así como las acciones de lucha y resistencia. Junto a ello están las tareas esenciales del período: el enfrentamiento al neoliberalismo y a las acciones agresivas de las fuerzas de la derecha, en un cuadro agudizado de enfrentamiento; así como la extensión y profundización del proceso de integración continental, que ha dado pasos de enorme importancia, creado instrumentos propios como la UNASUR y la CELAC (sin Estados Unidos ni Canadá), además del MERCOSUR y el Alba, y que debe consolidarse. En el encuentro se valoró en forma extremadamente positiva el ingreso de Venezuela al MERCOSUR, decidido en la cumbre de los presidentes de Brasil, Argentina y Uruguay en Mendoza, y ello fue resaltado especialmente en el acto de cierre.
En la perspectiva está el cambio hacia una sociedad que supere las lacras del capitalismo. Chávez citó en su discurso la frase final de la Declaración de Caracas (titulada: “Los pueblos del mundo contra el neoliberalismo y por la paz”) que “convoca a los pueblos a luchar contra el neoliberalismo y las guerras, a construir un mundo de paz, democracia y justicia social. Otro mundo es posible y nosotros y nosotras lo estamos construyendo: un mundo socialista”.
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