"Soberanía e integración"

Paraguay frustra pretensión argentina de engullirse la energía guaraní destinada a Uruguay

Mercedes Canesse, viceministra de Energía de Paraguay

«La oferta argentina es tentadora pero la venta a Uruguay pasa por una cuestión de soberanía. Es bueno diversificar clientes», resumió la funcionaria paraguaya en declaraciones a periodistas.

«El negocio no es la venta en sí. Para nosotros es mucho más importante la integración energética y que se valorice la energía paraguaya», explicó.

En una sorpresiva reunión el pasado jueves entre el presidente Fernando Lugo y Julio de Vido, enviado especial de la presidenta Cristina Kirchner, el gobierno argentino ofreció a Paraguay comprar toda la energía excedente de su represa Acaray, cuya venta ya había sido preacordada con Uruguay.

Canese comentó que el atractivo de la propuesta argentina es el pago a precio de mercado, mientras que la venta a Uruguay fue preacordada a un monto inferior y requiere el pago de un canon a Argentina para permitir el paso de la energía por su territorio.

La venta a Uruguay de 200 megavatios de electridad de Acaray generará una ganancia de 40 millones de dólares adicionales a Paraguay.

«Si esto se concretaba hace 2 años, inmediatamente después de que el presidente  Mujica manifestara su interés, podía habernos generado 80 millones de dólares», puntualizó.

Las cartas bajo la mesa

La reunión fue prácticamente secreta. Presidencia de Paraguay había informado esa mañana que Lugo había viajado a la zona de Yaciretá por motivos particulares. En realidad, allí lo estaba esperando el poderoso ministro de Planificación de Argentina Julio De Vido, enviado especial de la presidenta Fernández.

Los medios de comunicación, incluído LARED21 que tuvo y divulgó la primicia del encuentro, informaron que el motivo y resultado había sido «agilizar los trámites ‘faltantes’ para la concreción de la operación de tránsito de energía de Acaray» (la represa paraguaya) por territorio argentino. Con el propósito de exportar su excedente a Uruguay, como venía bregando el gobierno guaraní. Así lo informó el propio comunicado oficial de Presidencia poco después de divulgarse el encuentro de Lugo con De Vido.

Sorpresivamente, 48 horas después, se filtra la información de que, lejos de aquel propósito, lo que De Vido planteó a Lugo fue que Paraguay no le vendiera esa electricidad a Uruguay, como estaba encaminado con el presidente Mujica. Que Argentina se la compraba toda. Y a un precio mayor que el conversado con Uruguay.

Esta noticia representa un verdado baldazo de agua fría -por no decir una puñalada- sobre las espaldas del presidente uruguayo, a tono con la temperatura antártica que estaba soportando Mujica en ese momento junto al presidente Piñera. No por sorpresiva, inesperada, por cuanto Mujica ha venido preparando a la opinión pública uruguaya por estos días respecto de la etapa «egoísta» por parte de Argentina en sus vínculos externos, Uruguay incluído. Se vienen momentos difíciles en la relación con Argentina, ha dicho Mujica, en un esfuerzo por salvaguardar todo lo posible de los beneficios que esta vecindad reporta al Uruguay.

Uruguay a merced de Argentina

Uruguay está pagando actualmente a Argentina US$ 380 por MWh, mientras que con Paraguay se manejó un nivel de precio de US$ 120 por MWh. Para la compra diaria por parte de UTE de 100 MWh durante 15 horas, comprar la energía paraguaya representaría un ahorro para Uruguay de 390 mil dólares por día.

Hasta ahora, la concresión del negocio que favorece tanto a Paraguay como Uruguay, los socios menores del Mercosur, ha estado trabada por las pretensiones económicas de Argentina para dejar pasar el fluído paraguayo a través de su red eléctrica, para llegar a Uruguay.

Primero Argentina pretendía el pago de 34 dólares por MWh en concepto de «lucro cesante», más un oneroso precio de «peaje».
La sorpresiva oferta argentina de comprarle a Paraguay toda esa energía sobrante hubiera representado un decepcionante naufragio al anhelo uruguayo.
La respuesta «soberana» del Paraguay, de desestimar la oferta argentina y mantener su intención de concretar la venta a Uruguay, aún «perdiendo plata», coloca nuevamente la mira en la actitud de Buenos Aires para con sus vecinos menores. Y desnuda otra cara del Mercosur.

 

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