El último puente inca del mundo hecho a mano: ¿Te atreves a cruzarlo?

Las comunidades de Huinchiri y las aledañas de Ccollana Qewe, Chaupibanda y Choccaihua, Perú, se reúnen cada mes de enero para destruir un puente y volverlo a construir.

Se trata del puente Q’eswachaka que forma parte del Qhapaq Ñan (Camino del Inca) y tiene unos 600 años de antigüedad. A través de los siglos ha sido una importante vía de comunicación para huinchiriños, que comercian su ganado y cosechas con los distritos vecinos de Ccollana Qewe, al otro lado del río.

En 1964 se construyó un puente de metal, resistente al paso del tiempo y muy bien estructurado, con el fin de que las personas que transitaban el viejo Q’eswachaka no se arriesguen a caer al vacío, pero eso no detuvo la ancestral tradición de destruirlo y construirlo cada año.

Los ingenieros incas

Los huinchiriños se llaman a sí mismos chakaruaq, que se puede traducir como «ingeniero de puentes». Verlos trabajar es tener una oportunidad única de presenciar una costumbre que perdura al tiempo y se resiste a desaparecer frente a la modernidad.

Más de 1.000 personas de las cuatro localidades hacen cuerdas con una planta silvestre que llaman ccolla, la cortan con hoz y la remojan para luego hacer pequeños hilos que se enrollan entre sí y juntan con paja para hacer unas gruesas cuerdas que sostienen la estructura en el aire.

El primer día se empiezan a tejer todas las cuerdas, y el segundo día se tira el puente viejo para poner el nuevo, en una analogía que representa para ellos la constante del cambio y la renovación.