CUQUIE

El Barbie

Así como el camaleón cambia de color según la ocasión, así como el gato va girando en el aire para caer parado o los tipos de muñecas Barbie que hay según el estilo de quien la compra; Lacalle Pou es efectivamente una muñeca Barbie. Y no precisamente por su blonda cabellera. Sino por los cambios que experimenta dependiendo del gusto del consumidor.

La Barbie Arocena:

Llega en un auto de alta gama. Habla como siempre hablo desde su tierna infancia: con la papa en a boca. Viste pantalón de vestir, camisa Lacoste, zapatos Timberland y camperita azul London Fog. Habla de la tremenda inseguridad Carrasquense, esa que no les permite sentarse a tomas sus frapuchinos en Café Martinez con tranquilidad. Y no, así no se puede vivir claro está. Ya no se puede mandar a la empleada a la Tienda Inglesa sin estar con miedo y las vidrieras de Caro Criado se llenaron de rejas. Una vergüenza.

La Barbie campechana:

Llega en la 4×4. Toma mucho mate pero con termos Stanley. Usa pantalones beige Pampero de esos que parecen agro chupines, camisa a cuadros, boina y pseudo alpargatas. Cambio el chip de papa en la boca a hablar como un señor de campo: con su cantito, se comes las “s”, habla de “pa aca” y “pa alla”. Casi como una versión group on de Landriscina.

Aunque tiene menos campo que Dubai, habla de ordeñar vacas, trabajar la tierra y arrear ovejas como un especialista en la materia. Como esos que van a la rural del prado todos los setiembres y bailan con Luca Sugo y Sonido Caracol. Con ellos estuvo a punto de hacer el desafío del balde de agua fría; para saber que sentían los trabajadores rurales al decirles que les quería sacar la ley de las 8hs de trabajo.

La Barbie marginada:

Llega en un fiat uno o fusca quizá, para parecer pueblo vio. Viste jeans bastante usados, remera, canguro y championes. Come lo que le den: choripan, torta fritas, pastelitos de membrillo o alguna tortuga de salame. Habla sin “s” también pero con un tono más de Peñarol inteligencia.
Dice entender las reales necesidades de las clases más sumergidas.

Así como su mama Julita entendió a los necesitados de Acción Solidaria. Y también estuvo a punto de hacer un desafío, pero el de la bandera. Para ver que se sentía hacer malabares. Como los que hacen con la plata las personas que viven en ese barrio que acaba de visitar.

 

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