Borodin fue acusado por escándalos financieros

El tesorero del Kremlin destituido

No se trató de un despido brutal ya que Borodin –con quien Putin había colaborado en el pasado codo a codo– recibió el rango de alto diplomático y el cargo de secretario general de la naciente unión inter-estatal entre Rusia y Belárus.

Pero de todos modos fue una ulterior señal de la voluntad del «delfín» de Boris Yeltsin de renovar el cuadro de altos funcionarios heredado de su mentor político.

De allí que haya decidido dar menos exposición a figuras controvertidas como Borodin y como la hija de Yeltsin, Tatiana, ya exonerada de su cargo de consejera, porque habían terminado en el huracán de los escándalos.

En la misma clave puede leerse también, en parte, el reajuste de gobierno anunciado hoy, del que salió con menor rango el ex primer vicepremier Nikolai Aksionenko.

Considerado dentro del ejecutivo como el más cercano al influyente y controvertido hombre de negocios Boris Berezovksi, Aksionenko se vio a su vez salpicado por las investigaciones sobre lavado de dinero.

Los cambios en el gobierno –advirtió Putin– «tienen un carácter temporal y están vinculados a la situación del país en esta fase preelectoral».

Con estas palabras parece querer decir que otros nombres nuevos podrían emerger después de las presidenciales del 26 de marzo, de las que Putin –si la guerra en Chechenia se lo permite– confía en salir vencedor.

A partir de ahora, de todos modos, hay algunos relevos que no parecen sólo cosméticos, como el ascenso del ministro de Finanzas, Mijail Kasyanov, que desde hoy asumió el cargo de primer vicepremier y responsable para la política económica.

Esto equivale a decir que Kasyanov será jefe del gobierno «regente», ya que Putin mantiene el doble cargo de presidente y primer ministro.

Se trata de una opción que premia a un hombre que en los últimos años se ocupó de las negociaciones con los organismos financieros internacionales y que procede de los rangos del Ministerio de Finanzas, desde hace años un feudo de los «jóvenes liberales» vinculados al ex «zar de las privatizaciones», Anatoli Chubais. Nacido hace 42 años en Solntsevo, en la región de Moscú, Kasyanov es ingeniero automovilístico de formación, pero a los 24 años empezó a trabajar en el Gosplan, un organismo de la época propuesto para la planificación económica de la Unión Soviética.

Su experiencia en el mundo de las finanzas internacionales comenzó entre 1990 y 1991, cuando desde el Gosplan empezó a ocuparse de relaciones con el extranjero, y en 1993 ingresó en el Ministerio de Finanzas.

Con Kasyanov asciende también el ministro de las Situaciones de Emergencia, Serguei Shoigu, quien –después del notable éxito de su partido, Unidad, en las legislativas de diciembre– se convierte en uno de los siete vicepremier del gabinete.

Un abanico confirmado por completo, con la única excepción de Aksionenko: el hombre que Berezovski, según se dice, habría querido ser premier, pero al que ahora sólo le queda la butaca de ministro de ferrocarriles.

El cambio más significativo, de todos modos, sigue siendo el de la Tesorería del Kremlin, un gigantesco organismo autónomo, sometido directamente al presidente ruso, que se ocupa de la distribución de beneficios y prebendas a todos los altos funcionarios del Estado y a los diputados.

La Tesorería del Kremlin administra bienes e inmuebles valuados en 600.000 millones de dólares y da trabajo a 150.000 personas.

Un coloso que ahora pasa (aunque quizá sólo de manera temporal) a las manos de Vladimir Kozelkov, ya primer vice de Borodin. La salida de escena de este último ayudará además a Putin a despegarse de las polémicas sobre los escándalos que afectaron a Borodin en el pasado verano (boreal) por el caso Mabetex, la empresa suiza dirigida por el kosovar Bejhet Pacolli, ganadora de importantes concursos públicos en Rusia y sospechosa de haber pagado comisiones ilegales.

Según algunos periódicos, estas comisiones terminaron sobre todo en cuentas en Suiza abiertas a nombre del ex tesorero y sus familiares, niños incluidos. Borodin siempre negó todo y las fiscalías rusa y helvética, que han abierto una investigación sobre el asunto, dicen que hasta ahora no dieron con pruebas seguras.

De todos modos Putin, para evitar equívocos, prefirió correr a su viejo «amigo» de las luces de los reflectores.

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