Navidad en Oriente Próximo: de Palestina a Siria, de Egipto a Arabia Saudí

Foto con fines meramente ilustrativos: Pixabay
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Árboles adornados, Papa Noel en maniquí o de carne y hueso, pesebres, y las calles abarrotadas de consumistas hacen que la mayoría de las grandes ciudades de Oriente Próximo se parezcan a cualquier urbe de países de mayoría cristiana en estas fechas.  En esta región hay más “musulmanes” celebrando la Navidad que cristianos, y no sólo por el marketing de los centros comerciales, sino también porque los practicantes del islam encuentran el nombre de Isa (Jesús) en el Corán unas 25 veces y a María en al menos 70 versos, y siempre con devoción y respeto.

Las guerras imperialistas, los conflictos internos y las persecuciones religiosas de los regímenes de extrema derecha han ahuyentado a millones de fieles de Jesús de Nazaret de sus ancestrales tierras: hoy, representan solo el 5% de la población de esta región, mientras a mediados del siglo pasado componían el 20% de sus habitantes.

En El Líbano, donde el colonialismo francés estableció una teocracia y decidió dividir a los ciudadanos por su creencia religiosa, para así mantener su control sobre el estratégico país, están registradas 18 religiones. Aquí, cerca del 35% de la población es cristiana, en su mayoría católica maronita, iglesia fundada por el sirio San Marón (410). Beirut que hoy se ha sublevado contra un régimen disfuncional, clasista y corrupto, es una de las ciudades con mayor diversidad religiosa de la región, donde los fieles de cualquier credo pueden contratar por Navidad a un Santa Claus para entregar regalos a los niños.

En Siria, el árbol de Navidad de 20 metros de altura iluminado con luces de colores se exhibe en la plaza Abasyeen de Damasco. No hay nada que festejar sobre las ruinas que ha dejado una guerra que continuará un año más. Miles de cristianos, al igual que personas de todas las creencias y de ninguno, han perdido la vida o se han exiliado. Decenas de iglesias (y mezquitas) han sido destruidas y saqueadas. Pero, allí sigue en pide la majestuosa Catedral Mariamita de Damasco (S. II), y allí están preparados numerosos camellos que llevarán regalos a los niños el día de Año Nuevo.

En Palestina, las autoridades israelíes, al contrario de los años anteriores, han impedido que los cerca de 1000 cristianos de Gaza visiten Belén y Jerusalén para celebrar la Navidad y reunirse con sus familias, mientras sí que han autorizado a miles de turistas extranjeros pasar estas fechas las ciudades santas. En Ramallah, las luces de un gran árbol iluminan la plaza Yasser Arafat. .

En Iraq, del millón y medio de cristianos del censo de 1987, solo quedan un tercio. Decenas de iglesias centenarias han sido demolidas por las bombas de EEUU y sus socios y algunas otras por los terroristas del “Estado Islámico”. Bajo la dictadura de Saddam Husein, las minorías religiosas gozaban de libertad de culto, y podían ocupar altos cargos, como Tariq Aziz (m. 2015), cristiano, que fue ministro de exteriores. El actual régimen islámico kakistócrata instalado por EEUU, declaró en 2008 la Navidad como fiesta oficial, pero el poder permanecerá en manos de la élite islamista fiel a los intereses de EEUU “cristiano”.

En Irán, donde la fiesta preislámica de Yalda («Natividad» de la diosa solar Mitra), que anuncia el solsticio de invierno, coincide casi con la Navidad, los 150 mil cristianos viven bajo serias restricciones desde que se instaló la teocracia islámica en 1978. El gobierno permite a los que nacieron como fieles de Cristo (armenios, ashuries, y caldeos) realizar sus ceremonias en privado, aunque les prohíbe el proselitismo o construir templos, y castiga a los que se convierten a esta fe o a cualquiera otra, abandonando el islam. Este año, y después de las masivas “protestas de gasolina” que dejaron en cinco días cientos de muertos y cerca de 8000 encarcelados, las redes sociales han pedido a los ciudadanos llevar el luto y no celebrar ninguna de las dos ceremonias.

En este país, hay cerca de 300 iglesias, todas levantadas antes del régimen islámico, entre las que se encuentra Qara Kelisa «la Iglesia Negra», por sus bloques de piedra ennegrecidos, considerada la primera del mundo, fundada en el año 68. Se cree que alberga la tumba de San Tadeo, uno de los apóstoles de Jesucristo que viajó a Irán en los años 40-43 d.C. para difundir su religión. Es uno de los lugares de reunión cristiana más importante del país.

Los armenios, habitantes de Irán, fueron el primer pueblo no semita en creer en Jesús; mantuvieron sus tradiciones iranias de celebrar el Yalda, por el nacimiento de Mitra, y asignaron el 6 de enero – fecha del supuesto viaje de los “Reyes Magos”-, como la Navidad. Una semana antes, los practicantes guardan el ayuno, absteniéndose de comer carne para celebrar la Epifanía con un «estómago puro». En sus ceremonias, el árbol, símbolo de la naturaleza, ocupa un lugar central, y los regalos los reparte un anciano llamado Baba Gaghant.

En Arabia Saudí, no hay Navidad, ni Papa Noel, ni iglesias, pero hay un millón de cristianos, casi todos trabajadores extranjeros, que tienen absolutamente prohibidos celebrar sus fiestas en público. En cambio, en otras petromonarquías árabes del Golfo Pérsico, la festividad cristiana, al igual que otros eventos que celebran, tiene hedor de dinero: empresarios millonarios instalados en obscenos hoteles de mil estrellas no escatiman en gastar en caviar y Champaign: ¿Jesús? ¿Quién es Jesús?

En Egipto, los coptos, que componen el 10 por ciento de los cerca de 97 millones de habitantes del país, celebran la Navidad el 7 de enero, declarada fiesta nacional. Su nombre es el abreviado del término Aigyptios o sea, «egipcio» en griego: kuptios, y entre las singularidades de sus prácticas están el ascetismo y el valor que dan al trabajo con las manos. La Navidad pone fin a un ayuno de 43 días que comienza en noviembre, durante el cual practican el veganismo, absteniéndose de comer productos procedentes de animales. Los coptos han sufrido una persecución sistemática: Decenas de miles de sus hombres, mujeres e incluso niños fueron masacrados por el emperador romano Diocleciano. En los últimos años, decenas de sus fieles han sido asesinados en los ataques terroristas por el “Estado islámico” que pretende desestabilizar otro poderoso estado árabe.

Navidad fue Yalda

Cuentan que cuando la diosa Zarvan (Tiempo, en persa) empezó a soñar en tener descendencia, ofreció sacrificios a las deidades superiores durante mil años, inconsciente de que ya estaba gestando en su vientre a Ahura, la divinidad de la Luz, del Calor, la Inteligencia y la Bondad y, a su gemelo Ahriman, quien sería el Amo de las Tinieblas, del Frío, de la Ignorancia y de la Maldad. Más adelante, el pensamiento dualista les consideró “Dios” y a su antagónico, el “Demonio”. Así, la diosa solar, cada año en la noche más larga, (que para los persas es el primer día del primer mes del invierno, o sea, el 21 de diciembre el calendario occidental), vencía a la Oscuridad ayudada por la luz de un mar de antorchas y velas encendidas por las criaturas humanas que así ahuyentaban a Ahriman, dando la bienvenida a la reina del Cielo: Mitra.

La magia y la coherencia de este mito hicieron que, en el siglo III, el emperador Aureliano estableciera el 25 de diciembre el festival de Dies Solis Invicti, y el Mitraismo como la religión oficial del imperio. En los Mithaeum realizaban el bautizo empapando la cabeza del iniciado con la sangre del toro o vaca sacrificado, comían un pan redondo, símbolo del sol, y tomaban una bebida hecha de la sangre del animal sacrificado, mezclado con miel, agua y la esencia de Haoma, la mítica hierba alucinógena. El culto al Mitra fue reformado por el filósofo iraní, Zaratustra, quien prohibió el taurobolium, y restituyó el lugar privilegiados que ocupaban los bovinos en la ancestral cultura agrícola indio-irania, divulgando el culto a la vida, el triunfo del Bien sobre el Mal, y de la Luz sobre las Tinieblas.

Con la llegada del cristianismo, sus sacerdotes adoptaron buena parte de sus conceptos y liturgias: así Jesús fue identificado con Mitra y el demonio con Ahriman; celebraron bautizo y oblación del pan redondo como el cuerpo del sol, y se tomó nota del mito de la concepción virginal del zoroastrismo de un salvador llamado Sushiyans, que volverá algún día para poner paz en el mundo; declararon Yalda como la Natividad de Jesús, ya que no tenía conocimiento de la fecha del alumbramiento de Jesús, y sus curas se hicieron llamar padre y coronaron la cabeza de sus obispos con el tocado Mitra. Así, confirmaron que sólo hay una civilización: la humana, y lo demás son chiringuitos administrados por unos impostores. 23 diciembre 2019

 

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