Mark Esper, otro mercader de la muerte, nuevo secretario de Defensa de EEUU

Foto: Twitter Mark Esper
Foto: Twitter Mark Esper

«Si vis pacem, para bellum», con este lema, un discurso bélico y en medio del aumento de la tensión en el Golfo Pérsico, el halcón Mark Esper será la guinda puesta en el ya inquietante gabinete de Donald Trump. Agente directo del complejo militar-industrial, Esper, ex vicepresidente de Raytheon, una de las principales empresas de armas de EEUU, sustituye a Patrick Shanahan, un ejecutivo de la fabricante de aviones y misiles Boeing, en el Pentágono.

Mark Esper, un veterano de la primera guerra de EEUU contra Irak en 1991, trabajó durante siete años como secretario de las Fuerzas Armadas del Pentágono, haciendo de “persona influyente” para Raytheon (fabricante del sistema de misiles Patriot, y de los motores del avión de combate F-35, el programa de armas más caro del Pentágono), y conoció al exjefe de la CIA y el actual secretario de Estado, Mark Pompeo, en la Academia Militar. El compañero de Esper en Raytheon, Charles Faulkner, “incrustado” en el Departamento de Estado, fue obligado el mes pasado a dimitir por elaborar un plan que benefició con miles de millones de dólares a esta firma: aceleró la venta de bombas guiadas por láser Paveway a Arabia Saudí (los mismo utilizados para atacar a la nación yemení), eludiendo el control del Congreso. El lema de Raytheon es “El éxito del cliente es nuestra misión”, aunque sus clientes mucho éxito que digamos no han tenido en Yemen. Bajo el pretexto del “aumento de la tensión con Irán”, los hombres de esta compañía gestionaron la venta de un paquete de armas a los jeques saudíes y emiratíes por el valor de 8.000 millones de dólares.

Por cierto, a Esper le sustituye como secretario del Ejército Ryan McCarthy, un “comercial” del Lockheed Martin, la principal empresa de armas del planeta, que recibe hasta 50.000 millones de dólares en contratos gubernamentales.

La clave: puerta giratoria

Pasan seis décadas desde que el presidente Dwight D. Eisenhower advirtiera de la “influencia indebida” de un monstruo llamado “complejo militar-industrial” que estaba atrapando las instituciones civiles de EEUU. El propio Donald Trump, en una entrevista con Fox News del 20 de mayo, le señaló como la fuerza que impide la salida de las tropas de Siria porque “quiere guerra”. Su insaciable sed de ganar dinero vendiendo armas es uno de los principales motivos de la actual guerra de EEUU contra Irán.

Ahora, un Esper ascendido al puesto más alto de la Administración podrá decidir qué armas y a quién comprar, sobre qué nación descargar las viejas y sobre qué escuelas, bodas y funerales probar el impacto de las nuevas.

No se trata de “trabajadores” que deben pagar sus facturas, mantener a su familia y que simplemente ejecutan las órdenes de los políticos belicistas (banalizando el mal), sino del sector más criminal de la burguesía que aumenta su fortuna, controlando la política exterior del país, y lo hace a través de dos principales métodos: 1) invertir en las campañas electorales de los candidatos al Parlamento y a la Presidencia de EEUU, comprándolos; y 2) utilizar la puerta giratoria: colocar en el Pentágono a sus ejecutivos y contratar a los militares de alto rango parar dirigir sus compañías. Veamos: la secretaria de la Fuerza Aérea, Heather Wilson, fue consultora de Lockheed Martin; la subsecretaria de Defensa para Adquisición y Sostenimiento de armas (USD- A&S), Ellen Lord, fue directora ejecutiva de Textron Systems, un conglomerado industrial de aeronáutica, seguridad y tecnologías avanzadas; el jefe de personal del Consejo de Seguridad Nacional, el teniente Keith Kellogg, fue empleado de varias compañías militares y de inteligencia; o John Rood, subsecretario de Defensa, ha trabajado para Lockheed Martin y Raytheon.

Según The Project on Government Oversight (el Proyecto de Supervisión del Gobierno, POGO), solo en 2018, 645 funcionarios de alto rango trabajaron en la dirección de uno de los veinte principales contratistas militares: una pequeña pista de quién realmente dirige la política exterior del país más armado del mundo, y de por qué Trump ha eliminado la diplomacia de su Gobierno.

La línea de Esper

Para el nuevo secretario de Defensa, el principal desafío de la superpotencia occidental es contener a China y Rusia, y su receta es:

a) Modernizar el Ejército y prepararlo para las futuras guerras cercanas contra dichas potencias, invirtiendo más dinero en el equipamiento de las Fuerzas Armadas, y aumentar el número de soldados por encima de 500.000.

b) Construir armas específicas -como una artillería de precisión de gran alcance- para el «conflicto de alta intensidad» que sucederá con China y Rusia. Dice con razón el director de planificación de programas de Secure World Foundation, Brian Weeden, que EEUU se está preparando para un conflicto armado con China en lugar de evitarlo.

Y, para disipar la preocupación de los neocon antiiraní respecto a sus prioridades, propone defender con contundencia los intereses de EEUU en el Golfo Pérsico. El primer paso será formar una coalición con los aliados para “mantener la libertad de navegación alrededor del estrecho de Ormuz” militarizándolo, mientras su país impide ilegalmente la libre circulación de las petroleras iraníes. El propósito del ministro de «evitar la guerra con Irán» pasa por matarlo de hambre impidiendo que venda su petróleo. Al contrario de Mike Pompeo, Esper cree que no se puede utilizar la Ley Antiterrorista AUMF para atacar a Irán, siendo este un Estado que no un grupo terrorista, pero recalca que el presidente tiene derecho a “defenderse” contra un ataque iraní, sin la autorización del Congreso.

Para “derrotar la insurgencia”en Irak y Afganistán, propone renovar los vehículos militares y fabricar aeronaves especiales “adaptados” a dichos conflictos, para que esta carnicería que su país y sus aliados han montado allí perdure más años y sea más rentable en término monetarios.

Esper tendrá más desafíos como: ¿recuperar la alianza con Turquía o seguir con el proyecto de “un estado kurdo” desmantelando Irak y Siria? ¿Enviar tropas a Libia para expulsar a Turquía y Qatar, uniéndose a Rusia? ¿Qué más hacer para provocar caos en Venezuela?, entre otros tantos. «Con el Ejército involucrado en más de 140 países de todo el mundo…, nuestra preparación debe ser nuestra máxima prioridad»: a Ester le va un estado de guerra permanente, y Trump ha pedido al Congreso un aumento del 13% en el presupuesto militar para el ya astronómico de 700.000 millones de dólares.

Las compañías de armas han tenido un decisivo papel para que  hoy no haya un movimiento global antimilitarista. La red Put People Over the Pentagon (Dar prioridad al pueblo por encima del Pentágono) ha reunido a una veintena de organizaciones progresistas para presionar a los candidatos presidenciales para que eliminen 200.000 millones de dólares del presupuesto de este Departamento. ¡Mucha suerte!

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