Vox y la organización de “Santos Guerreros del Pueblo de Irán”

José Antonio Ortega Lara, fundador y miembro activo de VOX, el partido de ultra derecha que se abre paso en la política española. Foto: voxespana.es
José Antonio Ortega Lara, fundador y miembro activo de VOX, el partido de ultra derecha que se abre paso en la política española. Foto: voxespana.es

Según el diario El País, el partido Vox recibió con el método “pitufeo” “miles de aportaciones de entre 200 y 5.000 euros” del Consejo Nacional de Resistencia Iraní (CNRI) en la víspera de las elecciones europeas de 2014. El CNRI es el seudónimo (de cara al Occidente) de la organización de Moyahedin-e Jalq «Guerreros Santos del Pueblo» (GSP), una secta político-religiosa, cuyo contacto en España fue el ex dirigente del Partido Popular Alex Vidal-Quadras, integrante de la plataforma llamada Amigos del Irán Libre del Parlamento Europeo (¡como “Libia Libre” o “Siria libre”, donde “libre” es sinónimo de un “montón de cadáveres y escombros”).

Su “lideresa” Maryam Rajavi, fue recibida en 2013 por la alcaldesa de Madrid Ana Botella, cuyo esposo, el ex presidente Aznar participó en junio del 2010 en un evento del CNRI en Paris tras recibir una cantidad desconocida de dinero, para de paso, insistir en la necesidad de un “Change Regime” en Irán, orgulloso de su exitosa aventura por el “Change Regime” de Irak en 2003. 

El descenso a los infiernos de unos Guerreros Santos

A pesar de que en Occidente se le presenta como una organización laica y democrática, los GSP, bajo la dirección de Masud Rajavi son una organización teocrática-militar.  Nacieron en 1965 como la versión islámica de Teología de Liberación en las universidades de Irán, llenando el vacío político que dejó el Sha al aplastar al Partido Comunista de Tudeh, los sindicatos, el movimiento estudiantil y las organizaciones feministas tras el golpe de estado de la CIA en 1953. Bajo la fuerte influencia de la izquierda iraní, los GSP incluyeron en su programa la lucha antiimperialista, medidas anticapitalistas y la promesa de una sociedad sin clase mediante un “socialismo islámico”, pesar de la incompatibilidad de dichos términos: la propiedad es sagrada en el islam, y “Dios ha favorecido a unos sobre otros” con “riquezas e hijos varones”, e incluso promete castigos contra los esclavos que se rebelen. Contradicciones que terminaron en la conversión de casi la mitad de la organización en marxismo y su escisión bajo el nombre de Peykar «Combate», haciendo que Rajavi consolidara la tendencia religiosa y capitalista de lo que quedó del partido.

Los GSP, que practicaba la guerra de la guerrilla en la década de 1970, realizaron varios atentados: mataron a seis altos cargos del ejército de EEUU en Irán (entre ellos, el coronel Lewis Hawkins y el general Harold Price, jefe de la Misión Militar de los EEUU), y colocaron bombas en las oficinas de la petrolera Shell, de Pan-American Airlines, de Pepsi Cola, o cerca de la embajada de jordana en venganza a la matanza de los palestinos en el septiembre del 1970: hoy el rey Abdalá es uno de sus principales patrocinadores.

Rajavi fue detenido, duramente torturado y junto con otros 11 líderes de los GSP sentenciado a muerte. La prensa de Pahlavi había apodado al grupo “marxista-islámico” con el fin de aplicarle la ley anti comunista del 1924 (mantenida vigente hasta hoy) que prohíbe las organizaciones de izquierda; el Sha, bajo la presión internacional conmutó la pena a la cadena perpetua. Tras su liberación en 1978 gracias a la revolución y la caída del dictador, Rajavi lideró una de las organizaciones más populares de la historia reciente de Irán, mientras apoyó a Jomeini por la afinidad ideológica, participó en la primera toma de la embajada de EEUU en Teherán en 1980, y condenó la liberación de los rehenes como una rendición ante EEUU.

Es el año que los GSP declaran la geurra al régimen islámico por su negativa a compartir el poder con Rajavi. El ayatolá detestaba el programa semi laico del grupo, y le tachó de “incrédulo” e “hipócrita”, términos coránicos que autorizan el asesinato de los acusados en nombre de Dios, mientras GSP denunciaba al clérigo de traicionar sus promesas de libertad, promoviendo un estado fascista. Rajavi y el primer presidente de la República Islámica, el crítico Bani Sadr tendrán que huir de Irán país para exiliarse en Francia, mientras una cruenta “guerra civil” dejaba miles de simpatizantes de GSP ejecutados y cientos de integrantes del régimen asesinados en decenas de atentados, entre los que se encontraba el segundo presidente del país Mohammad Ali Rajai.

En 1985, Rajavi comete un primer gran error que acabará con su carisma, para convertirle en chiste de los ingenioso iraníes: repudia a su segunda esposa Firuzeh Bani Sadr, hija del ya expresidente y obliga a su número dos, Mehdi Abrishamchi divorciarse de su esposa Maryam para casarse con ella. Pero ¡si eso es lo que hizo Mahoma con su hijastro Zaid, y es lo que permite la ley de los ayatolás! ¿No eran progresistas? Que declarase este aberrante acto como “una revolución ética” fue la guinda.

Un año después, la dirección de GSP es expulsada de Francia, y trasladada a Irak. En plana guerra contra Irán, Sadam Husein acoge a unos 4000 supervivientes de la organización, los aloja en un campo que llamará Ashraf (nombre de la primera esposa del Rajavi, asesinada en un enfrentamiento con la policía en 1982), a cambio de que participaran en la guerra contra sus compatriotas. Y es lo que hacen, pegándose un tiro de gracia como grupo político: los iraníes nunca perdonarán este acto de alta traición.

Una “lideresa” de cara a la galería

El asalto de los jomeinistas a los logros y derechos de la mujer y la poderosa contestación de ellas contra las leyes del siglo VII de la península arábiga aplicadas en el Irán que les ha convertido en subgénero, forzó a este grupo fundamentalistas colocar una mujer en su escaparate para no perder adeptos.

Es así, que la señora Maryam Azodanlu (que al contrario de las iraníes casadas que mantienen su apellido, ha adoptado el de su marido) es declarada por su esposo, la “copresidenta” de los GSP, al tiempo que organizaba la estructura de una secta misógina y militar-religiosa en aquel campo de Irak: Masud, en su calidad de Califa de dicha “comunidad” impuso un estricto celibato, obligando a los matrimonios a divorciarse, para que entregasen todo su amor al matrimonio; organizó una absoluta segregación de género y una estricta separación espacial en el campo: trazó líneas infranqueables en las aceras y puso horarios “masculino” y “femenino” para comparar en los comercios del recinto. Al lavado de cerebro de los integrantes, que no tenían derecho de contactar con el mundo ni tener un teléfono móvil, se encargaba el único canal de televisión que se podía ver, emitiendo la propaganda del partido. Los miembros tendrán que jurar lealtad a la pareja, y sufrirán sesiones públicas de auto humillación, animados por los gritos de “¡Viva Rajavi!” de los fieles abducidos. NO podrá faltar una cárcel privada dirigida por la pareja, donde los críticos serán torturados.

Masud proclamó a Maryam (María en latín) como la “madre” de los militantes de la secta para así considerar incesto cualquier tentación hacia ella, como hizo Mahoma que desde el Corán prohibió a los hombres casarse con sus esposas (llamadas “Madre de los Creyentes”)​ tras su fallecimiento. Según el ex jefe de la inteligencia de Arabia Saudí, Turki bin Faisal Al Saud, invitado en un acto de los GSP en Paris en 2016, Rajavi -que desde el 2003 no ha sido visto- ha muerto.

Una vez trasladados a Francia, Maryam, la yihadista, fue declarada presidenta de Irán, sin haber pasado por ninguna consulta: delirios grandes de las diminutas sectas.

Marioneta del Occidente

Tras la invasión liderada por EEUU a Irak en 2003, el campo de GSP tuvo que rendirse a las tropas de Bush: uno de los “pecados” de Sadam fue patrocinar el “terrorismo internacional”, acogiendo a dicho grupo. La instalación en Bagdad de un régimen chiita pro-ayatolás iraníes agrava la situación de seguridad del campo: en diferentes asaltos del ejército iraquí y los Guardianes Islámicos morirán unos 80 de sus integrantes cercados.

Será en 2011 cuando la “halconesa” Hillary Clinton, respaldada por los informes de la CIA y del FBI, saca a GSP de la “Lista de organizaciones terroristas”, para así presionar a Teherán, forzándole a negociar sobre su programa nuclear. Luego, organiza el traslado del grupo a Albania y a otros países europeos, ¿a cambio de qué? Son fechas del asesinato de al menos tres científicos nucleares iraníes en Teherán, y del atentado con bomba del 12 de noviembre del 2011 que destruye la sede de investigación y desarrollo de misiles iraníes en Bin Kaneh. También se les atribuye el supuesto descubrimiento del  programa nuclear de Irán.

Es ahora cuando cambian su nombre por el CNRI, y consiguen que el exsenador Robert Torricelli aceptase ser su abogado en EEUU, lanzando una campaña para bautizar al grupo como “no violento” y una alternativa al régimen islámico.

Con la designación de John Bolton como asesor de seguridad de Trump, el principal promotor de “Change Regime” de Irán, los Guerreros de Dios viven su mejor momento: le pagaron 180.000 dólares para hablar en varios de sus eventos durante unos minutos.

Según el periódico Christian Science Monitor del 2011, GSP paga un ingente dinero a periodistas, parlamentarios, grupos de presión de EEUU y Europa. Su “modus operandi” es lo siguiente: ofrecen un promedio de 20.000 dólares de anticipo para una ponencia de 20 minutos y otros 25.000 al terminar. Le entregan el contenido del discurso por escrito, y le trasladan con un avión privado. Entre los ponentes: la exsecretaria de Trabajo del gabinete de Bush Elaine Chao que cobró en 2015 unos 50.000 dólares por unos minutos; el general Zinni, 25.000 dólares, o el ex presidente del Comité Selecto Permanente de Inteligencia entre, Mike Rogers, quien no ha revelado la cantidad recibida al igual que Rudolph Giuliani, el exalcalde de Nueva York. Nada nuevo: la política en EEUU es determinada por el dinero: La actitud de Trump hacia  régimen como Arabia Saudí es sólo una muestra.

Tras sus fracasos, y al perder el gran apoyo del que gozaban, los GSP se propusieron alcanzar el poder en Irán a cualquier precio, sacrificando su programa y su heroica herencia. Tanto la activa y agresiva diplomacia de los miembros del GSP que se presentan, de forma insistente, en los parlamentos, en las sedes de los partidos políticos y los medios de comunicación (mientras el resto de la oposición iraní sigue sumido en debates internos de “¿Cuántos ángeles se pueden posar sobre una aguja?”), así como la urgencia de EEUU de contar con una alternativa en caso de que la República Islámica pierda el control, han dado una preocupante visibilidad a este grupo de extrema derecha islamista.

Maryam Rajavi rodeada de los que “liberaron” Irak, Libia, Siria y Yemen de todas las manifestaciones humanas de la vida
Maryam Rajavi rodeada de los que “liberaron” Irak, Libia, Siria y Yemen de todas las manifestaciones humanas de la vida

¿De dónde han sacado su fortuna?

Además de recibir fondos de los regímenes interesados en desmantelar al República Islámica en EEUU, Israel y los países árabes, los Guerreros de Dios viven de la renta de la inversión de miles de millones de dólares procedente de la venta de los barriles de petróleo regalados por Sadam Husein. Según el traductor árabe de Rajavi Ghorbanalí Hoseinnezhad, el grupo compró hoteles, empresas, cines y otros negocios en Irak, Emiratos Árabes Unidos, Jordania y otros países de la zona y también de África, por lo que cuenta con una importante fuente de ingresos.

Los GSP hoy son el grupo más aislado de la oposición iraní que en su absoluta totalidad rechaza otro régimen religioso para el futuro de Irán. Bolton se equivoca al considerarles “una oposición viable al gobierno de los ayatolás”. ¿Por qué ha pensado que los iraníes desean reemplazar una teocracia totalitaria para poner otra, representada por una secta fundamentalista de extrema derecha y con un fuerte culto a la personalidad de la señora y el señor Rajavi?

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