¿Por qué las conferencias de Astaná, Sochi y Ginebra no llevan la paz a Siria?

Foto: Pixabay
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Siete años después del inicio de la guerra y del terrible sufrimiento del pueblo sirio, no hay paz a la vista. El supuesto ataque químico de autoría desconocida del 7 de abril del 2018 en Douma, no sólo hace de cortina de humo para tapar el ruido del ataque de Israel a una base militar siria, matando a los militares iraníes (¿inicio de la guerra irano-israilí en el suelo de terceros?), sino que ha regalado a EEUU el pretexto para lanzar un ataque militar contra el gobierno de Bashar al Asad, acusado del crimen, sin una investigación imparcial previa.

El 16 de marzo finalizaba otra ronda de la cumbre de los presidentes de Rusia, Turquía e Irán en Astaná, la capital de Kazajistán, que empezó en enero del 2017 bajo las auspicias de la ONU con el objetivo de cese de las hostilidades en Siria, y preparar el marco de un acuerdo sobre el futuro político del país para la conferencia de Ginebra. Y mientras Astaná intenta hacer de bombero y conseguir un alto el fuego, y Ginebra, organizar lo que queda de las cenizas de Siria, Sochi, en Rusia pretende acelerar ambos procesos, lanzando en enero del 2018 la iniciativa de El Congreso del Diálogo Nacional Sirio, con el gobierno y la oposición sirios, para que limasen sus discrepancias en presencia de los enviados de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y de Egipto, Irak, Líbano, Turquía e Irán.

Los desafíos de Astaná

Desde Kazajstán, país túrquico que ha acogido la conferencia, el Trío de Astaná puede presumir de haber conseguido que Turquía renuncie al derrocamiento de Asad (al menos aparentemente) y se centre en desmantelar la autonomía kurda siria; crear mecanismos para reducir las acciones militares en varias regiones; debilitar la oposición patrocinada por Ankara; elaborar un “borrador de Constitución” para Siria; paliar la crisis humanitaria, y negociar con las partes enfrentadas la liberación de prisioneros, el intercambio de cadáveres y la búsqueda de los desaparecidos. Además, Astaná ha aumentado el nivel de la cooperación económica entre el “Trío”: sólo en el año 2017, el intercambio comercial entre Rusia y Turquía creció en un 30%, y entre Irán y Turquía se triplicó comparando con el año 2014, favoreciendo al crecimiento del 6% de la economía turca en 2017.

Pero, que Astaná no avance en sus objetivos ha sido por:

Relegar a EEUU -el actor determinante del conflicto-, al estatus de observador, ya que Irán se negó a sentarse en la misma mesa que Donald Trump.

La desconfianza de Europa y EEUU hacia las intenciones de Irán, y verle como un obstáculo para la transición política en Siria.

La acusación de EEUU de que Rusia de pretender sustituir la conferencia de Ginebra por Astaná, a pesar de que Vladimir Putin insiste en que son complementarias.

Las sospechas de Damasco hacia los propósitos de Turquía que además ahora ha ocupado parte de Siria.

La ausencia del Reino de Arabia, Emiratos Árabes Unidos, o Qatar, patrocinadores del “yihadismo” sunnita.

El boicot del principal grupo opositor sirio, como la Comisión Suprema para las Negociaciones, apoyada por EEUU y Arabia, que niega cualquier negociación antes de la marcha de Bashar al Asad.

EEUU, Arabia, Israel y sus “proxys”, no quieren realmente un alto el fuego, ni el fin de la guerra.

La falta de preparación de la oposición siria para negociar con el gobierno.

No involucrar a todos los grupos étnicos, políticos y religiosos de Siria en el proceso, por ejemplo, a los kurdos, por la presión de Turquía

Falta de cooperación de la ONU, como afirma Putin, en enviar ayuda humanitaria y logística a las zonas liberadas.

La negativa de Turquía en respetar el alto el fuego al invadir a Afrin, aunque Rusia e Irán han conseguido que paralizara sus ataques a otras zonas del Kurdistán sirio.

La política de Moscú en reubicar a los “yihadistas” de las zonas liberadas, como hizo tras la “liberación” de Alepo y Guta oriental, mientras Teherán y Damasco insisten en destruir las bolsas de dichos grupos en las “zonas de distensión”.

La próxima reunión del grupo se celebrará en Teherán en mayo, un mes crucial también para Irán ya que es cuando Trump deberá renovar o desechar el acuerdo nuclear.

En Sochi, el balneario ruso

Aunque la conferencia de Sochi consiguió en el marzo ampliar el espectro de voces y rostros de la oposición siria – hasta 1.500 delegados-, e intentar ajustar y reestructurar las negociaciones entre el gobierno y sus oponentes a la realidad militar y política (determinada por los logros en el campo de guerra de la coalición sirio-ruso-iraní), y prepararlos para el diálogo de Ginebra, los éxitos de este foro intra-sirio en diseñar la futura estructura política de Siria se han topado con que:

El error de considerar que la guerra “semi-mundial” de Siria es una cuestión de conflicto interno.

EEUU y los europeos han boicoteado la conferencia por la negativa del gobierno sirio a negociar con la oposición armada, y por que “afianza el poder de Asad”.

La Comisión Suprema para las Negociaciones boicoteó la conferencia, alegando que es un intento de socavar el esfuerzo de la ONU. De hecho, la oposición participante, es la “derrotada”, la que proviene de las zonas de desescaladas de Siria.

Tampoco están los principales grupos kurdos que controlan, con el respaldo de EEUU, una gran parte del país. No ven en ninguna parte del “borrador de la Constitución” la palabra “federal”. La siria propuesta por Rusia será unitaria y centralizada, como antes del 2011.

El gobierno de Asad no acepta una nueva constitución.

Los rebeldes, que consideran que elaborar un “borrador de Constitución” pretende mandar a un segundo plano su demanda del cese de Asad, rechazan que el documento determine el sistema del país como una república presidencial, como ahora,  en vez de parlamentaria.

No ha resuelto la cuestión del “destino de Asad”, condición previa para los rebeldes de dejar las armas.

A pesar de que es la primera vez que la oposición armada y el gobierno se encontraban cara a cara, no hubo diálogo.

Total, parece que hay los errores en los enfoques de Rusia y de EEUU sobre Siria continúan.

Y Ginebra, agoniza

Las conversaciones de paz de la ciudad suiza en realidad se oponen a un dialogo político, y se centran en la eliminación del gobierno del Partido Baaz y crear un órgano de gobierno transitorio hacia un sistema aún por determinar.

EEUU, Francia, Gran Bretaña y Alemania amplían su presencia militar en el país para decidir el futuro del país y consolidar su dominio sobre Eurasia, balcanizando Siria.Mientras, Rusia y China respaldan  el concepto de un orden internacional que garantice la continuidad de los estados nacionales, alegando que sólo incumbe a los ciudadanos de cada país el qué hacer con las élites que les gobiernan. Moscú da prioridad a mantener las instituciones del estado en Siria, por encima de la suerte de su presidente: no quiere un estado fallido en una zona tan vital.

No hay duda de que para la CIA o el Mosad, matar al doctor Asad, en uno de sus “asesinatos selectivos”, es más que fácil. Habría que preguntar los motivos por los que aún no lo ha hecho.

Una guerra continua hasta que las opciones militares de las partes involucradas se agoten.

 

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