LOS RECLUIDOS SOCIALES

Los «hikikomori», la generación de los jóvenes aislados de la sociedad

Hace unos 20 años nació en Japón el término "hikikomori", que agrupa a una serie de individuos que tienen severos problemas para relacionarse hasta con miembros de su propia familia. Quieren trabajar, salir, divertirse, ver el sol... pero no pueden.

Un joven con síndrome Hikikomori en Japón. Foto: Wikimedia Commons
Un joven con síndrome Hikikomori en Japón. Foto: Wikimedia Commons

En el Japón de la actualidad, un país multicolor, rico en cultura y posiblemente uno de los más avanzados del mundo en tecnología, hay una generación de jóvenes que no saben cómo lidiar con la interacción social y todo lo que tenga que ver con eso.

Hace unos 20 años se acuñó el termino shakaiteki hikikomori(“recluídos sociales”), o simplemente hikikomori. Pero a haberse vuelto un término de uso frente entre los que conocen a alguien con esa condición, sus efectos son apenas conocidos.

Según los psicólogos que tratan casos de este tipo, si se eligen mil casos para estudiar, habrán entonces mil grupos de causas y efectos y, por ende, mil requerimientos psicológicos y psiquiátricos a aplicar.

La definición de hikikomori incluye las siguientes características:

1. El afectado no trabaja ni estudia.

2. No se considera que tenga una discapacidad mental.

3. No mantiene contacto con personas fuera de su familia, y lleva al menos seis meses prácticamente encerrado en su casa.

El tercer punto es el más complejo de la lista. Un hikikomori no tiene amigos ni contacto alguno con otras personas. En los casos más complicados llegan a distanciarse totalmente incluso de sus mismos familiares, aunque vivan en la misma casa.

Según datos del sistema de salud japonés, existen cerca de 1 millón de casos registrados en el país, Eso quiere decir que, sumando el número de padres cuyos hijos se convierten en hikikomori, a lo largo de varias decenas de años, el porcentaje de afectados de más de veinte años es de cerca del 3% de la población de esa franja etaria.

Aislamiento y problemas para convivir

Hay distintos tipos de casos, de menos a más seriedad según los especialistas los califiquen. En occidente, la psicología tiene este tipo de condición titulada como aislamiento social agudo. En los más complejos, los chicos nunca salen de sus habitaciones salvo para usar el baño o tomar una ducha. Se alimentan «asaltando» la heladera por las noches cuando todos están dormidos.

Si bien es cierto que la condición de Hikikomori es un fenómeno que se da mayormente en Japón, en otros países suelen identificarse en menor número casos con características semejantes. Depende del núcleo familiar de cada joven observar con detenimiento las señales y tomar las medidas necesarias para evitar la agudización del aislamiento.

El Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar de Barcelona ha confirmado en distintas ocasiones casos en España, por lo que se ha concluido que el síndrome no se limita solo a los adolescentes nipones. En el caso de España, los pacientes tenían un promedio de aislamiento de 39,3 meses y se ha documentado un caso extremo de 30 años de aislamiento social. En muchos casos había un trastorno mental asociado.

Tienen que trabajar, pero no pueden

Cerca del 60% de los hikikomori han tenido alguna experiencia laboral. Muchos de ellos han sido sometidos a horarios de trabajo absurdamente largos, con más de 200 horas extra por mes, o han sufrido acoso laboral de sus superiores. Esto ha convertido el trabajo en una fuente de terror y rechazo psicológico.

El médico japonés Sekiguchi Hiroshi, autor del libro Hikikomori to futōkō – kokoro no ido wo horu toki (Los hikikomori y las faltas a la escuela – cavar un pozo en el corazón) «los hikikomori no sufren una enfermedad mental. No hay medicinas ni tratamientos para su condición, así que todo lo que se puede hacer es vigilarlos y observar cómo cambian. Algunos quieren trabajar, pero se han vuelto incapaces de hacerlo. La gente tiene la vaga impresión de que los hikikomori son mentalmente enfermos o débiles. Pero en lugar de considerar esta condición como un problema mental, deberíamos verla como un problema laboral: la existencia de un grupo de personas que piensan que deben trabajar pero no pueden».

 

 

 

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