«Dame pa matalo»: la práctica del linchamiento en Venezuela (Cuarta parte)

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Diana Russell en el libro Feminicidio. La política del asesinato de las mujeres, define el linchamiento como “el asesinato cometido por una turba de tres o más personas”. En Venezuela esta práctica se ha hecho cada vez más frecuente y dantesca, así lo evidencia el proceso de seguimiento y sistematización de los casos de linchamientos reseñados en prensa entre enero de 2015 y julio de 2017 para la realización de esta investigación.

Durante este periodo fue posible rastrear la ocurrencia de 50 linchamientos consumados con 58 víctimas, el 100% fueron hombres, con una edad promedio de 29 años. Los hechos se perpetraron en el Distrito Capital (5) y en 14 de los 23 Estados que componen el territorio venezolano, entre estos: Anzoátegui (6), Aragua (1), Barinas (1), Bolívar (3), Carabobo (2), Cojedes (2), Falcón (1), Lara (7), Miranda (10), Monagas (8), Nueva Esparta (1), Táchira (1), Trujillo (2) y Zulia (8).

Ahora bien, estas prácticas aunque tradicionalmente estuvieron reservadas para aquellos que cometieran crímenes de gran envergadura, en la actualidad los motivos para la comisión de estos linchamientos se han diversificado. Entre enero 2015 y julio 2017 fue posible identificar como motivaciones para el linchamiento la comisión del presunto delito de homicidio en 4 de los casos 6,8%, en 11 el móvil fue la violación o intento de violación equivalente al 18,9%, 6 por secuestro o extorsión 10,3%, 28 se debieron a robos lo que representa el 48,2% de los linchamientos, 2 de los casos estuvieron motivados por la venganza personal 3,4%, 2 se fundamentaron en criterios políticos 3,4%, 3 al ser la víctima confundida o estereotipada 5,17%, y en 2 de los casos 3,4% se desconoce que originó el ataque.

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Pero este fenómeno del linchamiento no es inédito, casual ni azaroso, por el contrario, es un hecho pluricausal y multifactorial, que encuentra explicación grosso modo en:

 

  • La profundización de una cultura de violencia.
  • La precarización y pauperización de la sociedad.
  • La ocurrencia de altos índices de criminalidad.
  • La inacción y la impunidad por parte de los órganos de seguridad y de justicia ante la ocurrencia de diversos crímenes y formas de victimización de la población.
  • La desinstitucionalización, es decir, la pérdida de confianza de la población en sus instituciones.
  • La progresiva descomposición de la sociedad, la desarticulación de los vínculos sociales, aunado a la pérdida de influencia de instituciones moldeadoras del sujeto y el ciudadano como la familia y la escuela.
  • La existencia y prevalencia de prejuicios, estereotipos y formas de discriminación, principalmente de carácter clasistas y racistas.
  • La existencia de altos niveles de conflictividad social y política.
  • La ausencia de referentes y patrones de justicia, lo cual crea las condiciones para que los sujetos asuman las actuaciones violentas particulares como la puesta en práctica de la justicia y no como la comisión de delitos.

«Dame pa matalo»: la práctica del linchamiento en Venezuela (Primera parte)

Este tipo de crímenes con frecuencia se amparan y justifican en la previa o potencial victimización de sus perpetradores, así como, en la pretendida imposición de “justicia” y restablecimiento del “orden social” mediante la neutralización de aquellos transgresores reales o percibidos. Pero, no debe perderse de vista que el linchamiento no es un acto de justicia o reparación, por el contrario, es la comisión del delito de homicidio de forma colectiva; una conducta punible, es decir, que no está exenta de adjudicación de responsabilidades penales. Así lo establece el Código Penal venezolano en su Capítulo VIII,  Artículo Número 270, donde se señala que: “El que, con objeto solo de ejercer un pretendido derecho, se haga justicia por sí mismo, haciendo uso de violencia (…), cuando podía haber ocurrido a la autoridad, será castigado (…) y si resultare cometida lesión corporal o algún otro delito, será castigado con la pena correspondiente a estos hechos punibles”.

No obstante, la prevención y erradicación de los linchamientos implica necesariamente desmitificar a los linchadores (homicidas), desproveer a estos actos del carácter heroico y ciudadano que se les ha intentado atribuir, y comprender que el linchamiento es un crimen en el que son culpables todos aquellos que participan. Finalmente es imperativo internalizar que el linchamiento no es un acto de justicia, es la sustitución de un delito por otro crimen de mayor gravedad, supone la reproducción, perpetuación y propagación la violencia; pero sobre todo, es la degeneración del ser social en bestia y la condena de la sociedad a la barbarie.

«Dame pa matalo»: la práctica del linchamiento en Venezuela (Segunda parte)

«Dame pa matalo»: la práctica del linchamiento en Venezuela (Tercera parte)

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