EN JAPÓN

«3 camisas, 2 pantalones, 1 silla y 1 mesa»: el minimalismo que está de moda en Japón

Un movimiento minimalista está tomando cada vez más fuerza en Japón, y es el más radical de todos.

Una cama simple con 2 juegos de sábanas; las que están en uso y las de recambio. Un armario con 6 o 7 prendas en total, y en el living, una mesa con una sola silla. Así es un apartamento de soltero de la nueva generación de japoneses que se suman a esta tendencia de minimalismo radical, permeada por la filosofía zen.

Bajo la influencia de la estética tradicionalista del Budismo Zen japonés, estos minimales se enfrentan a uno de los países más consumistas del mundo, una cultura ampliamente conocida por su alto consumo de bienes casi de forma compulsiva, siendo además líderes en la fabricación de mercaderías tecnologías y automóviles.

Dentro de los planteamientos de la milenaria tradición está el de tener pocas pertenencias que estén además medio vacías. Esto con el fin de llenarlas con la imaginación, y de darle un sentido de constante avance a la vida, de que nunca nada está concluso, lo que invita a avanzar y buscar siempre el crecimiento personal.

El Zen como modus vivendi

La espina dorsal del budismo es la práctica del zazen (meditación) y el estudio del dharma, que significa «virtud». Esta espiritualidad profesa que el apego a los bienes materiales aparta al individuo de su la posibilidad de alcanzar la iluminación y el dharma y que,por consiguiente, el desprendimiento de estos y una vida austera y minimalista podrían hacer que el camino al crecimiento espiritual sea más consecuente.

Otros seguidores de este modo de vida lo ven como una oportunidad de tener «cosas realmente únicas». Tal el caso de Mari Kondo, un consultor que ha difundido el método «KonMari» en Estados Unidos con éxito en los últimos años.

«No es que yo tuviera más cosas que el individuo promedio, pero eso no significa que yo valorara o gustara de todo lo que poseía» explica otro seguidor del método de vida simplista y básico, cuyo fin es que el meditador se vuelva más paciente, comprensivo, detallista, y que aprecie las pequeñas cosas, y como eje central del zazen, el mínimo o nulo apego a lo material y físico.

 

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