ESTADOS UNIDOS

Se recuerda hoy el caso Watergate: el día en que Richard Nixon empezaba a dejar de ser presidente

Hoy hace fecha de un hecho político que fijó como soldado a la autógena el término “gate” al final de cada palabra para inmediatamente saber que se está aludiendo a un caso de corrupción.

El Watergate, el episodio de espionaje político que terminó con la presidencia de Richard Nixon, recuerda hoy el día en que el entonces mandatario era interrogado por la CIA. Fueron dos periodistas del diario The Washington Post los que ayudaron a develar este acto, sin saber que estaban marcando un antes y un después en el periodismo de investigación.

El caso Watergate, que lleva ese nombre porque era el del edificio donde se llevaron cabo las acciones de espionaje, provocó la única dimisión en la historia de un presidente de Estados Unidos. En titulares, el caso trata sobre la entrada ilegal de cinco personas en el cuartel general del partido Demócrata el 17 de junio de 1972, para conocer clandestina e ilegalmente lo que los integrantes de ese partido estaban resolviendo.

Entretelones

Bob Woodward y Jonathan Bernstein son los nombres de los dos periodistas que publicaron en agosto de 1972 la noticia de que el intento de robo en la sede demócrata en el edificio Watergate había sido pagado con fondos de una campaña que buscaba la reeleción de Nixon. Durante muchos meses el Washington Post publicó en solitario las notas adelantándose a las investigaciones judiciales y del Senado, por lo que estuvo bajo una gran presión. A la fuente de Woodward y Bernstein se la conoció con el alias de “garganta profunda” y treinta años más tarde se conoció su identidad: era  Mark Felt, un director adjunto del FBI fallecido hace un par de años.

Los intrusos en el edificio Watergate fueron sorprendidos mientras hojeaban archivos e intentaban colocar micrófonos ocultos. Entre los detenidos se encontraba James McCord, un antiguo agente del FBI que había trabajado como agente de seguridad para el Comité de Reelección de Nixon.

El 8 de agosto de 1974, el presidente Nixon dimitió dejando su puesto al vicepresidente Gerald Ford. En su discurso de renuncia Nixon dijo que prefería dejar paso a un proceso de «curación» de la sociedad estadounidense, en vez de dejar que el proceso legal siguiera su curso hasta el final. Siempre sostuvo que se consideraba un «luchador» y no un corrupto.

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