La tumba de Aristóteles: tras 20 años de búsqueda habrían encontrado los restos del filósofo en su ciudad natal, Estagira

“Aunque aún no tenemos pruebas definitorias, si tenemos indicios muy fuertes que rozan la certeza”, afirmó sobre el hallazgo el director de las excavaciones, Konstandinos Sismanidis, al presentar el pasado jueves los resultados de un trabajo de campo, en el Congreso “Aristóteles – 2.400 años”, celebrado en la Universidad de Salónica.

Los arqueólogos, que trabajaban en Estagira desde el inicio de los años 90, se mostraron sorprendidos cuando durante una excavación, en medio de una fortificación del periodo bizantino, aparecieron restos de un edificio, con características distintas a las de esa época y a las posteriores. El edificio, fue analizado sistemáticamente y el misterio se ahondó cuando se encontraron monedas de Alejandro Magno. Además tenía tejas de fábrica real, lo que lo hacía un edificio público y en la ubicación central un rectángulo del tamaño de un cuerpo humano correspondiente a un altar. Ahora además –a la luz de dos manuscritos que hacen referencia al traslado de las cenizas de Aristóteles a su lugar natal- todo coincide para afirmar que allí están las cenizas del filósofo.

El marco del mayor pensador heleno alumno de Platón

Nacido en el 384 A.C. “el Estagirita”, como se llamaba a Aristóteles por haber nacido en la ciudad de Estagira –en la actual Macedonia griega- fue enviado joven a estudiar en la Academia de Platón, donde estuvo veinte años.

En 343 A.C. el rey Filipo II destruyó la ciudad de Estagira, pero, al poco tiempo, llamó a su corte a Aristóteles para que se ocupase de la educación de su hijo Alejandro, pero el filósofo lo condición a que restaurase su ciudad natal. Se hizo y para el 340 A.C. los antiguos habitantes de la ciudad recibieron permiso para volver a ella.

Alejandro, convertido en Magno conquistaría con los años Asia, y Aristóteles se estableció en Atenas donde fundó el Liceo junto con algunos discípulos como Teofrasto, Eudemo, Aristoxeno y otros. Pero, cuando Alejandro murió (323 a. C.), Aristóteles se vio llevado a los tribunales atenienses por “impiedad contra los dioses”.

Temiendo morir como Sócrates, huyó a la vecina isla de Eubea, donde murió un año más tarde de muerte natural: los habitantes de Estagira trasladaron sus cenizas a la ciudad que había resurgido gracias al filósofo en una urna de cobre, la pusieron en un mausoleo y erigieron un altar, el que recién ahora habría aparecido.